Cuando agonizaba el siglo XX, la nostalgia se apoderó del mundo, por miedo a lo desconocido, por no entreverse qué sucedería al paso de una centuria a otra y el comienzo de nuevo milenio. Se volvió la mirada atrás, a lo conocido, idealizándolo como si pudiera retrasar el temido amanecer: los vejestorios se transformaron en antigüedades, los ancianos gagás volvieron a ser sabios y los cachivaches ascendieron a objetos de arte. Se descubrió un patrimonio arquitectónico que parecía irse… y se va.
Entró el afán de conservar; a veces, de recuperar. Han sido iniciativas particulares o de pequeñas comunidades, como la reconstrucción de las torres de La Candelaria en Riosucio y la restauración del órgano del templo de La Inmaculada Concepción de Salamina, donde los fieles respondieron al llamado de sus párrocos. (Pocos valoran los tesoros eclesiásticos como propiedades colectivas, que no son alterables ni para alzar con lo que puedan llevarse el día del traslado).
Por lo regular, la posibilidad de obtener réditos del lote, reduce la casa antigua a estorbo, debido a los exorbitantes costos de mantenimiento de elementos biodegradables, como la madera y la tapia. Se toma conciencia cuando el deterioro es inocultable: si no está abandonada a los elementos, la habitan inquilinos a quienes poco importa su aspecto. O la destruyen para adaptarla a sus necesidades y conceptos estéticos.
En su inconsciencia y/o escaseces monetarias, el propietario medio la arregla, más para reparar el daño que para conservarla. Pero si sabe qué tiene, lo invade inmensa sensación de soledad, pues no ve cómo devolver esplendor a la que fuera casa de abuelos, ni a quién recurrir. Es cuando considera venderla y que el comprador derribe para levantar un edificio.
En ‘Tambalean los centros históricos de Caldas’ (LA PATRIA, 09.07.2017), el arquitecto Benjamín Patiño sugiere educar para “fortalecer el orgullo de lo que se tiene”. Podría ser único interesado en el acervo material; sus colegas serán apartamenteros…
Sucederá cuando se entienda que también son depósitos de historia, grande y menuda; que haya estímulos para restaurar; los beneficios tributarios sean atractivos y no se tomen como un ahorro, porque habrá obligación legal de invertirlos en mantenimiento. Que haya sanciones a lado y lado.
Podría ser. Tal vez cuando no haya qué conservar. Entonces se explicará en parte el miedo que causó la llegada del siglo XXI.
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En ‘La voz del lector’ de julio 10, don Gabriel Latorre se lamentó del abandono en el otrora hermoso cementerio San Esteban. Que aguarde sentado la respuesta. Hasta la incuria hace parte de los secretos de la Curia.
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Patética la disculpita para no asistir al foro ‘Realidad técnica y comercial del servicio de Avianca en Manizales’. Sus delegados llegarían por Matecaña, pero el lunes pasado estaba “cerrado por baja visibilidad. Aunque La Nubia sí amaneció operando, no lograron obtener cupo”, dijeron.
¡Qué maravilla! Los omnipotentes que desmontan pasajeros a placer, por única vez respetaron a su clientela, con tal de no enfrentar verdades que intentarían ocultar reafirmando “su voluntad de servir a Manizales”, o algo así. Por eso aterrizarían en Pereira…
Ya en los años 1950, la gente se quejaba “de la guerra que hace Avianca a Manizales”. El aeropuerto era Santágueda.
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Ido James Rodríguez para Bayern Münich, la malintencionada prensa española comenzó a retorcer historias para enlodarlo: bajo el título ‘James recibió tratamiento como el de Messi, financiado por el narcotráfico’, refritó un artículo del periódico alemán Bild, a su vez tomado del portal colombiano Las 2 Orillas.
Los hispanos lo llamaron “investigación” y en él se cuenta que un mafioso antioqueño relacionado con el fútbol, pagó un tratamiento hormonal al entonces muchachito de once años, para que creciera: “Parecido al que se sometió Lionel Messi en el Barcelona”. James se estiró hasta los 1,80 metros, pero Lío siguió siendo La Pulga.
La conclusión implícita del chapetón periodista es: James es narco. Tanto como suponer que si uno o dos españoles sonríen por equivocación, ya todos son gente agradable.
++¿Cuántos muertos se necesitan para corregir los defectos de la vía en Tres Puertas? De 2014 a la fecha van más de 70.
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Condolencias al maestro Guillermo Rendón por la pérdida de su esposa y colega, doña Anelka Gelemur.
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