Algo terriblemente malo debe estar pasando en Caldas para que personajes como Ómar Yepes Alzate y Luis Guillermo Giraldo Hurtado vuelvan a la política. El primero como presidente del partido Conservador, el segundo como precandidato a la Gobernación. No es suficiente con que los herederos directos de los infames Víctor Renán Barco y Ferney Tapasco dominen la región, como para que sus compinches reaparezcan a hacer de las suyas.
Los caldenses no pueden ser tan desmemoriados. Cómo olvidar que estos sujetos - Yepes, Giraldo y Barco - estuvieron involucrados en el Gran Robo a Caldas a través de la Industria Licorera. Que la coalición barcoyepista se inventó un roscograma para pagar favores con puestos en empresas departamentales. Que hicieron del nepotismo algo normal.
Si alguien tan inescrupuloso como Hernán Andrade fue capaz de renunciar a la presidencia del conservadurismo es porque algo muy podrido se cocina adentro. Quien mejor que un cínico como Yepes Alzate para hacerse cargo en épocas preelectorales. Él, que usa a sus mandaderos para hacerle el trabajo sucio, sabe cómo repartir puestos a cambio de votos. Las grabaciones existen y la revista Semana las publicó en el 2003 (Los casetes del clan Yepes).
Si con lo anterior no basta, cabe recordar la investigación que le abrió la Corte Suprema por la supuesta apropiación de bienes de la mafia a través de la Dirección Nacional de Estupefacientes.
Giraldo Hurtado, por su parte, atizó la maquinaria del barcoyepismo y qué miedo el dinero de nuestros impuestos en sus manos. No solo le bastó ser el tercer implicado en el Gran Robo a Caldas, sino que años después se declaró culpable de los delitos de fraude procesal y falsedad en documento público. Todo por el entramado que organizó con la asociación Colombia Primero y con la que al parecer violó los topes de financiación electoral y así ayudó a la reelección de Álvaro Uribe como presidente. A pesar de aceptar su responsabilidad ante la Fiscalía, por esas cosas que pasan en este país, un juez lo absolvió.
Y pues a Barco la muerte lo salvó de una condena por parapolítico. Tal vez uno de sus menores pecados.
Si a este triste panorama político regional se le suma quienes apoyan y dan el aval a estos personajes, no queda más que temblar de miedo. El Centro Democrático, con sus dogmas y satanización de cualquier cosa o persona que ose a cuestionarlos: desde los profesores y el sistema educativo hasta la paz y la memoria histórica. Está el partido Conservador que se vende al mejor postor y un liberalismo dividido y sin liderazgo. Un partido Liberal dominado en Caldas por el congresista Mario Castaño, un tipo cuya lealtad está con quien mejor sombra le dé y más gabelas le otorgue.
Si bien las investigaciones en contra de estos personajes no prosperaron por cosas de tramoya, sus nombres siempre estarán asociados con corrupción. Y ya está bueno de ellos, que se vayan a lo suyo. Que se retiren y dejen a las nuevas generaciones hacer lo suyo. Ellos ya no necesitan engordar más sus bolsillos. Tampoco su hoja de vida, que más que un curriculum vitae parece un prontuario criminal.
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