Decíamos que el puerco manao es peligroso. Hablemos ahora de los aviones catalina en la historia de la aviación colombiana y empatemos su historia con los puercos manaos. Sabemos que Colombia es uno de los pioneros mundiales en la aviación comercial, gracias a la empresa alemana Scadta, que con los años se convirtió en Avianca. Scadta significa Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo. Nuestra aviación comenzó en Barranquilla y los aviones catalina, que volaban sobre el Magdalena y sobre la selva amazónica, desempeñaron un papel muy importante en nuestra historia. Tuve la suerte de sobrevolar la selva viniendo desde Jirijirimo, a orillas del río Apaporis, hasta Villavicencio, en un avión DC-3 que el famoso piloto Giovanni Bordé había convertido en hidroavión colocándole unos flotadores en las alas. El avión acuatizaba y su “barriga” se iba hundiendo en el agua hasta cierto punto. Fue un vuelo inolvidable. Este aparato, que fue decomisado, se está pudriendo en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio y Giovanni Bordé se mató en una avioneta cerca de Medellín. Volé también, varias veces, en la avioneta-hidroavión de Mike Tsalickis en Leticia. Ello fue por los años 60 y 70.
Pues bien, hubo un accidente, famoso en su época pues hoy nadie o casi nadie lo recuerda, de un catalina que se estrelló en la selva y se dice que los puercos manaos se comieron a los tripulantes y pasajeros de la nave.
Los jaguares son clave en la conservación de la selva, pues controlan la proliferación de puercos salvajes que si no tuvieran predadores acabarían con su insaciable voracidad la vegetación; son herbívoros.
Caminando por esta selva alucinante de Katíos llegamos a la cascada La Tigra, una de las varias del Parque. Veníamos de las cabañas ubicadas en la parte plana cerca del río Atrato y nos fuimos adentrando poco a poco en el piedemonte de la Serranía que separa a Colombia de Panamá. Tres elementos se conjugan para que en esta zona del Parque existan muchas cascadas: el declive, la selva misma y la pluviosidad. Llegamos así a la cascada de La Tigra.
Tiene dos caídas separadas por una poceta en la que se remansa el agua de la cascada más alta. Por entre rocas es fácil llegar a la poceta de arriba. Nos bañamos en ambas, porque la caída de abajo forma también su poceta. Con el calor de la selva y el cansancio que llevábamos de la larga caminata el baño fue un relajante premio.
Fueron muchas las fotos que hicimos a la cascada.
Yo no me hice ninguna, no me gusta casi fotografiarme. Suelo hacerme una o dos por excursión pues las piden en las revistas y periódicos. Y a mis compañeros les hice a mi estilo que es tomarlos de espalda enfrentados al paisaje.
La proyección correspondiente a este viaje la hice en el Colegio Champagnat de Bogotá donde llevo organizando proyecciones de las fotos y videos que hago en mis excursiones y que explico yo mismo. Asiste un público muy selecto. En esta tarea llevo 40 años. Las sesiones son los últimos viernes de mes y esta del Parque Katíos la realicé el viernes 23 de febrero. Así he mostrado mis viajes por Colombia y por el mundo y en estas proyecciones anuncio las excursiones que voy a hacer y las personas que desean se apuntan a ellas. Invito a dos tipos de viajes, unos abiertos para todo el que desee y otros para personas que ya tienen práctica de aventuras más duras y por lo mismo más gratificantes.
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