Así no haya votado por él, espero que al presidente Iván Duque le vaya bien. Porque, en teoría, a todos nos iría bien. Pero a este le sale todo chueco, todo mal. Y así nos va.
Duque es un tipo falto de carácter. Se le notaba desde que era candidato y solo respondía con seguridad la talla de Crocs de su jefe, su presidente eterno, el hoy senador Álvaro Uribe. Todo lo demás fue proselitismo y promesas vanas. Prometió no subir impuestos, pero aumentó el IVA y encareció la canasta familiar; dijo no al fracking, hoy hay luz verde a esta polémica práctica petrolera; y en su momento aseguró que descartaba una “confrontación bélica” con Venezuela pero hoy la frontera está caliente y el asesor de seguridad del presidente Donald Trump, John Bolton, anota en una libreta “5 mil tropas a Colombia”.
Para colmo de males, no es capaz de responder preguntas directas -de simple “sí o no”- y se va por las ramas de un “cerco diplomático” que solo vela por los intereses de los Estados Unidos y su adicción por el petróleo.
Lo acusan de solo estar pendiente de lo que ocurre en Venezuela, pero ni eso. Solo un tonto es capaz de comparar un concierto en la frontera y el fracaso de la ayuda humanitaria con la caída del Muro de Berlín. Y mientras afirmaba estas bobadas el Chocó se inundaba y él ni por enterado.
Ni hablar de su reacción ante lo de Hidroituango. Seis días tardó en llegar al lugar cuando el río Cauca ya era un hilo y su biodiversidad en peligro.
Ante la perspectiva de un líder sin preparación y más interesado en la farándula que en lo importante, pues uno se fija en sus asesores y en sus ministros. Pero ahí tampoco hay esperanza. La mayoría están involucrados en polémicas, investigados por delitos o sencillamente no son aptos para el cargo. Desde el minHacienda Alberto Carrasquilla y sus bonos de agua, hasta el atornillado fiscal general Néstor Humberto Martínez, a quien le da risita las coimas y la corrupción de los grandes empresarios.
La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez se la pasa viendo la paja en el ojo ajeno y cuando se refiere a temas locales solo demuestra arrogancia y aporofobia. “Hay electrodomésticos que gastan mucho en electricidad, por ejemplo, neveras viejas”, dijo descarada cuando le preguntaron sobre el incremento de las tarifas en los servicios públicos y la eliminación de los subsidios de energía y gas de las personas de estrato 3.
Y el mindefensa Guillermo Botero quiere armar a la “gente de bien” para que se defiendan, en un momento en que las cifras de homicidios en Colombia repuntan. Además, y según lo reportó Juan Ricardo Pulido para la RTVC, en lo corrido del actual gobierno ya se reportan 130 líderes sociales asesinados, “un poco más de 20 por cada mes”. Falta que para el ministro, como su antecesor, estos crímenes se deban a líos de faldas.
Colombia sigue siendo el país con más desplazados internos en el mundo, según el informe anual Tendencias Globales presentado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Actualmente en zonas del Bajo Cauca, norte, nordeste antioqueño y sur de Córdoba se recrudece la violencia como en la peor época del paramilitarismo, denuncia la Fundación Paz & Reconciliación (Pares). Pero en el Centro Nacional de Memoria Histórica nombran al negacionista Rubén Darío Acevedo Carmona, quien asegura que en Colombia no hubo conflicto armado, a pesar de que ese mismo organismo establece que nuestra guerra ha dejado al menos 262 mil 197 muertos.
Y si eso no es suficiente, Duque promociona nueve generales del Ejército que, según denuncias de Human Rights Watch, están involucrados en casos de ejecuciones de civiles (conocidos como “falsos positivos”). Esto no es más que patear la lonchera de la Justicia Especial para la Paz y hacerle trampa a un proceso que busca investigar y documentar el conflicto armado para que no haya olvido ni repetición.
Mientras tanto, en la frontera con Venezuela se mezclan con los guarimberos unos encapuchados paisas bajo la mirada cómplice de líderes del Centro Democrático como José Obdulio Gaviria.
La lista de cagadas de Duque es larga: hacerle conejo a la consulta anticorrupción, no escuchar a los estudiantes, mandar recados y hacer el oso ante otros personajes con balones o comitivas llenas de lagartos. Esto en tan solo siete meses de gobierno. Hace un año hablábamos de paz y la notable mejoría del país, hoy suenan tambores de guerra y Colombia parece retroceder 20 años, con atentados terroristas y el regreso del miedo.
De verdad quiero que al presidente le vaya bien, pero parece estar empeñado en hacer todo peor.
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