La maldad está en los ojos de quien la quiere ver y eso me ocurrió esta semana en el supermercado. Estaba en la caja y una señora, que bien podría ser mi mamá, conversaba con una amiga mientras pagaba sus productos entre los que había una crema corporal cuyo ingrediente principal era el cannabis.
La primera idea que saltó en mi cabeza fue “vieja marihuanera”, lo cual fue un error. Pero ese es el resultado de años, décadas, de mensajes promovidos por la lucha antidrogas de los Estados Unidos y extendida en Colombia por el gobierno. En mi cerebro están implantadas “la mala hierba” y “la mata que mata”. Pienso en la violencia y en los muertos que nos ha dejado el narcotráfico. Y si son productos medicinales (como ungüentos o pastillas) lo asocio con charlatanería; con brebajes que vendería el Indio Amazónico.
Es la técnica Ludovico, de La naranja mecánica, en acción. Es la hipocresía que aflora porque he fumado marihuana sin caer en la adicción. Sin transformarme en un vicioso degenerado como lo pintan en Reefer Madness, clásica película de propaganda gringa anti yerba.
Pero es la reacción natural de una mente acondicionada y alejada de la razón. Es la traba -valga el doble sentido- que impide a los gobiernos afrontar el tema de la legalización y regulación de las sustancias ilícitas y que sataniza cualquier producto que pueda venir de estos cultivos. Por eso, en vez de prohibir, fumigar y erradicar hay que buscar alternativas urgentes para explotar este mercado.
“La firma investigadora Grand View Research, prevé que al 2025 el mercado global del cannabis medicinal será una actividad que mueva a nivel mundial 55.800 millones de dólares, con un crecimiento estimado promedio de 17,5%, que parte de un mercado de 11.400 millones de dólares”, aparece en el texto Cannabis medicinal fuente potencial de crecimiento económico para Colombia, publicado en el portal web del Senado.
En ese mismo documento, el rector de la Universidad del Rosario, José Manuel Restrepo, indica que el mercado de la marihuana medicinal en Colombia podrá tener en unos años el 10% de las exportaciones mundiales del producto. Eso es una ganancia de mil millones de dólares y, a largo plazo, hasta 4 mil 300 millones de dólares.
Eso es un “impacto" en el PIB del 0,2 al 0,5%, cercano al del microtráfico de estupefacientes que ronda el 0,75%, según datos del DNP, y que es dinero que no aporta al desarrollo económico nacional.
Con la coca sucedería lo mismo. Según datos del DNP, el narcotráfico en Colombia -enfocado principalmente en el comercio de cocaína- movió en el 2015 alrededor de 20,5 billones de pesos. Eso equivale al 3,8% del PIB. Pero en vez de buscar alternativas a las 209 mil hectáreas de coca sembradas en Colombia (de acuerdo a los datos presentados por la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos) estamos pensando en cómo erradicarlas, fumigarlas y acabarlas.
Porque eso nos inculcaron, que es la mata asesina. Sin embargo, de ella se pueden extraer sustancias medicinales útiles para tratar la depresión, los trastornos de déficit de atención e hiperactividad, el acné, el asma, el glaucoma, además de ser un potente analgésico y anestésico.
Sin embargo, el mercado de la cocaína legal y medicinal está en poder de las farmacéuticas que compran la hoja de coca a Bolivia o Perú, o la cultivan en algunas colonias. Bien lo contó hace un par de años la coordinadora del Colectivo MamaCoca, María Mercedes Moreno, en un texto para la revista Portafolio: "Decía José María Samper Agudelo, en 1884, justo antes de que los holandeses se llevaran la coca para su colonia de Java y la cocaína para sus laboratorios, cuando ambas eran legales: “la coca es para América una gran fuente de riqueza y esperanza. Riqueza como producto apetecible y de amplia exportación””.
Ya va siendo hora de cambiar el chip y sacudirse de las fallidas teorías de la DEA y el Departamento de Estado gringo sobre estos cultivos. El potencial está y los principales obstáculos están en los estereotipos aprendidos y en la hipocresía que tenemos sobre el tema de las drogas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015