Félix Rodríguez de la Fuente puso un corderito en la cima de un pináculo rocoso de los varios que hay en la Sierra de Cazorla, donde se sabe que hay poderosas aves rapaces. Las cámaras de televisión estaban listas para captar la escena desde diferentes ángulos. El corderito era cambiado cada cierto tiempo para que no se deshidratara y para que no se fuera a despeñar. Estos riesgos eran los que criticaban los defensores de animales. Al fin ocurrió lo esperado. Un águila arrancó al corderito de su emplazamiento y se vio cómo el ave rapaz perdió altura al comienzo llevando la presa en sus garras y voló casi rasante sobre las copas de los árboles mientras agitaba las alas con fuerza, cogía altura y se elevaba sobre el bosque.
Félix ganó muchos premios internacionales con sus documentales sobre naturaleza, entre ellos el prestigioso que otorgan los Príncipes de Mónaco. En su época, él y Cousteau fueron los grandes realizadores de documentales de vida silvestre.
La Sierra de Cazorla además de ser Reserva de la Biosfera, es Parque Nacional y ZEPA: Zona Especial de Protección de Aves.
Las huellas, todas muy frescas y recientes del jaguar o de los jaguares eran cada vez más numerosas a medida que avanzábamos por el camino de selva. Y digo jaguares porque siendo huellas de animales de la misma especie, se las podía diferenciar por el tamaño y por la profundidad que lograban en el barro, lo que indicaba, esto último, que algunos animales eran adultos y de gran peso y tamaño, incluso algunas huellas delataban a un padre o madre y a su lado la huella pequeña de la cría.
Estos animales, que llamamos también tigres mariposos porque su piel es moteada a diferencia del tigre de Bengala cuya piel es listada, no atacan al hombre a menos que estén cebados; por ello nosotros marchábamos tranquilos con la agradable sensación de saber que acompañábamos a poca distancia en sus recorridos a los dueños de la selva.
Al llegar a un riachuelo los funcionarios del parque nos hicieron notar una curiosidad: un tigre venía en sentido contrario al que llevábamos y al vernos u
olernos cerca decidió devolverse. Las huellas así lo decían claramente.
¿De quién es la fábula, no recuerdo ahora su autor, del león “enfermo” que convocó a los animales de la selva para despedirse de ellos porque se iba a morir? Y todos iban a visitar al rey en su guarida. La zorra no fue porque entró en zorrunas sospechas; en efecto, notó que todas las huellas de los visitantes marcaban la dirección de la cueva del rey, pero ninguna indicaba su regreso.
Hay 34 especies de rapaces en Katíos. Vimos, además, garzas (hay 17 especies) y el hermoso pato real, de color negro iridiscente.
La lista de especies sigue siendo sorprendente. Dijimos que el Parque Katíos es uno de los campeones de la biodiversidad en América y en el mundo. Entre los mamíferos, (hay 182 especies en el Parque) además del tigre se encuentra la danta, animal que puede llegar a pesar 250 kilos, o sea un cuarto de tonelada, y que es el mamífero más grande de Latinoamérica. Otros mamíferos son los puercos salvajes, de los cuales hay dos especies: el saíno y el puerco manao, llamado también cafuche. Estos últimos suelen juntarse en manadas que van desde 40 a 300 individuos y son agresivos y sus grandes colmillos los hacen peligrosos.
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