Detengámonos en el Parque Nacional de Banff y en su ciudad. El Parque es el primero que se creó en Canadá (1885) y el segundo en Norteamérica, siendo Yellowstone, en Estados Unidos, el primero. Todo surgió porque los obreros del Ferrocarril TransCanadian descubrieron en 1883 unas fuentes termales, que se convirtieron rápidamente en objeto de turismo. Estas fuentes fueron el origen del Parque que a lo largo de la historia ha cambiado muchas veces de tamaño, hasta abarcar hoy 6.641 kilómetros cuadrados.
A partir de 1990 Banff es el único pueblo aceptado dentro de los límites de un Parque Nacional en Canadá y alberga en la actualidad unos 9.000 habitantes de los cuales 7.000 son residentes. No cualquiera puede establecerse y vivir en tan hermoso e icónico pueblo. El que a ello aspire necesita demostrarle al gobierno que su residencia allí es vital para él. El pueblo tiene, por lo demás, muchos hoteles.
Banff es una pequeña y muy hermosa ciudad asentada en un amplio valle, el del río Bow, en medio de montañas nevadas y extensos bosques de pinos. Las edificaciones son en su mayoría levantadas en madera de pino recubierta de sustancias inmunizantes lo que les da un hermoso color café brillante. El pueblo ofrece, así, más un fresco aspecto campestre, que citadino. A mí me recuerda a los pueblos de los Alpes. Así son por ejemplo, para citar solo dos casos, Chamonix, la capital mundial del alpinismo, situada al pie del Monte Blanco en Francia y Zermatt, el bellísimo pueblo suizo que se encuentra en la base del Cervino o Matterhorn, montaña considerada durante muchos años como la más bella del planeta. Este pico ha sido destronado hoy en su belleza por el Alpamayo, montaña nevada del Perú.
Banff alberga muchos centros culturales y el más conocido es Banff Centre que celebra todos los años un Festival de cine de Montaña que atrae a miles de cineastas, alpinistas, fotógrafos y amantes de los deportes al aire libre de todo el planeta. Desde hace 18 años vengo organizando en el mes de agosto en el Colegio Champagnat de Bogotá la “Semana de la Montaña y…”. Además de ser la montaña y sus deportes el tema central cada vez se añade un componente ambiental y así hemos tenido Semana de la Montaña y del mar, de los desiertos, de los bosques de cordillera, de los páramos, del agua, etc. Son cuatro días de audiovisuales y conferencias de las que los encargados son alpinistas o aventureros de la montaña y el invitado especial de cada año es uno de los más famosos alpinistas del mundo, venido de Europa, Suramérica o Estados Unidos. Y para el componente ambiental el invitado es uno de los grandes ecólogos del país. Todos los días de la Semana de la Montaña la primera media hora la copa la presentación de documentales del Banff Centre. Son verdaderamente impresionantes, no solo por la impecable belleza de las filmaciones, sino porque muestran los escenarios más desconocidos y hermosos del planeta y sobre todo porque el tema son las aventuras más increíbles, arriesgadas y espeluznantes en todas las modalidades de deportes al aire libre.
Dominando el valle del Bow donde se encuentra Banff se levanta en una colina el Banff Springs Hotel construido en el siglo XIX por la Canadian PacificRailway. Se trata de un hotel de lujo de bellísima estampa, construido primero en madera y luego renovado en concreto. Allí se han alojado celebridades de todo el planeta.
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