¿Estábamos en el paraíso? Sigamos en el paraíso. Con tan abundante oferta alimenticia era lógico que aparecieran los grandes depredadores. Cuando yo llegué por primera vez al hato hace casi 40 años no había allí felinos. Con los años apareció una pareja y ahora hay 27 individuos, gordos, hermosos, bien alimentados. Son de hábitos preferentemente nocturnos aunque a veces aparecen por la tarde.
En un lugar donde son abundantes las huellas de los jaguares, Nelson ha construido una torre de observación de 5 metros de altura. Estuve allí una tarde esperándolos durante 3 horas y no aparecieron, seguramente me habían olfateado. Se sabe de su presencia por las huellas y porque ya han sido fotografiados todos por el método del fototrampeo. Cada día va Jorge Barragán y mira las cámaras a ver qué animales han sido fotografiados por la noche; han “caído” no solamente tigres, sino también pumas, tigrillos, yaguaroundis o gatos moros, amén de muchos cuadrúpedos. Jorge distingue a todos los jaguares por las pintas y les ha puesto nombre.
Se sabe igualmente de la existencia de pumas en el hato porque algunos se han dejado ver durante el día y se cree que son muy numerosos. El yagourundi, llamado también gato moro, es muy parecido al puma pero de menor tamaño y su piel es negra. También hay tigrillos. Don Armando, “El Blanco”, está preocupado porque habiendo tanta cantidad de chigüiros, que son excelentes presas, tienen abundante carne y son muy prolíficos, los felinos, jaguares y pumas, parecen haberse especializado en alimentarse de potros y venados.
En el hato hay varias manadas de puercos salvajes; no se trata de saínos o tatabros, no, de puercos, de cerdos comunes y corrientes que se han vuelto salvajes y son peligrosos. Menos mal que huyen de los visitantes. En uno de mis viajes al hato tenían a uno de estos puercos encerrado en un cerco de madera de 4 por 4 metros. El furioso animal se lanzaba contra las tablas. Terminó en la mesa, estaba muy sabroso.
La Aurora es una combinación perfecta de sabanas, de bosques riparios, de lagunas y de matas de monte. Así las cosas en las sabanas los animales pueden pastar y explayarse y en los bosques esconderse.
En el hato hay varias especies de tortugas entre las cuales sobresale la más rara de todas, la matamatá, que tiene una cabeza curiosa, aplanada y larga, diferente a todas las de sus parientes. La cabeza es tan larga como el resto de su cuerpo. Definitivamente es un quelonio muy extraño. A pesar de tener una caparazón dura y protectora los jaguares saben cómo alimentarse de tortugas y dejan el caparazón totalmente pelado. Así lo he podido comprobar en mis recorridos por los Llanos y la selva.
Ocho motivos poderosos, que no se dan reunidos en los destinos ecoturísticos de Colombia, atraen al visitante al Hato La Aurora. Estos son: paz, amabilidad en el servicio, posibilidad de aventura, indefinible belleza del paisaje, fauna numerosísima, flora bien conservada, excelente comida y goce de la cultura llanera tradicional. Al llegar al hato los visitantes son recibidos por sus dueños y por los llaneros como si se tratara de familiares y viejos amigos.
Y hablando de la belleza del paisaje, en el hato en los meses del verano se goza del espectáculo inolvidable de los amaneceres tan bellamente descritos por La Vorágine y de los atardeceres en los que el sol “se rinde” acosado por paletadas de incendios de vivos colores. Normalmente el verano ocurre en los Llanos en los meses de diciembre y se extiende hasta la Semana Santa.
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