Si le contara, amigo lector, que hay personas que creen que al universo lo creó - en medio de una borrachera - un dios monstruoso que vuela y que tiene forma de espaguetis con dos albóndigas, probablemente diría que es mentira. Y si agregara que en su versión del cielo hay volcanes que escupen cerveza y en vez de ángeles tienen strippers, me llamaría loco.
Pero existe esa religión, por ridículo que suene, y se llama Pastafarismo. Los seguidores de esta fe legalmente constituida también tienen sus dogmas, entre los que están que el Monstruo del Espagueti Volador tiene un nombre, pero es tan hermoso y difícil de pronunciar que quien ose decirlo o escribirlo morirá, al igual que todo ser dentro de un radio de 6 mil 534 kilómetros.
Los pastafarianos, sin embargo, no representan una amenaza. Son mamadores de gallo que saben que su fin es exponer lo absurdo de las religiones tradicionales y por eso muchos “moralistas” y camanduleros los señalan y atacan. El año pasado, en Puerto Rico, se reunieron los seguidores del Monstruo del Espagueti Volador para pedir la separación de la Iglesia y el Estado. Joel López Bou, portavoz de la Iglesia Pastafariana en la isla, denunció que recibieron “amenazas de muerte” por parte de los grupos más conservadores católicos y cristianos. De esos mismos que predican que “Dios es amor” y que tienen como dogmas que María, madre de Jesucristo, “es virgen antes, durante y después del parto de su Divino hijo”; y que en Dios hay tres personas: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y cada una de ellas posee la esencia divina que es numéricamente la misma”. O sea, como el aceite 3 en uno.
Así funcionan las religiones y otras organizaciones cuyo fin es alinear a algunas personas bajo una misma ideología. Grupos que - por convicción o contrato - deben asumir que los planteamientos de sus líderes son verdades irrefutables, por absurdas y peligrosas que sean. Lo que me trae al Centro Democrático…
Esta semana hemos sido testigos de cómo el líder de este movimiento político, el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe, usó las redes sociales para atacar con una bajeza nunca antes vista al periodista y humorista Daniel Samper Ospina. Ya antes lo había tildado de “bandidito" y “cobarde maltratador de niñas recién nacidas”, por los mordaces comentarios que el escritor ha hecho en su contra en sus columnas y por poner en evidencia la ironía que representa que una ferviente uribista, como lo es la senadora Paloma Valencia, bautice a su hija Amapola, cuando fue Uribe quien como presidente puso todo su empeño en erradicar esta planta, necesaria para la producción de heroína. Ahora, ante su audiencia de 4 millones 700 mil seguidores en Twitter, lo acusó de “violador de niños”.
Un señalamiento sin pruebas que solo busca ensuciar el buen nombre de Samper Ospina, padre de dos niñas. Y cuando a Uribe le advirtieron que estaba hilando muy fino, que mentía, y que debía retractarse, el expresidente continuó sus ataques. Dijo que Daniel hacía “publicaciones pornográficas con menores”, acusó a los periodistas que lo defendieron de estar sobornados por el Gobierno, y enfiló a sus seguidores para que lo remataran.
Si le contara, amigo lector, que alguien a quien la Corte Suprema de Justicia encontró culpable de injuria y calumnia, salió a difamar al periodista en las redes sociales, pensará que eso es ridículo. Y si le afirmara que un asesino con al menos 300 muertos encima escribió que Daniel es un “sicario de la moral”, alegará que es ridículo. Pero pasó. Las joyas de José Obdulio Gaviria y John Jairo Velásquez, alias Popeye, lo hicieron.
El escritor israelí Amos Oz dijo: “Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea un fanático”. El Centro Democrático va a pasos agigantados a convertirse en una religión absurda. Una que tiene a calumniadores como profetas, sicarios del Cartel de Medellín como arcángeles y a un mesías que, al igual que el Monstruo del Espagueti Volador (pero en vez de dos albóndigas tiene tres huevitos), acabará con todo aquel que se atreva a mencionar o escribir su nombre. Ridículo, ¿no?
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015