Estamos contando por qué visitar España, país sorprendente por donde se le mire. Hablábamos de los Pirineos. Digamos de paso que del lado francés también hay lugares de importancia histórica y paisajística, uno de ellos es el Circo de Gavarnie, gigantesca “huecada” de altísimas paredes rocosas por las que se precipita una cascada de 400 metros, una de las más altas de Europa. Coronan el Circo los picos de Marboré y del Taillon y cerca de la cumbre se encuentra la Brecha de Rolando. De Gavarnie descendiendo hacia la llanura francesa se llega al santuario de Lourdes, uno de los más famosos lugares de peregrinación del orbe. También en Francia, exactamente en la Occitania, cerca de los Pirineos se encuentra Carcasonne, famosa ciudad medieval, rodeada por doble cintura de murallas, realmente impresionante. La herejía de los albigenses o cátaros, que lleva el nombre de la ciudad de Albi, también tuvo devotos fieles en Carcasonne. Pero volvamos a España.
Nos faltaba hablar del Tributo de las Tres Vacas que se celebra en los Pirineos y que reúne a campesinos de ambos lados de la cordillera. Otro de los motivos para visitar a España, además de su espectacular geografía de la que todavía seguiremos hablando, son las fiestas de origen ancestral, que atraen a miles y miles, (sí señor, cientos de miles) de turistas de todo el mundo. Fiestas impactantes porque no se limitan como muchas de las que celebramos en Colombia a casi solamente rumba y trago, sino que se articulan en el marco de un importante motivo cultural o histórico de orígenes centenarios. Son fiestas como Las Fallas de Valencia, las fiestas de moros y cristianos, el Tribunal de las Aguas de Valencia, el Misterio de Obanos y el Tributo de las Tres Vacas, entre otras muchas celebraciones.
En la Edad Media en los Pirineos de Navarra ocurrían frecuentes disputas entre los campesinos de ambos lados de la frontera pues los ganados franceses se pasaban a pastar en los ricos prados de los Pirineos españoles. Año tras año en la primavera se sucedían los altercados y riñas hasta que decidieron ponerse de acuerdo y acabar con las disputas. Nacido el acuerdo como una decisión judicial pasó a convertirse con los años en una celebración. El 13 de julio de todos los años suben con sus comitivas los alcaldes de los valles de Baretous (Francia) a reunirse con sus homólogos españoles de los valles de Roncal, y se encuentran en la parte alta de la cordillera. Los franceses traen tres vacas de dos años, del mismo pelaje y cornaje, sin manchas ni lesiones que serán entregadas como tributo a los españoles. Unos jueces examinan las vacas para comprobar si cumplen las condiciones. El rito se inicia cuando uno de los alcaldes españoles coloca su mano derecha sobre un mojón de la frontera, marcado con el número 262 al tiempo que dice "Pax avant”, (la paz ante todo) luego encima de la mano pone la suya un alcalde francés y así sucesivamente hasta que la última mano es la de un español y todos van pronunciando en su momento la frase de la paz. Se entregan las vacas y viene una celebración gastronómica de hermandad entre franceses y españoles. Corre, desde luego, vino generoso. Es hermoso ver las lomas de ambas partes de los Pirineos llenas de miles de turistas que han acudido a la fiesta de la que se tiene como fecha datada por primera vez el año de 1373. Lleva pues más de 600 años.
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