Al menos 20 celebridades estadounidenses anunciaron, en 2016, que abandonarían su país si Donald Trump llegaba a la presidencia de los Estados Unidos. Alegaban que un tipo sin trayectoria política, ordinario, patán, egoísta, arrogante, un títere de Rusia… no era apto para sentarse en la Oficina Oval. Sin embargo, a día de hoy y con Trump en la Casa Blanca, ninguno de esos personajes abandonó su casa en California, Florida o Nueva York para irse a Canadá, México o algún país Europeo. Ninguno.
En Chile sucedió algo similar el año pasado, cuando el candidato de Nueva Mayoría Alejandro Guillier se acercaba en las encuestas a Sebastián Piñera. Varios empresarios e inversionistas dijeron que se irían del país austral si el político de izquierda llegaba a la presidencia. Alegaban que se convertirían en “Chilezuela”, usando el mismo discurso xenofóbico y de miedo que usa el Centro Democrático en Colombia.
Ganó Piñera, sin embargo esto no ha impedido la “venezolanización chilena”, fomentada por la diáspora de la Venezuela de Nicolás Maduro. Según datos del Departamento de Extranjería y Migración chileno, para finales del 2017 había un millón 119 mil 267 venezolanos radicados en su territorio. Cifra relevante para un país de 18 millones de habitantes.
Los anteriores ejemplos solo evidencian que, gane quien gane mañana las elecciones presidenciales, hay situaciones que no van a cambiar. Cosas que están por encima de las posiciones de Gustavo Petro o Iván Duque. La crisis venezolana y su migración, por ejemplo. Además, las personas no dejan sus cosas atrás -hogar, trabajo, familia- de buenas a primeras; tiene que suceder una intensa crisis social, económica o de violencia para que las obligue a salir de su territorio. Como lo sucedido en Colombia entre 1998 y 2008, durante los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, según la Celade (https://bit.ly/2lf8ioB).
Si mañana gana Petro, Colombia no se convertirá en Venezuela. Tampoco habrá expropiaciones arbitrarias, ni Constitución o instituciones de bolsillo, ni censura de medios, ni escuadrones de abejas adiestradas para atacar opositores. Lo creo porque bien conocidas son las capacidades de las personas que lo rodean, comenzando por su vicepresidenta, la manizaleña Ángela María Robledo. El déspota de la Colombia Humana que nos pintaron desde que fue alcalde de Bogotá, y que hoy se presenta más moderado y conciliador, al menos tendrá talanqueras serias.
No ocurre esto con Iván Duque. Quienes lo acompañan son los mismos que han llevado a Colombia a ser el tercer país más desigual del mundo, detrás de Haití y Angola, según un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es la rosca de la corrupción que tanto detestamos. Es la impunidad rampante. Es la caverna de ese país atemorizado por el cambio.
El candidato de las canas pintadas se presenta como la renovación, pero es el más retrógrado.
Mañana es la oportunidad de cambiar esas enquistadas élites políticas nacionales. De darle la oportunidad al país de plantearse una alternativa diferente. Encuentro en Petro ese chance y no le como cuento al canto de sirenas de que con él como presidente esto se va al carajo.
Pero si no gana, tampoco es para querer irse del país, como algunos personajes anunciaron a través de las redes sociales. Si gana Duque, no es necesario escapar de Colombia, pero sí es recomendable, al menos para algunas personas, cambiar de número telefónico.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015