Hablábamos de los chigüiros. Los hay, decíamos, en Katíos, pero no en la cantidad que puebla los Llanos Orientales. En el varias veces citado Hato de la Aurora del Casanare, donde hay miles de estos roedores, constituyen presa apetecida de los jaguares. Recorriendo los senderos de Katíos encontramos varias serpientes venenosas. Hay otros dos reptiles: la tortuga bache y la llamada tapaculos. Esta sonora palabra designa también el fruto de un rosal silvestre en Europa y un pajarito que se encuentra en la selva amazónica. Las ranitas koko y por más que quieran ocultarse no lo logran. Son pequeñas, es cierto, pero sus vivos colores las delatan. En Katíos hay varias especies y algunas de ellas son consideradas los animales más venenosos del mundo. Hay 113 especies de peces. Estas son algunas: rayas de río, rayas marinas, pez sierra, róbalos, bocachicos, sabaletas y bagre blanco.
Acompañados por los funcionarios de Katíos navegamos los ríos Atrato, Perancho y Cacarica dentro de los territorios del Parque. Hay algunos asentamientos de afrocolombianos en las márgenes de estos ríos. Yo digo negros. No veo por qué no se pueda decir negros. Por lo menos en mi caso no hay nada de racismo. Recuerdo ahora la frase que alguna vez cité aquí sobre la negritud y es el verso del poeta: ”Yo te agradezco, Dios mío, porque me has creado negro; el blanco es el color de todos los días, el negro es el color de algunas circunstancias.”
No recuerdo si alguna vez conté mi encuentro con la centenaria Leni Reinfenstahl, (1902-2003), la famosa fotógrafa de Hitler, nazi convencida, que sin embargo, pasados muchos años, recorriendo Sudán declaró que la raza más bella del mundo es una de las 23 etnias de Nubas, de color negro brillante, que hay en esa región. Y todo el mundo dijo, -era la década de los setenta-: Si lo dice Leni, póngale la firma.
La solemne belleza de estos ríos enmarcada por las paredes de arracachos de las márgenes y la majestad que impone el silencio en los espacios naturales, se apoderan del alma de los maravillados viajeros. Y si a todo esto se une la alegría y el bullicio que aportan los micos saltando de rama en rama, pensamos que no podemos pedirle mucho más a la vida y que somos unos afortunados.
Son los micos maiceros carablanca (Cebus capucinus). Andan en manadas de cuatro o cinco y a veces más individuos, trepan ágiles por los árboles y tuvimos la suerte de fotografiarlos en el aire cuando saltaban de rama en rama. El macho de una de esas manadas se mostraba furioso, nos miraba haciendo mala cara y agitando las ramas con fuerza. Luego se olvidaba de nosotros y buscaba una hembra para montarla unos instantes y después volvía a tratar de enfrentarnos. Nosotros simplemente pasábamos frente a los árboles navegando por el río. Fueron momentos divertidos. Otros monos que habitan en Katíos son los titíes, (se dice titíes no titís), los marimondas, los nocturnos, los aulladores y los aulladores negros. Los aulladores nunca bajan al suelo, toman el agua de las hojas de los árboles y se los oye por la mañana y al atardecer cuando lanzan al aire su asordinado y lúgubre concierto.
“Perchadas” como dicen los ornitólogos, veíamos en los árboles ribereños a las chavarrías. Tan grandes o quizás un poco más que las gallinas, son las aves típicas del bajo Atrato y siempre se las ve cerca de los ríos, solitarias o en parejas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015