En Caldas Iván Duque y Sergio Fajardo quedaron a escasos 29.000 votos. Una diferencia muy pequeña. Creo que los votos por Fajardo representan a algunos estudiantes, algunos académicos, y a algunas personas adultas de estratos altos que ha perdido el uribismo en estos años. No creo que sean votos de una izquierda que exista en estos lares.
Sin embargo, el uribismo, con fraude o sin él, sigue siendo una fuerza política poderosa en este país. Y siguen votando por ellos muchas personas pobres que están convencidas de que el modelo económico que propone es el que más nos conviene como fuerza productiva. Muchas personas pobres mantienen la esperanza de que si el país genera riqueza esta algún día los alcanzará. Les corresponderá. Algo del producto interno bruto se derramará sobre el resto de nosotros porque las arcas de los más ricos se desbordarán.
El problema es que esas arcas nunca desbordan.
Un informe de Oxfam denominado “Premiar el trabajo, no la riqueza” hace evidente que el sistema económico mundial no premia el esfuerzo, que lo que siempre nos dijeron: “para salir de pobres es necesario que trabajemos duro” es mentira. Si alguien sabe que lo que afirmo es cierto, es cualquier empleado que barra las calles de una ciudad, o que trabaje recogiendo nuestra basura. Es casi imposible que una persona de estas, con los trabajos más difíciles y que requieren más esfuerzo, deje de ser pobre.
Sí, estudiar puede cambiar algo de esta situación para algunas personas, pero no sirve para generar una verdadera movilidad social que pase a muchas personas de la clase más pobre a la clase media, porque el sistema está diseñado para premiar la riqueza y el poder. Lo voy a repetir: en este sistema económico los que ya son ricos y poderosos tienen mayores probabilidades de volverse más ricos, que las que tiene un pobre de dejar de ser pobre aunque sea un poco.
Las cifras del informe dicen lo siguiente: por más que se esfuercen el 28% de los trabajadores informales de América Latina y el Caribe seguirán siendo pobres. Pero además, el 16% de los trabajadores que tienen empleos formales, con salarios aprobados por los gobiernos, son personas a las que no les alcanza para vivir. En contraste, el año pasado se produjo el mayor aumento de la historia en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días. Es decir, personas que ya eran ricas y a las que nada les faltaba, se volvieron aún más ricas. Esa concentración de la riqueza significa necesariamente una mala distribución de la misma.
El informe concluye que para poner fin a la crisis de desigualdad, en la que Colombia ocupa el segundo lugar después de Haití, es necesario crear una economía para los trabajadores, no para los ricos y poderosos.
Creo que el problema de nuestras sociedades se resume en que perdimos el sentido de comunidad. Pensamos solo en nuestro bienestar. Si ya soy rico, qué necesidad tengo que las cosas cambien. Qué importa que haya gente a la que no le alcance el dinero, a mí no me falta nada. Que trabajen, vagos. Por eso, por ellos, pensando en que hay que cambiar ese modelo, voy a votar por Gustavo Petro.
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