Los años electorales permiten renovar un sentimiento parecido al que se vive todos los 31 de diciembre, la fe en las promesas y la creencia que todo puede ser mejor.
La diferencia fundamental entre el primero y el segundo es que en diciembre exaltamos la alegría y las promesas son personales, en los años electorales se hace énfasis en la crítica y las promesas vienen de un tercero.
No obstante lo anterior, hay algo en lo que se coincide entre uvas y promesas. Si los deseos se planifican y se aterrizan a sus justas dimensiones, la determinación y disciplina serán el complemento perfecto para que se cumplan nuestros sueños, (empezar un proyecto, bajar unos kilos, conseguir trabajo) así mismo, si los discursos se moderan y se plantean con cabeza fría, el liderazgo y empuje del gobernante seguro nos podrán llevar a ver la materialización de sus sueños en beneficio de todos los ciudadanos.
Hoy, tal vez más que nunca, los electores estamos a la espera de una propuesta de gobierno que construya sobre lo construido, que valore e impulse lo bueno y reordene lo que se pueda mejorar. Hay esfuerzos comunes que nos unen como sociedad que vale la pena continuar, hacerlos propios y ejecutarlos a como dé lugar.
El progreso, la paz, la educación y la superación de la pobreza no tienen colores políticos, más que una bandera es una obligación de todo aquel que quiera asumir una posición de liderazgo.
Los fundamentalismos sectarios y las generalidades populistas están mandados a recoger, para avanzar se necesitan propuestas concretas, planes de acción, tiempos y responsables.
Es preciso entender que el mandatario es el gerente de nuestro departamento y ciudad, más que carisma y queridura lo que necesita es experiencia, visión y tener la capacidad de cumplir lo que promete.
Personalmente no quiero un gobernador o alcalde amigo, quiero un gerente que le dé al departamento y ciudad mayores ingresos, proyectos que valgan la pena y nos reten como sociedad.
No quiero un hombre cercano, quiero un líder ético que le dé valor a la lealtad y honestidad, que rescate el empuje que en un momento caracterizó a nuestros antepasados para sacar adelante los grandes anhelos de la tierra.
No me quiero conformar con entender un plan de gobierno, quiero sentirme retado desde donde me toque a ayudar a construir una mejor ciudad, departamento y país. La convocatoria para este trabajo debe ser a todo nivel y el compromiso debe ser de todos.
Empieza un año electoral, hay que hacer la tarea de retar y conocer a nuestros candidatos, de mi parte aprovecharé esta columna solo para proponer, espero que sirva de algo.
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