Hay gente que toma en su vida decisiones valientes como dedicarse al fagot, al contrabajo o al corno.
Recuerda mi papá que cuando le contó al suyo que se iba a casar con mi mamá, mi abuelo le dijo: “¿con lo cara que está la panela?” y él le respondió: “¿y entonces quiere que espere a que baje?”.
Si quienes desean dedicarse a la música clásica se sientan a esperar que las sinfónicas se vuelvan un hit comercial, seguramente llegan a viejos sin cumplir su sueño. Por fortuna la plata no es lo único importante y esa pasión los conduce a oficios bellos, indispensables para que otros seres humanos seamos más felices.
(Pero la plata obviamente sí es necesaria y los artistas merecen ingresos dignos).
Esta semana tuvimos espacio para la música clásica, gracias al Festival Internacional de Música CiMa, en donde la Orquesta Sinfónica de Caldas volvió a brillar. Cada vez que la oigo pienso en lo afortunada que es esta ciudad de tener intérpretes de tan alta calidad, con conciertos frecuentes y gratuitos.
La Universidad de Caldas, que organiza CiMa y es el soporte de la Sinfónica, es un ente público. Los recursos públicos bien administrados sirven para financiar estas iniciativas, que de otra manera no serían sostenibles.
Por eso, por la larga vida que le deseo a nuestra Orquesta Sinfónica, tengo dos planes para hoy domingo: votar 7 veces sí en la consulta anticorrupción, a ver si algún día el erario que dilapidan algunos políticos se dedica a financiar proyectos culturales, e ir luego al Recinto del Pensamiento a oír a la Orquesta Sinfónica en el 6º Festival la Música y la Naturaleza, que ofrece conciertos de 9:00 am a 5:00 pm. Invitados todos.