El punto neutro es una meta difícil de alcanzar, en el campo espiritual nos da la posibilidad de abordar la vida sin sobresaltos, si llegamos a conquistarlo conoceremos el equilibrio y superaremos esa parte de la naturaleza humana que siempre está oscilando entre el amor y el odio, la alegría y la tristeza, el continuo pendular entre los opuestos, que no es el ideal. Nuestro país ahora es una clara muestra de esa oscilación, los colombianos tenemos que decidir quién será nuestro próximo presidente e infortunadamente, por lo menos para mí, nos quedan los dos extremos del espectro: por primera vez nuestro país debe elegir entre un candidato de izquierda y otro de derecha.
A mí no me seduce la idea de alinearme con ninguno de los dos; no me convencen los argumentos apocalípticos de la amenaza del castro-chavismo mordiéndonos los talones, creo que este país es demasiado tradicional para que un dirigente de izquierda gane las elecciones y, por el otro lado, el fantasma de Uribe es una realidad que se yergue inevitable en nuestra querida y amnésica Colombia.
Pero hay otra realidad, una más esperanzadora que la que muestran los resultados de la contienda electoral. Es el fortalecimiento del pensamiento de centro: acá en Colombia sí hay voto de opinión, sí hay votos independientes, sí hay democracia. Ciudades como nuestra Manizales del Alma, las otras dos capitales del Eje Cafetero; Pereira y Armenia, Cali y nada más ni nada menos que Bogotá, fueron lugares donde ganó Fajardo, que era el candidato que representaba ese pensamiento y tenía como bandera de su campaña la lucha contra la corrupción. Por supuesto también es interesante analizar los resultados en los lugares donde ganó Petro, por ejemplo Chocó y Nariño, departamentos que se sienten marginados y de la Costa Caribe, que está mostrando su hastío por los políticos corruptos que dirigen la mayoría de los departamentos de esa región. Si no hay un verdadero cambio en estos aspectos, dentro de cuatro años el susto puede ser mucho más grande, pues ese tipo de prácticas políticas puede darle todos los argumentos a un personaje que llegue a dirigir este país y que no quiera dejar piedra sobre piedra: los políticos corruptos están cavando su propia tumba electoral y de paso poniendo en jaque a la democracia, pues los colombianos estamos llegando al límite de la tolerancia en el tema de corrupción.
El reto para el próximo gobierno es grande, se requiere un Estado que ayude a salir de la pobreza a tantas personas que quieren una vida mejor; sí hay que ayudarle al campesino para que pueda seguir cultivando, sea próspero y no tenga que abandonar el campo, ni por la violencia ni por falta de oportunidades, o dejar de cultivar comida porque los cultivos ilícitos le dan más plata. Sí hay que empoderar a las mujeres, especialmente a las madres cabeza de familia, para que puedan sacar adelante a sus hijos con dignidad y en unas mejores condiciones que las que tienen ahora, al fin y al cabo ellas están formando a la nueva generación de colombianos. Sí hay que ayudarle al empresario a fortalecer su empresa y a los jóvenes hay que meterles el chip del emprendimiento. Definitivamente es necesario creer que la educación es la base para construir un país en paz y más próspero. Debemos recuperar la ética y hacerla un pilar en la formación de nuestros niños y jóvenes, fortalecer las instituciones y depurar nuestra justicia, nuestra política, nuestro país del flagelo de la corrupción que nos está acabando. Ponerle límites claros al narcotráfico, pues nos volvimos la hacienda de los narcos mexicanos, que en compañía de sus terratenientes, llámense bandas criminales, disidencias de las Farc o simplemente narcos, están invadiendo el campo colombiano con sus cultivos ilícitos. Ojalá el Proceso de Paz no desaparezca y los guerrilleros desmovilizados encuentren un lugar y una oportunidad en la Colombia que será gobernada por el próximo presidente.
Qué tarea dura la que le espera al próximo capitán de este navío. Yo por mi parte votaré en blanco, pues creo que es válido expresar el desacuerdo con las dos opciones que quedaron, para que el presidente que gane sepa que hay un control vigilante de millones de colombianos que no le estamos entregando carta blanca para que nos gobierne: eso también es democracia.
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