Estábamos con los duques de Bohemia. San Wenceslao gobernó entre 921 y 935. Le sucedieron varios duques de nombres Ladislao, Vratislao y Soleslao. En la dinastía del Sacro Imperio Romano Germánico encontramos al rey Carlos I (Karel IV), que gobernó entre 1346 y 1378. Este fue uno de los reinados más gloriosos para Bohemia y Moldavia. Fue, además, rey Carlos IV de Alemania y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Es recordado porque fundó la universidad de Praga, llamada Carolina, creó muchos monasterios, construyó la catedral de San Vito, muchos castillos y el famoso puente que lleva su nombre en la ciudad de Praga. Se casó 4 veces y uno de sus hijos fue Wenceslao IV cuyo reinado se extendió entre 1378 y 1419.
Este Wenceslao es tristemente célebre porque mandó matar a Juan Nepomuceno, confesor de su esposa la reina Sofía de Baviera el año 1393. San Juan Nepomuceno fue el primer mártir del secreto de la confesión. Se dice que el rey lo mandó arrojar al río Moldava desde el puente de Carlos IV porque no quiso revelarle los secretos que la reina Sofía de Baviera le había contado en confesión. En el puente, como narraremos en su momento, se muestra el lugar desde el cual fue arrojado al río. San Juan Nepomuceno es patrono de Bohemia y muchos pueblos llevan su nombre y su devoción es muy extendida en Europa central. En Colombia, por ejemplo, existe San Juan Nepomuceno en el departamento de Bolívar. Los restos del mártir se encuentran en la catedral de San Vito. La infantería de la marina española lo ha escogido como su patrono y es abogado contra las calumnias.
En el reinado de Wenceslao IV ocurrió la “herejía” de Juan de Hus. Las comillas las explicaré luego. Eran los tiempos del Cisma de Occidente, cuando la iglesia católica tuvo tres papas al mismo tiempo. El de Roma, el de Avignon y un tercero en Pisa cuando un grupo de cardenales convocó el Concilio de Pisa para acabar con esa doble capitanía y destituyó a los dos primeros y nombró al de Pisa. Los dos primeros se negaron a renunciar y la iglesia tuvo tres cabezas.
Hago aquí una digresión. Cuando Picasso vivía en el Barrio Gótico de Barcelona conoció a las prostitutas que merodeaban entre las estrechas calles, una de las cuales se llama la Calle Avignó. Decidió dedicar a las muchachas una pintura cuyo verdadero título es “Las señoritas de Avignó” y que erróneamente muchos trascriben como “Las señoritas de Avignon” por parecerse el nombre al de la famosa ciudad de los papas en Francia.
Juan Hus nació en 1370 en Bohemia. Fue un famoso teólogo y filósofo y llegó a ser rector de la universidad de Praga en 1409. Eran los tiempos de la edad de hierro del papado. La corrupción, la venta de indulgencias y otros factores nada ejemplarizantes llevaron a Hus a levantarse contra la primacía de Roma. Llegó a decir que la verdadera “piedra” (“Tu es Petrus et super hanc petram edificabo ecclesiam meam”) no es el Papa sino Jesucristo y llegó a llamar anticristo al pontífice de Roma. Así surgió “la herejía” de los husitas. Juan fue llamado al Concilio de Constanza (1415) a defender sus tesis. Lo condenaron y fue sacrificado en la hoguera y sus cenizas lanzadas al río Rin. El Concilio Vaticano II lo rehabilitó y los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Francisco lo han reconocido como un auténtico reformador.
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