Los caballos de la reina
Señor director:
El 19 de septiembre de 2022, último de los diez días del funeral de Estado de su Majestad Isabel II, Reina de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, la televisión mundial mostró el imponente desfile desde la Abadía de Westminster hasta el Castillo de Windsor, desfile en el que jugaron papel principal los Horse Guards (Guardias a Caballo o Guardias Montados) y sus magníficos corceles.
No fueron tan numerosos como los que actuaron en otro de los días de las exequias reales, apenas una parte de la cabaña caballar de la Emperatriz, de quien se dice que fue propietaria de mil ejemplares. Pero todos tan hermosos, de alzada notable, bien tenidos, en buenas carnes, limpios y enjaezados de modo impecable, de pelaje brillante, adecuadamente domados, en general tranquilos, obedientes a las órdenes y ayudas de sus jinetes y amazonas.
Vimos dos corceles blancos; son de raza Windsor, formada en el castillo que lleva ese nombre, la residencia predilecta de Isabel. Entre esos dos caballos iba un espécimen Shire, raza de tiro pesado, la de los de mayor tamaño y peso, que no los de mayor belleza, no obstante las cernejas, plumas o pelos que les cubren las cañas. Ese animal llevaba sobre sus lomos a un militar que tocaba dos enormes atambores (tambores), el uno a la derecha y el otro a la izquierda; como el tamborero tenía que usar sus dos manos, llevaba las riendas con los pies.
El destacamento de caballería estaba formado por caballos negros y castaño-oscuros o zainos. Cuatro o cinco amazonas del Ejército cabalgaban delante de los demás jinetes. Los ejemplares de ese destacamento parecían cruzados de Pura Sangre Inglés y de alguna raza de tiro: varios de ellos exhibían perfil frontonas al convexo, no muy pronunciado. Casi todos cabeceaban como pidiendo rienda, pues iban al paso, sin prisa.
La televisión dijo, pero no mostró, que la yegua favorita de la monarca ocupaba lugar de honor en los prados del castillo, durante la parada ceremonial. Lástima que no la vimos.
Nota peregrina- Irlanda del Norte, el Ulster, debe ser devuelta a la República de Irlanda, previa expedición de un estatuto que garantice los derechos de sus ciudadanos.
Don Cecilio Rojas
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