Al presidente Duque no le tocó luna de miel en el poder. Lo normal es que a los gobernantes cuando llegan al ejercicio de su mandato, la comunidad les da un compás de espera e inclusive les brindan voces de aliento para ayudarles en el desempeño de su cargo; en el caso de Iván ésto no se dio.
Claro, ha dado unos buenos “papayasos”, que nada tienen que ver en la forma como se maneja el gobierno, como son cantar en reuniones privadas con conocidos cantantes e inclusive con el presidente de Ecuador o jugar con un balón de fútbol en el emblemático estadio Santiago Bernabéu, para no hablar de otras bobadas que ha hecho. Actuaciones que lo hacen ver no como todo un presidente y con todo lo que representa la “majestad del poder”, sino como un farandulero más. Estas manifestaciones “folclóricas” sumadas a una propuesta de reforma tributaria que fue muy mal manejada y que finalmente fue aprobada, como una colcha de retazos a pupitrazo y aparentemente dándoles “mermelada” a los congresistas, lo tienen con la imagen en el piso y le va a costar un enorme esfuerzo levantarla.
Santos firmó la paz con las Farc; sin embargo, se tienen muchos problemas de orden público, por ejemplo: con el Eln, con el crimen organizado y con los narcotraficantes. Las dificultades que se presentan con la corrupción y en términos particulares con el proceso de Odebrecht y con el fiscal Néstor Humberto Martínez (con el nombramiento de un fiscal ad hoc), son temas que están generando una gran incertidumbre en la comunidad.
Otro punto que también aporreó muy duro al presidente, fue el paro de los estudiantes, que afortunadamente ya se solucionó. Aunque le costó mucha plata -que tendrá que desembolsar con un presupuesto desequilibrado-, se logró que al menos por el momento no se tuviera que cancelar el semestre académico. Entre otras, un paro de estudiantes afecta en un alto grado la economía de Manizales, porque sin lugar a dudas una de las grandes fortalezas económicas de nuestra ciudad son los estudiantes.
Pero hay que ser pragmáticos. Debemos acogernos a la frase de si al presidente le va bien al país también le tiene que ir bien. La segunda vuelta presidencial puso a los colombianos a elegir entre Duque y Petro. Afortunadamente salió elegido Duque; porque si hubiera sido elegido Petro, no tengo ninguna duda que los colombianos estaríamos verdaderamente en serios problemas.
En un país tan polarizado en el que especialmente los sectores políticos están lanzándose ataques permanentemente, Duque llegó con un tono tranquilo, sin controversias y sin ataques. Eso ha desconcertado a la sociedad y lo están tachando de falto de carácter o de “tibio”. Pareciera que a la gente le gustaran más los gritos y las peleas y están convencidos que un presidente es bueno en la medida en que ataque a sus enemigos y contradictores. Nada más alejado de lo que necesita el país. Colombia tiene tantas dificultades que lo que menos necesita son controversias y discusiones entre sus dirigentes. Lo que la sociedad está requiriendo es que se les dé tranquilidad y calma.
Duque es un joven, bien intencionado, tiene discurso y ganas de sacar el país adelante. Le falta experiencia para ocupar la presidencia, pero no tengo ninguna duda que será capaz de salir adelante. También hay que tener claro que los que llegan a un cargo público como gobernantes saben que por más experiencia que tengan, tardan un tiempo en ubicarse y en entender cómo se maneja el puesto. Hay que darle su tiempo y tener confianza en que tarde que temprano mostrará que los colombianos no nos equivocamos al nombrarlo como presidente.
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