Es una lástima que las columnas de opinión no tengan olor porque sin ese elemento ésta quedará incompleta: requiere aroma a cilantro recién cortado, a mango maduro, a carne, a sancocho de espinazo, a café.
Tampoco tienen sonidos y eso la deja más coja aún. Necesita el cacareo de un gallo, el motor de un willys y voces amables que dicen “qué se le ofrece monita”, “sígase patrón” y “bien pueda pregunte”.
Sin embargo quedan las palabras, protagonistas el pasado jueves de una estimulante conversación que convocó la Corporación Cívica de Caldas en la Galería para hablar de su pasado, presente y futuro. La plaza de mercado tiene un edificio hermoso pero vetusto, construido en 1951, y es valiosa no solo por su arquitectura sino, sobre todo, por las múltiples actividades que ocurren allí.
Justo Pastor López, gerente de la plaza, dio cifras para dimensionar su riqueza: su entorno genera 4.000 empleos y mueve $2.000 millones diarios, casi todo en efectivo. Más del 70% de los alimentos que allí se venden vienen de Corabastos en Bogotá, y en menor proporción de Nariño y Valle. Es el sitio que Manizales ofrece a los campesinos caldenses, quienes viajan hasta allí para comercializar tomate chonto, cítricos y plátano. Cerca del 60% de sus vendedores son personas de la tercera edad que llegaron a la plaza siendo niños o jóvenes, y el relevo generacional se da con sus hijos, pues predomina el negocio familiar.
En sus cuatro pabellones hay 700 locales arrendados, a los que se suman cerca de 450 vendedores que ocupan el espacio público con puestos permanentes. Esta es una de las principales quejas de quienes allí trabajan, porque dicen que las ventas ambulantes hacen difícil el tráfico en una zona que no tiene parqueaderos, y además dan una imagen de desorden, de ser un sitio deprimido y en mal estado, poco atractivo para el comprador o el turista. La solución que plantean es simple: que se levante (¡por fin!) el quinto pabellón y se ubique allí a la gente que hoy trabaja en la calle.
En el macroproyecto de San José se contempló un Plan Parcial para la Galería estimado inicialmente en $25.200 millones, que presenta un avance aún peor que el de las viviendas que debieron entregarse hace años a la gente que salió desplazada para otros barrios. También hace tiempos se viene prometiendo gestionar recursos con Fontur, teniendo en cuenta que es la única plaza de mercado de ciudad capital incluida en el Paisaje Cultural Cafetero (Pereira y Armenia ya no tienen), pero hasta ahora Fontur, la misma entidad del colgado Cable de Los Yarumos, no concreta ningún plan.
Por eso resulta muy oportuna la propuesta de la arquitecta Adriana Gómez y la maestra en artes plásticas Ayda Nidia Ocampo, de la Universidad de Caldas, quienes argumentan por qué la Galería tiene todo el potencial para que se gestione una declaratoria nacional de interés patrimonial material e inmaterial.
Las razones son múltiples: en el Paisaje Cultural Cafetero se ha hecho mucho énfasis en las fincas pero el paisaje urbano también es clave y el espacio de la Galería es vital: es un espacio vivo en el que convergen medicina tradicional, cultura culinaria, técnicas ancestrales para fabricar artesanías y las ventas de productos del campo, que hacen de este lugar la despensa de Manizales.
La Galería tiene una completa sección de calzado de segunda, venden curiosidades como escobillones hechos con pelo de cola de caballo o trampas para ratones. Cuenta con una zona para los cambalaches y otra de corretaje, en la que se consiguen repuestos, tornillos y herramientas usadas, muy baratas. Desde hace tres años, por la misma época en la que desaparecieron las carretillas de caballos, empezó a crecer la sección de mascotas, por no hablar del pabellón de plantas medicinales, que es la EPS de muchísimas personas sin acceso al sistema de salud, y de quienes pudiendo acceder confían más en la medicina tradicional.
La primera tarea para lograr que la Galería sea declarada patrimonio nacional es volverla un orgullo local. Su gerente dice que está bastante segura, contrario a lo que todo el mundo cree, y para ratificarlo explica que el CAI de La Terraza lleva dos años consecutivos como el mejor de la ciudad, que en el entorno hay suficientes cámaras, que la Escuela de Carabineros ronda permanentemente y que los mismos vendedores de la zona ayudan a cuidar.
Hoy domingo solo abre el pabellón de carnes. El resto de la semana abren todos los pabellones, de 7:00 a.m. a 5:00 p.m. Recomiendan ir los martes porque hay menos congestión, aunque también los jueves, los viernes, los sábados… Todos los días van estudiantes a hacer trabajos de la universidad y extranjeros que toman miles de fotos. Van turistas, pero podrían ir más. Faltamos solo nosotros.
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