El observatorio legislativo de Eje Cafetero Visible (ECV), del programa de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la UAM, ha venido realizando una reflexión sobre lo deseable que es tener en cuenta a los senadores desde una mirada regional y departamental, ya que la naturaleza constitucional de esta circunscripción es nacional, tal como lo dice el artículo 171 de la Constitución Nacional. Una reflexión que adquiere mayor peso de cara a la segunda vuelta de debates en torno a la Reforma Política, que va a retomar el Congreso para su discusión en segundo periodo de sesiones ordinarias de la primera legislatura; las cuales comenzaron el 16 de marzo.
La regionalización del Senado se vio claramente reafirmada con la propuesta que más apoyo tuvo dentro de la Reforma Política a finales del año pasado: reformar el Senado para que su 70% fuera elegido por circunscripción regional, como la Cámara de Representantes. Propuesta que finalmente se cayó, pero que se espera reviva en la segunda vuelta de debates de la Reforma Política.
La reflexión sobre lo deseable de un congreso regional surge a partir de hacer el contraste de senadores como Jorge Enrique Robledo con Mario Castaño, para el caso de Caldas; o de Luis Iván Marulanda con Juan Samy Merheg para el caso de Risaralda. En donde los primeros de cada departamento representan lo que la constitución establece, toda vez que, sus votantes están esparcidos por todo el territorio nacional. Así, de los 226.099 votos que sacó Robledo, 24 departamentos le aportaron más de mil votos; proporcionalmente, de los 26.196 votos que sacó Marulanda, 24 departamentos le aportaron más de cien votos. Contrastando, el 78% de los votos de Mario Castaño provienen del Eje Cafetero, y el 52% de los votos de Juan Samy Merheg provienen de la misma región.
A pesar de la claridad constitucional frente a la naturaleza nacional del Senado, hay prácticas informales, e incluso formales, que contradicen lo prescrito por la norma; ya que para la presentación de las candidaturas, el Congreso registra un departamento de inscripción para las aspiraciones de los senadores. 
De los ocho senadores que observamos en ECV, ocho tienen claros anclajes regionales, mientras que los dos mencionados son los únicos que cumplen el criterio de circunscripción nacional. Aun cuando la región cafetera no es representativa para generalizar sobre la política nacional, si extrapolamos la realidad local a la nacional, el 25% de los senadores son nacionales y el 75% son regionales; todo lo que se correspondería con la propuesta de reforma política inicial, de tener un senado regional con un 30% de senadores de alcance nacional. Esta reforma sería la formalización de prácticas informales.
Las prácticas informales dan cuenta de la fortaleza de las dinámicas regionales y llaman la atención sobre la necesidad de ver las conexiones entre los senadores y los tomadores de decisión a nivel local.
La formalización de estas prácticas por medio de la reforma política generaría dos lecturas: por un lado, la lectura negativa, según la cual, se exacerbaría el regionalismo y se promovería el fortalecimiento de maquinarias, a través de barones electorales y cacicazgos políticos; y por el otro, la lectura positiva, desde la que los senadores se verían fomentados a conectarse más con las regiones y su electorado, generando mecanismos claros y transparentes para establecer puentes entre los legisladores y los gobiernos locales. Esta última lectura genera puentes con otra propuesta de la reforma política, la llamada tecnomermelada, o el presupuesto de iniciativa congresional; lo que se constituiría en un mecanismo formal de conectar el ejercicio legislativo con las gestiones administrativas de departamentos y municipios. 
En todo caso, con formalización del senado regional o sin ella, el llamado es a prestar atención a la actividad regional de los senadores; más aún en este año de elecciones de alcaldes y gobernadores.