No sé si hoy o mañana se cumplen 80 años del día en que el teniente Jesús María Cortés Poveda abofeteó al soldado Roberto Restrepo y lo lanzó desde el primer piso hasta el patio del Batallón Ayacucho.
Recordar ese golpe hoy parece insignificante, pero no lo es. La noticia salió publicada en La Voz de Caldas el 10 de octubre de 1938 y dos días después el teniente fue hasta el periódico, en el centro de Manizales, a pedir una rectificación. La información era cierta, pero según él ofendía su honor militar. El director del diario lo invitó a escribir su versión de los hechos pero el teniente prefirió arreglar las cosas a su manera: le pegó tres tiros.
El director era Eudoro Galarza Ossa. Murió horas después y a sus 43 años se convirtió en el primer periodista asesinado en Colombia por ejercer su profesión.
En la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales denominamos este 2018 como el “Año Eudoro Galarza Ossa” y hemos hecho varias actividades para recordar la memoria de este mártir olvidado: desde releer su periódico, que no sobrevivió a su muerte, hasta revisar el proceso judicial que terminó en impunidad, ya que el teniente fue absuelto gracias a la defensa que hizo de él Jorge Eliécer Gaitán la noche previa al Bogotazo.
Este viernes es el aniversario del asesinato de Galarza, una buena oportunidad para preguntarse qué tanto han cambiado las cosas desde entonces: hoy sigue siendo muy difícil informar sobre lo que ocurre en el mundo militar; la mayoría de los crímenes contra periodistas terminan en impunidad y muchos son cometidos por agentes estatales.
Me parece que Manizales tiene una deuda enorme con la memoria de Galarza.