No hace muchos años, a raíz de los múltiples problemas que la ciudad ha tenido que superar a través de su historia por desastres naturales, se lanzó el eslogan de "Manizales el mayor desafío de una raza", frase que definía claramente el espíritu, la fuerza y la capacidad de los manizaleños de sobreponerse a las dificultades. Nuestra ciudad padeció tres incendios en los años veinte del siglo pasado que prácticamente la destruyeron. Posteriormente, los rigores de los sismos que periódicamente se han presentado también la han afectado mucho; tiene un nevado -orgullo nuestro- que explotó y la dejó aislada y que permanentemente vive emanando ceniza. Como si fuera poco, a lo largo del tiempo las lluvias la han golpeado fuertemente.
Manizales ha sido pionera a nivel nacional en el manejo de atención y prevención de desastres; por ejemplo, en materia de sismorresistencia el código de construcción de la ciudad en exigencias y requisitos ha estado en algunas oportunidades por encima del código que se tiene a nivel nacional.
En materia de manejo de taludes y laderas en alto riesgo, es mucho el aprendizaje que se tiene en la ciudad, e inclusive en el departamento, experiencia que se ha adquirido desde las épocas de Cramsa, entidad que se transformó en lo que hoy en día se conoce como Corpocaldas y que sin lugar a dudas ha cumplido eficientemente su tarea. La ciudad cuenta con aproximadamente 1.000 obras de estabilidad, que están siendo revisadas y mantenidas permanentemente. Hay que dejar en claro que muchos de los derrumbes que se presentaron en días pasados, se dieron en sitios donde no había obras de protección.
Debido a lo anterior fue que la ciudad pudo soportar el aguacero que cayó en la noche del pasado martes 18 de abril, que superó los registros históricos de la ciudad, en los que durante aproximadamente cinco horas cayo un volumen de agua superior a los 15 centímetros.
Son muchos los barrios afectados, especialmente los que están localizados, en el costado sur-oriental de la ciudad y más especialmente el barrio Aranjuez que está construido en la ladera sur del morro Sancancio, nuestro morro emblemático, y que a raíz del aguacero se está volviendo amenazante e intimidante. Hace unos años un desprendimiento de unas rocas del morro, propició que los habitantes del barrio La Playita, que era de invasión, aceptaran la propuesta que les hiciera el entonces alcalde Luis Roberto Rivas de abandonar el barrio. Pero una cosa es reubicar un barrio que se originó como invasión y otra muy distinta es trasladar un barrio como Aranjuez que está consolidado y que fue construido cumpliendo con las normas de construcción.
El morro Sancancio es un volcán que no alcanzó a desarrollarse y su conformación es la de una gran roca que está recubierta por una capa vegetal. Por su conformación orográfica el morro no tiene mayor riesgo de derrumbarse, los desprendimientos que se han dado son de la capa vegetal que está apoyada sobre la roca. Lo que pasa es que la capa vegetal tiene diferentes espesores y los volúmenes desprendidos pueden tener una energía tal que pueden demoler las viviendas que estén al frente de ellos. Por esta razón y con muy buen criterio, el alcalde no está permitiendo que las viviendas construidas al frente del morro puedan ser ocupadas nuevamente hasta que se construyan unas barreras que las protejan de los posibles derrumbes del morro.
Manizales ha sido una ciudad que ha sabido sobreponerse a las tragedias que le han producido los desastres naturales y esta pasada no será la excepción. Merece destacarse, sin lugar a dudas, la gran solidaridad que se ha despertado en los manizaleños, solidaridad que se dio desde el otro día del desastre y que fue un ejemplo a nivel nacional. Esta solidaridad deberá continuar, porque sin lugar a dudas el proceso de recuperación de los afectados va a tardar un tiempo largo y requerirán del acompañamiento de toda la ciudadanía.
Por la actividad que ha desplegado el señor alcalde merece una felicitación especial, quien ha trabajado hombro a hombro con todo su equipo de colaboradores y ha contado con la ayuda de funcionarios de otras instituciones del orden departamental y nacional e inclusive con la presencia de un alto número de colaboradores particulares. Toda esta actividad en la atención y manejo de la tragedia ha logrado poner en funcionamiento la ciudad en el menor tiempo posible y con una atención inmediata a los damnificados.
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