Escribo este artículo después de releer el libro de Marlo Morgan Las voces del desierto. La primera lectura fue hace muchos años; me lo prestó una amiga que planeaba irse a vivir a Nueva Zelanda y en su exploración por el territorio en el que viviría, se topó con este libro y me lo pasó. La lectura en esa ocasión fue diferente a la de ahora, claro, esa es la magia de los libros, pues su percepción cambia a medida que el lector también lo hace y por supuesto que mi mirada se ha transformado a través de los años y de las experiencias.
Este libro permite varias maneras de abordarse, la misma autora lo plantea en la introducción, pues se puede leer como una novela de aventuras, si es lo que el lector está dispuesto a apreciar, o puede ser una lectura profundamente espiritual, si el que lo encuentra está preparado para recibir el mensaje.
La novela es autobiográfica. Cuenta el recorrido de más de tres meses que hizo esta mujer, en compañía de una tribu nómada de Australia, a través del desierto. Ella fue escogida para acompañarlos por su actividad en pro del bienestar de los aborígenes que han migrado a las ciudades, pero que aún viven una profunda segregación cultural y económica, alejados de sus raíces y sin terminar de aceptar las costumbres que les son impuestas por la sociedad que los absorbió. Los Auténticos, como se denomina la tribu que la llevó a la caminata, se consideran como los únicos seres humanos auténticos que quedan sobre la tierra; los primeros hombres de Dios. Según su cosmogonía la raza humana tuvo origen en Australia y de allí migró a los otros continentes, cuando aún la tierra no se había dividido. Y entre más se alejaban, más olvidaban quiénes eran realmente. A nosotros, el resto de la humanidad, nos llaman los Mutantes; seres que hemos olvidado el verdadero conocimiento. Para ellos, nosotros malgastamos el tiempo que se nos da en esta tierra inmersos en proyectos superficiales, pero dedicamos apenas unos pocos momentos a desarrollar nuestro ser eterno. Mutante “es alguien que ha perdido o rechazado la antigua memoria y las verdades universales”, así nos definen.
Según describe la autora, los Auténticos dominan la comunicación telepática, el lenguaje lo usan sobre todo para cantar, también dominan el arte de partir consciente y voluntariamente de este mundo, cuando alguien decide que ha llegado su tiempo (a los 120 o130 años de edad) y siente deseos de regresar a la eternidad, la tribu organiza una celebración y todos se despiden del ser que se va con las mismas palabras con las que lo reciben cuando nace: “te amamos y te apoyamos en el viaje” y luego la persona que parte se sienta en la arena y aplica una técnica ancestral para pasar del plano humano al plano invisible. Como son nómadas, tampoco existen cementerios, simplemente se hace la voluntad del que muere, que a veces es tapar el cuerpo con arena para que se descomponga o simplemente dejarlo para que sirva de alimento a las criaturas de las cuales se alimentó y así se cumpla la cadena de la vida y la muerte. Ellos tienen claro que no son un cuerpo.
Otra de las cosas que me encantó de la cosmovisión de esta tribu es que no celebran que se hacen mayores si no mejores; cuando una persona desarrolla un nuevo talento, decide tomar un nuevo nombre y se lo comunica a los demás; entonces se prepara una fiesta para celebrar. Todos los miembros de la tribu tienen una misión qué cumplir, que se considera igual de importante a la de los demás; “si mi canción hace feliz a una persona entonces es un buen trabajo”, dice uno de los personajes hablando de su labor dentro del grupo.
Por supuesto, uno de los mensajes que deja este libro es el profundo respeto y consideración que tiene esta tribu por el planeta en el que habitamos, ellos solo usan lo estrictamente necesario para sobrevivir, no acumulan objetos, ni tienen construcciones, apenas una cueva subterránea donde guardan los vestigios de lo que ha sido el paso de su raza por esta tierra, que está a punto de terminar. Los Auténticos han decidido vivir en el celibato y no reproducirse más. Consideran que su labor ya está hecha. Cuando la autora vivió este viaje, el último de esta raza tenía trece años.
Realidad o ficción, este es un viaje profundo hacia la simpleza y la pureza original del ser humano. Le recomiendo esta lectura para que usted también lo emprenda, siempre aplicando la frase que recomiendan los Auténticos antes de iniciar la búsqueda de cualquier conocimiento: “Si es por el bien supremo de la vida en todas partes”, que así sea.
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