Esas casas de las fincas de nuestra infancia de las que hablábamos en la crónica anterior traen a la memoria el nostálgico poema de Barba Jacob titulado La Parábola del Retorno, del cual quiero transcribir hoy unos apartes.
Señora, buenos días, señor muy buenos días…
Decidme, es esta granja la que fue de Ricard?
No estuvo recatada bajo frondas umbrías,
no tuvo un naranjero y un sauce y un palmar?
El viejo huertecillo de perfumadas grutas
donde íbamos… donde iban los niños a jugar,
¿no tiene ahora nidos y pájaros y frutas?
Señora y quién recoge los gajos del pomar?
Dejadme entrar, señores… ¡Por Dios! Si os importuno,
Este precioso niño me puede acompañar.
¿Dejáis que yo le bese sobre el cabello bruno
que enmarca entre caireles su frente angelical?
Recuerdo, hace treinta años estuvo aquí mi cama;
Hacia la izquierda estaban la cuna y el altar.
Decidme ¿y por los techos aún fluye y se derrama
de noche la armonía del agua en el pajar?
* * *
Señora, buenos días; señor muy buenos días,
Y adiós… sí, es esta granja la que fue de Ricard,
que tuvo un sauce, un roble, zuribios y un pomar
y un pobre jardincillo de tréboles y acacias…
¡Señor, muy buenos días! ¡Señora, muchas gracias!
Sí, Porfirio, “el hombre que parecía un caballo”, el poeta más grande que ha tenido Colombia.
No solamente figuran en el libro las casas de las fincas, también las de las ciudades. Los libros de Benjamín son un regalo a la nostalgia.
Este libro está dedicado a los departamentos que gozaron de la influencia de la madre Antioquia y que son: Caldas, Risaralda, Quindío, Norte del Valle, noroccidente del Tolima y por supuesto la misma Antioquia. Las ciudades y pueblos reseñados son: Abejorral, El Jardín, El Retiro, La Ceja, Marinilla, Rionegro, Sonsón por Antioquia. Por Caldas: Aguadas, Anserma, Manizales, Neira, Pácora, Pensilvania, Riosucio y Salamina. Por el Quindío están: Armenia (mi tierra), Calarcá, Circasia, Filandia, Montenegro, Pijao y Salento. Por Risaralda: Apía, Guática, Marsella, Pereira, Quinchía, Santa Rosa de Cabal y Santuario. Por el Tolima: El Líbano, Murillo, Santa Isabel y Villahermosa. Y por el Valle: Argelia, El Cairo, Sevilla y Versalles. Las alcaldías de todos estos municipios deberían regalar a sus bibliotecas públicas uno o dos ejemplares de este libro que exalta la belleza de su arquitectura.
Villegas, insaciable en la publicación de libros hermosos, ha dado a luz otro precioso: Colombia en acuarelas. Nada raro que los extranjeros se enamoren de Colombia. Así sucedió con el artista chino Song Xinru que recorrió nuestro país y plasmó la esencia de nuestro ser, nuestros paisajes y nuestra tierra. Las acuarelas se explayan en pueblos, fincas, casas, pájaros, ríos, montañas… en toda la belleza de Colombia.
Me gusta hablar de los libros que exaltan nuestras riquezas, paisajes, nuestro ancestro y la cultura de nuestro pueblo. Tengo en mis manos un precioso ejemplar titulado “El misterio del Kirma. Quimbayas hoy” de Guillermo Rendón G. y Anielka Ma. Gelemur. El Ministerio de Cultura y la Universidad de Caldas con la decidida colaboración de tres rectores apoyó la publicación. Los rectores son: Jorge Raad Aljure, Guido Echeverri Piedrahíta y Carlos Enrique Ruiz Restrepo. Para los colombianos y en especial para nosotros los hijos del Gran Caldas este libro es de especial importancia porque ahonda en las raíces de nuestro ancestro Quimbaya. El libro enfoca la etnohistoria y hace claves aportaciones a la Lengua Quimbaya. Nacimos para agradecer y ahora lo hago en nombre de todos los que llevamos sangre Quimbaya a los autores del libro.
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