Antes de visitar el Barrio Judío quiero (debo) visitar el Museo Bedrich Smetana, situado al lado del Puente de Carlos IV y del río Moldava. Conserva recuerdos del músico llamado el padre de la música checa. En sus composiciones vibra el nacionalismo checo. Era la época del imperio austro- húngaro. Su vida se enmarca exactamente dentro de este período histórico ya que nació en 1824 en Bohemia y murió en 1884 en Praga. Son famosos sus cinco poemas sinfónicos que llevan por título Ma Vlast (Mi patria). Su principal influencia fue Liszt.
Yo recordaba de un muchacho que se había inmolado para protestar contra la invasión comunista. El guía me llevó a la plaza que le rinde homenaje y que se encuentra cerca del museo Smetana. El joven héroe se llamaba Jana Palacha, nació en 1948 y se inmoló a la edad de 21 años el 19 de enero de 1969.
Ya estamos en el Josefov, el Barrio Judío. En un costado de la elegante plaza Palacha se encuentra el Rudolfinum, hermoso palacio neorenacentista mandado construir por el Archiduque Rodolfo de Habsburgo, de allí su nombre; en él se celebra el Festival de la Primavera y es la sede de la filarmónica checa. Está adornado con estatuas de artista checos y frente al bellísimo edificio (es uno de los más bellos palacios renacentistas de Praga) hay una estatua de Anton Dvorak.
En el Josefov hay 6 sinagogas: Klausen, Alta, Pinkas, Española, Maisel y Vieja-Nueva, además del cementerio judío. La sinagoga Pinkas conmueve al visitante. Están allí escritos los nombres de los 77.297 judíos que nunca volvieron de los campos de concentración, especialmente del de Terezin que queda a unos 65 kilómetros de Praga. Estando aquí me vino a la memoria (el recuerdo era obligado) el monumento que hay en Jerusalén a los niños asesinados por los nazis. En él figuran los nombres de los cientos de miles de niños masacrados.
En Viena han erigido un monumento a los judíos asesinados y allí se encuentran escritos los nombres de todos los campos de concentración donde los encerraron, torturaron y mataron. Estos monumentos sobrecogen al pensar en la barbarie humana. Federico Nietzsche escribió: “No conozco el corazón de un hombre malo pero conozco el de un hombre bueno y aterra”.
La ciudad de Terezin originariamente se llamaba Theresienstadt. Igual que en la entrada del más célebre de todos los campos de concentración, el de Auschwitz, en la del de Terezin también se leía y todavía se lee: “arbeit macht frei”: el trabajo hace libres. El gestor de este campo fue el temible SS Reinhard Heydrich, del que tendremos que hablar más adelante. Terezin fue estancia de paso para Auschwitz. El campo ocultaba lo que ocurría puertas adentro; incluso permitió que la Cruz Roja lo visitara para lo cual arreglaron todo de modo que pareciera un tranquilo lugar de trabajo de ciudadanos judíos. En el Terezin reunieron judíos de toda Europa y llegó a tener 145.000 de los cuales unos 35.000 murieron allí, fuera de los que enviaron a otros campos donde también murieron. ¡Y pensar que hay gente en Alemania empeñada en negar el holocausto! Me dicen que Silvio Rodríguez compuso una canción en honor de los judíos muertos en Terezin.
La sinagoga Klausen alberga un museo sobre la historia de los judíos de Bohemia-Moldavia. Seguiremos hablando del Barrio Judío.
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