Cuando se creó el Departamento de Caldas en 1905, el antiguo "Tribunal del Sur", rescatado hoy como la etapa primigenia del Tribunal Superior de Manizales, ya tenía 8 años, mismo que fue establecido para una entidad territorial distinta a nuestro departamento (sur del antiguo Antioquia), aunque siempre con sede en nuestra ciudad capital. Con la creación del nuevo Departamento devino la obvia instauración del respectivo Tribunal Superior, lo que conllevó la abolición o extinción de la corporación antecesora.
La historia ya ha registrado en forma cabal y justa, y la comunidad tiene en su memoria la destacada trayectoria que ha trazado nuestro insigne Tribunal Superior, del que quiero resaltar su estructura y composición actual, cuyo honor derivado de una enaltecedora tarea a lo largo de 12 décadas, debe cobijar, además de los magistrados y magistradas que lo han integrado, todos ilustres juristas, a toda la jurisdicción ordinaria de esta sección del país, jueces y empleados que, en su conjunto, le han dado protagonismo y brillantez a la justicia de Caldas para tenerla con el merecido reconocimiento que hoy tiene en el ámbito nacional.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales tiene una Sala Plena integrada por la totalidad de sus magistrados (13), que eligen un presidente (hoy, Dra. Sofy Soraya Mosquera Motoa) y un Vicepresidente (Dr. José Fernando Reyes Cuartas) para períodos de un año, está conformado por tres salas, cada una también con su respectivo presidente: Sala Civil-Familia, la una; Sala Penal otra, y Sala Laboral (y de la Seguridad Social), la tercera; la primera con 6 magistrados, la segunda con 4, y la última con 3. Su superior funcional es la Corte Suprema de Justicia a la cual le ha aportado notables magistrados, entre ellos, la primera mujer que tuvo esa alta Corte y que en su memoria hoy lleva su nombre el Palacio Nacional de Justicia de Manizales: Fanny González Franco, inmolada en luctuoso acontecimiento en el aciago noviembre de 1985 en el Palacio de Justicia de Bogotá.
La carrera judicial implementada en Colombia a partir de 1988, la que curiosamente no llega a las altas Cortes, le dio un aire renovador a los Tribunales del país y, por supuesto, al Tribunal Superior del Distrito judicial de Manizales, pues con ella no solo ingresaron los que han obtenido los más altos puntajes en los distintos concursos, sino que se erradicó el odioso "lobby judicial" ante las corporaciones de justicia y la paridad política, así como el período que tenían todos los funcionarios judiciales, el que sí se instituyó para las Cortes. El concurso de méritos también ha permitido que a todos los distritos lleguen personas ajenas al respectivo departamento o municipio, y Caldas no ha sido la excepción, lográndose así un interesante intercambio de conocimientos y culturas que de alguna forma influyen en la administración de justicia. Con el paso de los años se ha disminuido el número de sus integrantes, aunque ha crecido el número de subalternos.
Bien vale el momento para traer la parábola del profesor Bonaerense Mario Eduardo Ackerman que el propio Tribunal Superior la trae para sí: "Cuentan que un angustiado perseguidor de la verdad estudió Filosofía y perdió la razón. Después estudió Teología y perdió la fe. Entonces estudió Biología, y perdió el amor al prójimo. Hasta que finalmente estudió Derecho, ¡y perdió el tiempo! La explicación a esta última desventura es que el estudio del Derecho carece de sentido sin amor al prójimo, sin razón y sin fe. Porque el Derecho es esperanza en la convivencia civilizada apoyada en el respeto a la ley y el amor al prójimo, y la esperanza, a diferencia de las ilusiones, se construye con la fe y la razón".
Si algo queda por rescatar en esta dolida Colombia son corporaciones y despachos judiciales que como el centenario Tribunal de Manizales se yergue orgulloso por la labor hasta ahora cumplida, la que ha realizado con la dignidad, el pundonor, la transparencia y la responsabilidad que guían el quehacer judicial; de allí que se haya ganado, con creces, el respeto colectivo.
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