Este viernes se celebra el Día Internacional de la Mujer y la verdad es que le he cogido pereza a esa conmemoración.
Sé que es un día importante en la historia de las luchas feministas: su origen se remonta a 1909 cuando cerca de 15.000 mujeres protestaron por las condiciones de trabajo que padecían en textileras de Chicago y Nueva York y desde 1910 se empezó a celebrar el 8 de marzo, por iniciativa de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que incluyó una agenda que buscaba más participación femenina en política, sufragio universal, equidad salarial y acceso a condiciones laborales dignas. De hecho en su origen se llamó Día de la Mujer Trabajadora.
Todos esos reclamos son muy importantes y siguen vigentes, pero me parece que la fecha se transformó en una jornada que oscila entre el amor y la amistad y el día de la madre. Una fiesta comercial llena de hipocresía, melosería y babas.
Este viernes, apenas me despierte, ya tendré mi celular lleno de mensajes que desde el texto y la estética refuerzan la retórica machista: tarjetas con mucho rosado, corazones, pétalos, peluches y letra pegada y almibarada, que repiten palabras como “ternura”, “delicadeza”, “flor”, “dulzura”, “encanto” y “belleza”.
Si usted recibe una tarjeta que diga algo así como: “mujer, con tu aroma y tu ternura llenas de belleza nuestro trabajo” o “en la cuna nos cuidó una madre y ahora tú nos sigues cuidando”, significa que usted tiene mucho trabajo pedagógico por hacer: ese hombre (o esa mujer) aún no ha comprendido nuestro lugar en la sociedad. En el Día de la mujer muchos mensajes refuerzan que somos figuras decorativas o destinadas al cuidado de los otros. Que calladas nos vemos más bonitas. Dirán que la intención es lo que vale, pero como dice el refrán: de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
Capítulo aparte merecen los mensajes que asocian ser mujer con ser mamá, como si el fin de las mujeres fuera reproducirse. Ser mamá es maravilloso, pero no serlo también: es una decisión autónoma y libre que hemos logrado gracias a reivindicar el goce de la sexualidad, el uso de métodos anticonceptivos y el derecho a abortar. Esas conquistas se han ganado pese a la oposición de los poderes políticos y religiosos. Se han luchado en las calles y con votos, no con esquelas rosadas con caritas felices.
El Día de la mujer es propicio para que los políticos en campaña se paren en las esquinas a repartir rosas y también para que las autoridades den cifras sobre sus esfuerzos por la equidad de género. Pero es curioso que esos políticos y esas autoridades, tan comprometidos con las mujeres, sean en su inmensa mayoría hombres: en los espacios decisorios las mujeres seguimos siendo escasas. En el mejor de los casos somos una conveniente cuota de género. El techo de cristal es una realidad palpable en el sector público y también en el privado.
Este viernes recibiremos felicitaciones de personas que envían chistes sexistas, ningunean a las mujeres en las reuniones, las interrumpen, les hablan con tono condescendiente o las subordinan; de partidos que no tienen mujeres elegidas popularmente, de medios que siguen hablando de crímenes pasionales, como si el amor justificara el homicidio; de maridos que se sientan a esperar que su esposa les sirva el desayuno, o de colegios que ofrecen cursos de fútbol para niños de todas las edades pero solo para niñas de bachillerato, en el mejor de los casos.
Todo eso ocurrirá el viernes. Y el domingo otra vez la noticia serán los partidos de fútbol de la liga de mayores, masculina por supuesto, porque femenina no hay. Aunque los derechos de la mujer son importantísimos, sería una exageración pensar suspender ese torneo, cerrar los estadios y exigirle a la dirigencia del fútbol colombiano que renuncie, hasta que no se aclaren las denuncias sobre acoso sexual que presentaron jugadoras de la Selección Femenina Sub 17. En el pasado otras jugadoras de fútbol colombiano se han quejado de que no les pagan, o que los premios que ellas ganan en la cancha los reciben sus compañeros hombres. Esta semana Álvaro González Alzate, vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, presidente de la Difútbol y oriundo de aquí, dijo que las denuncias de las jugadoras son puro "afán de figuración y protagonismo inmerecido".
Seguro que esas deportistas también recibirán este viernes muchos mensajes de felicitación por el Día de la mujer.
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