Tengo muchos amigos que defienden con pasión a Aerocafé. Algunos lo hacen con convicción sincera sobre la necesidad de que Manizales solucione su transporte aéreo; en otros noto herencias de la histórica rivalidad con Pereira (dicen: “no tenemos por qué someternos a aterrizar en el Matecaña”) y otros tienen puesto en el aeropuerto no solo el corazón sino también el bolsillo: sueñan con que ocurra lo que pasó en Llanogrande con el aeropuerto de Rionegro, en donde las fincas que se medían por hectáreas se convirtieron en lotes urbanizables que se vendieron por metro cuadrado a precio de oro.
No defiendo el aeropuerto, pero tampoco me opongo a que lo hagan. Ojalá resultara un inversionista privado de la China, o mejor aún de la India o España, los países en los que estuvieron de paseo hace unos días algunos diputados y concejales nuestros. Sería bueno que apareciera algún archimillonario dispuesto a invertir en el corazón turístico de Colombia. Pero como llevan décadas buscándolo y no lo encuentran soy escéptica frente a la existencia de ese Rey Midas escondido en algún rincón del planeta, que no ha descubierto aún la oportunidad de negocio que tiene acá.
Lo que sí no me cuadra es la euforia con que algunos recibieron el anuncio del gobierno nacional de incluir una partida de $100 mil millones en el presupuesto de la nación para Aerocafé. Para empezar, incluir la partida no significa que ya esté aprobada. Pero supongamos que el Congreso la aprueba... dicen las normas de etiqueta que a caballo regalado no se le mira el diente y entonces habrá quien piense que es una descortesía criticar los $100 mil millones que nos va a regalar el Gobierno Nacional. Pues los critico precisamente por eso: porque no son un regalo sino plata pública que sale de sus impuestos y los míos, y que no va a alcanzar para construir el aeropuerto.
Cuando se habla de Aerocafé siempre se dice que la primera fase cuesta $424 mil millones. Es decir que el Gobierno Nacional no está dando ni siquiera la cuarta parte. Pero además esa cifra de $424 mil millones se viene repitiendo idéntica desde hace al menos 5 años. Ya quisiera que el mercado de mi casa costara hoy lo mismo que hace un lustro…
Pero no nos enredemos en minucias y asumamos que la primera fase sí vale $424 mil millones. Esa fase consiste en hacer en Palestina una pista de 1.600 metros que es casi igual a la de La Nubia. Es decir: no va a ser la pista en la que aterrizarán los aviones que hoy llegan al Matecaña, aeropuerto que en enero de este año movió 154 mil pasajeros, mientras que La Nubia movió 18 mil. Para que a Aerocafé lleguen aviones grandes se necesita construir la fase dos del proyecto, que consiste en alargar la pista inicial a 2.600 metros.
Y es acá cuando aparece el título de esta columna. Para cuadrar la caja de los $424 mil millones de la primera fase, el gobierno nacional pone $100 mil millones, se lava las manos, y a esta región le toca conseguir el saldo o rogarle al presidente para que en los próximos años dé más plata. La idea que tienen es vender el terreno donde hoy está La Nubia. El valor de la venta se calculaba hasta hace poco en $70 mil millones aunque esta semana leí que ya va en $100 mil millones. Pero no nos enredemos en minucias.
El plan consiste entonces en vender La Nubia, usar ese dinero para hacer una pista de similar longitud pero a 26 kilómetros de Manizales, y a partir de ahí esperar a ver cuándo resulta la plata para la segunda fase, que cuesta más que la primera. Eso puede tardar décadas y lo del tiempo es importante porque sobre la fase uno llevamos hablando 43 años.
Con ese panorama, yo prefiero el aeropuerto de La Enea. A los que criticamos Aerocafé nos dicen cortoplacistas. Puede ser, pero me parece más cortoplacista aún negarse a ver que esta ciudad está llamada a integrarse con Pereira.
Cuando hicieron el aeropuerto de Rionegro nadie dijo que había que cerrar el Olaya, que de hecho sigue operando. La Nubia tiene problemas de nubes y de ceniza (de los que Palestina no está blindado) pero así como en el pasado me quejé en este espacio del monopolio de Avianca, hoy reconozco que desde que llegó Easy Fly las cosas mejoraron: los aviones salen a tiempo y se volvió muy raro que aterricen en Pereira.
Hace dos meses el gobernador entregó obras en La Nubia por $7.380 millones y anunció un estudio para determinar qué se necesita para operar de noche. También se ha hablado de reabrir la cabecera 28 o norte, por donde se aproximaban los aviones de Aces. Ojalá todo eso se hiciera, así como mejorar la vía a Pereira, por la que viaja tanta gente cada día. Me parece que ahí quedarían mejor invertidos los $100 mil millones.
Porque eso sí, espero que esa plata se invierta. Que no ocurra lo que pasó con los $200 mil millones que directivos de Aerocafé enterraron en unos terraplenes que hoy no tienen uso. Ni tampoco sancionados.
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