La respuesta es un sí rotundo a la pregunta de si vale la pena visitar España; es un país excepcional por donde se lo mire. Estamos hablando ahora de aspectos físicos y geográficos aunque ya tocamos un aspecto cultural como es el Tributo de las Tres Vacas. Al norte de España, más exactamente al noroeste hay un macizo llamado Los Picos de Europa. Se encuentra entre León y Asturias. Se trata de un conjunto de centenares de picos calcáreos (¿calcareos?), un verdadero erizamiento de cumbres rocosas, como si la tierra se hubiera estremecido y hubiera “vomitado” todas esas puntas filudas. El Macizo se alza al norte de la meseta castellana que es fundamentalmente plana. Este macizo traslada inmediatamente a otros parecidos que hay en el mundo, como las Dolomitas en la frontera de Italia con Austria. También vienen a la memoria los tepuyes de la Gran Sabana Venezolana donde se encuentra el Salto Ángel y el Parque Nacional de Chiribiquete en Colombia. Estos dos parques, el de Venezuela y el nuestro, tienen centenares de cumbres llamadas tepuyes cuyas cimas son generalmente chatas. También me traen a la memoria los picos también muy filudos de Guilin, en China. Uno navega este río y a lado y lado se suceden decenas y decenas de picos rocosos. Para mí Guilin, en China, es uno de los siete lugares más espectaculares del mundo.
La altura de los Picos de Europa no llega a los 3.000 metros. Torre Cerredo con 2.650 es el más alto y el Naranjo de Bulnes (en el cual tuve yo mi accidente cuando rodé 200 metros) llamado localmente Pico de Urriellu, con 2.519 metros es el más conocido cerro de los Picos y el más famoso de España. Hablando de montañas los dos Parques Nacionales Naturales de España más conocidos son el de Picos de Europa y el del volcán Teide en Canarias. El Naranjo de Bulnes ha sido testigo de espectaculares escaladas y de terribles accidentes de montaña. Su cara oeste (pared oeste) es de total perpendicularidad e incluso tiene tramos extraplomados. Famosas escaladas llevadas a cabo en la pared han sido incluso seguidas por la televisión española. Dos de sus más famosos escaladores fueron Alberto Rabadá y Ernesto Navarro que además llevaron a cabo impresionantes gestas alpinísticas en todos los macizos de España. Su muerte en el Eiger, montaña suiza que acumula decenas y decenas de accidentes, causó profundo dolor en todas las esferas de la nacionalidad española. Murieron congelados en “la araña blanca”, un paso clave de la escalada del Eiger, el día 15 de agosto de 1963. Allí quedaron sus cuerpos congelados y pegados a la roca y los turistas que visitaban el hotel que se encuentra en Kleine Scheidegg, casi en la base de montaña, los miraban por los potentes binóculos allí instalados. Se paga un franco suizo para mirar durante un minuto. Era un espectáculo macabro. En muchos lugares del mundo que ofrecen panoramas magníficos existen estos potentes binóculos. Lo terrible de este accidente es que los dos cuerpos estuvieron allí expuestos a la morbosa mirada y curiosidad de los turistas desde el 15 de agosto, fecha inolvidable por ser la fiesta de la Asunción de la Virgen María, hasta el 24 de diciembre, cuando unos alpinistas descendieron desde la cumbre colgados de un hilo de acero y liberaron los cuerpos.
Entre los repliegues de los Picos de Europa existen bellísimos e idílicos pueblos de montaña, y en casi todos se fabrican quesos de fama en España, como los renombrados y olorosos quesos de Cabrales.
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