Antier cumplió 70 años el fútbol profesional en Colombia. El 15 de agosto de 1948 fue la primera fecha de un campeonato ideado para paliar la vieja violencia política, que alcanzó su cenit cuatro meses antes, con el jamás esclarecido asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
Manizales inscribió dos equipos: Deportes Caldas y Once Deportivo. Pudo tener un tercero, Atlético Cabal de Aparicio Díaz Cabal el de la Funeraria La Equitativa, “servicial y deportiva” como rezaba su lema, pero le parecía atroz la idea de pagarles a unos tipos para que jugaran.
Conformarlos no fue difícil, pues desde hacía unos años había fútbol semiprofesional, extranjeros incluidos: desde 1942 el argentino Roberto Martino; en 1946 llegó el uruguayo Alberto da Silva, quien además era jinete de carreras en el hipódromo de Palogrande, cuya pista pasaba frente a la tribuna de sombra y detrás de la de sol del viejo estadio.
En 1947 vinieron el peruano Feliciano Ibáñez Valderrama, el chileno Mario Garrido y el argentino Alberto Kérsul. Éste era violinista y tenía pinta de actor: se decía que sembró su semilla en la clase alta local, pero no me consta.
La iniciativa fue de los manizaleños Carlos Gómez Escobar y Eduardo Gómez Arrubla, quienes patrocinaban el 60% del Once y del Caldas, respectivamente. Con ellos el odontólogo Óscar Hoyos Botero.
En aquel entonces no había las mortales rivalidades de hoy. Por el contrario, ambos elencos se reunían cada jueves en la concentración del Caldas en El Carretero, para comer un asado hecho por Alfredo Cuezzo. Era una pequeña OEA de colombianos, argentinos, uruguayos, chilenos, peruanos, ecuatorianos y costarricenses. A ellos se unió el arquero lituano Vitautas Kriscuona, Vitatutas para la hinchada, y cuando se fue vinieron el rumano Abraham Gorenstein y el polaco Pablo Marcincowski.
Como en LA PATRIA no había quién escribiera de fútbol, se trajo al periodista argentino Horacio Giordano, quien se estableció en aquella concentración. Con él vino el ecuatoriano Carlos Sarmiento para convertirse en padre de la reportería gráfica local.
Dos años después Deportes Caldas fue campeón, el primero de afuera de Bogotá. Fue el más resonante hito futbolero local, junto con la Copa Libertadores de 2004. Otros rayanos con la curiosidad han sido: el primer autogol lo hizo Rodolfo Sarria del Caldas, aquel 15 de agosto en Manizales. También aquí fue anotado el primer gol olímpico, por el argentino Juan José Olivero del Once Deportivo.
Este equipo alineó a tres parejas de hermanos en 1951: Ernesto y Juan José Rossi; Oswaldo y Gualberto Bianco, y Pedro y Vicente Gallina, todos argentinos. Ese año los dos equipos se fusionaron como Deportivo Manizales, que solo estuvo en 1952. Desde entonces habría fútbol profesional esporádicamente: Atlético Manizales en 1954 y en 1958 Deportes Manizales.
En 1959 fue fundado el Once Caldas con la fusión jurídica del Deportes Caldas y el Once Deportivo. Se mezclaron en el uniforme sus colores: rojo y azul turquí de aquel, blanco y verde de éste. También el derecho de llevar en el escudo la estrella de 1950.
Los equipos de Manizales han sido los únicos en contratar lituanos, polacos y rumanos. El Once fue el primero en traer bolivianos y africanos.
Durante años vinieron eximios goleadores: desde Julio Enrique Ávila quien luego reemplazó a DiStéfano en Millonarios, cuando se fue para el Real Madrid, hasta Johan Fano el último. En medio están Oswaldo Galarza, Oswaldo Pérez, Óscar Barreto… Por algo, dos de los seis que anotaron más de 200 goles jugaron primero aquí: Oswaldo Marcial Palavecino (204) y Sergio Galván, el máximo con 224. Éste además marcó en tres ocasiones cinco goles en un partido, dos con la camiseta del Once.
También fue el primer equipo colombiano que tuvo publicidad en el uniforme y llegó a vender el nombre, llamándose Cristal Caldas, Varta Caldas y Once Phillips. Además inauguró la moda de vestirse de negro.
Etcétera, etcétera, etcétera.
Hasta ahora no se ha analizado si el fútbol profesional contribuyó a aminorar la violencia partidista, por lo menos en las ciudades sede de los primeros equipos. En cambio, está comprobado que hoy tiene enorme incidencia en los altos índices de intolerancia, que hace de los estadios unos de los sitios más peligrosos que hay en este país.
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