Hace un año Carlos Slim, el mexicano que puntea las listas de los hombres más ricos del mundo (en los primeros 20 puestos hay solo una mujer), lanzó una idea que ilusionó a más de uno. El titular decía: “Slim propone reducir la semana laboral a 3 días hábiles”.
Lo de “trabajar, trabajar y trabajar” no va conmigo, desde ningún punto de vista. Disfruto mucho el trabajo, y trabajo mucho, pero también me gusta leer, escribir, viajar, pensar, divagar, salir a comer, tomar café con los amigos, oír música, caminar, puebliar, compartir con mi familia y tantas otras cosas que se pueden hacer cuando uno no está en la oficina. Hay miles de personas como yo y justamente eso fue lo que Slim argumentó: “esta civilización quiere más conocimientos, más experiencias y menos esfuerzo físico. La productividad ha crecido exponencialmente, aunque lo nieguen algunos economistas”. Agregó que el ocio es también una industria que genera empleo y riqueza, y se fomentaría significativamente si la gente tuviera más tiempo libre.
Como los magnates logran fácil que sus ideas se conviertan en leyes de la república, yo ya iba a empezar a fantasear con fines de semana que empezaran en la noche del miércoles hasta que recordé que el diablo está en los detalles: la letra menuda de la propuesta consistía en reducir la jornada laboral pero aumentar la edad de jubilación porque, según Slim, la gente llegaría a vieja sin sentirse cansada y con ganas de seguir trabajando.
Si algo me ilusiona es la posibilidad de pensionarme con edad y salud para disfrutar de mi jubilación. Yo no aspiro al premio gordo de la lotería ni a comprarme un yate, pero sí anhelo ganarme un tiempo libre, cuando aún tenga capacidad mental y energía, para dedicarme a leer, escribir y estar con mi familia. No quiero una pensión que me sirva solo como auxilio médico o funerario.
Como el tema de la pensión realmente me interesa, y quizás más desde que soy mamá, de vez en cuando reviso la historia laboral, tengo claras las semanas que llevo cotizadas, las que me faltan, y los años que me restan para llegar a 57. Además coincido con lo que en su momento le oí decir a los periodistas Judith Sarmiento y Héctor Rincón cuando recibieron sus respectivas pensiones y dejaron de trabajar en Caracol Radio: la jubilación es el momento de retirarse del ritmo laboral de jornada completa para abrirle oportunidades a las nuevas generaciones. Es posible seguir trabajando, pero a un ritmo más pausado.
Llevo años imaginando el cumpleaños número 57, para el que todavía falta mucho rato, pero esta semana envejecí súbitamente 5 años. La Asociación Nacional de Instituciones Financieras, Anif, propuso ampliar la edad de jubilación: los hombres de 62 a 67 y las mujeres de 57 a 62.
Las propuestas para reformar el sistema pensional siempre se presentan al estilo de “ya viene el coco”, que consiste en “ya va a explotar la bomba pensional”. Se dice que el sistema está desfinanciado y que hay muchos colombianos que no alcanzan a pensionarse ni siquiera con el mínimo. Pero la iniciativa de Anif también tiene letra menuda: Colpensiones no podría recibir nuevos afiliados, que tendrían como única opción los fondos privados. Por eso creo que la preocupación por la bomba pensional está atada al interés por las jugosas utilidades que los fondos privados representan para sus dueños, entre quienes se cuenta Slim, y que serían mayores si los que cotizamos en Colpensiones nos pasáramos a un fondo particular.
La propuesta la hace Anif, representante del sistema financiero colombiano que en 2016 acumuló utilidades por $12,5 billones, gracias a los intereses que los bancos nos cobran a todos los usuarios, y a las tarifas por servicios bancarios. Y ese es el modelo que se aplica para los fondos privados, que hoy tienen en Colombia 14,6 millones de afiliados, con aportes por $215 billones.
Las cifras sobre el tema pensional siempre se expresan en billones, o en miles de millones, con demasiados ceros a la derecha. En eso se parecen a las cifras de la corrupción o a la del dinero que se esconde en paraísos fiscales. Si se robara menos, o se evadieran menos impuestos, tal vez no tendríamos que aportar 5 años más de vida para podernos jubilar.
Aumentar la edad de jubilación es por ahora apenas una propuesta, pero es muy posible que llegue al Congreso. Si yo fuera congresista y ganara $30 millones mensuales durante 4 años quizás no estaría preocupada por mi edad de retiro. Pero como no lo soy, sí me preocupo. Por eso quiero oír de todos los candidatos a Presidencia y Congreso cuál es su posición clara sobre esta idea de Anif: para empezar a descartar nombres. No votaré por los que me ofrezcan trabajar, trabajar y trabajar 5 años más de lo planeado.
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