Carta al representante Juan Sebastián Gómez
Con respecto a la confirmación de que votarás a favor de la Ley que acabaría con las corridas de toros porque “siempre he tenido una posición de respeto por los animales”, y ante lo que significa acabar con el arte taurino y la parte más distintiva de la Feria de Manizales, que es la consecuencia de esa Ley, es pertinente hacer algunas reflexiones.
Es evidente la contradicción de un congresista “liberal” que vota por el prohibicionismo. Y digo liberal porque entiendo que esa es tu inspiración política: la protección de los derechos. El argumento fácil de la prohibición es decir que como hay unas consecuencias por un hecho social, este debe acabarse por completo. Pero, un liberal no utiliza el prohibicionismo como su primera y principal herramienta. Un liberal trata primero de comprender e intenta disminuir el daño y busca una negociación, pero nunca prohibir.
¿Los votantes en contra de las corridas se han acercado a ganaderos, toreros y otros de la tauromaquia a explorar alternativas como acabar con la pica y la muerte, por ejemplo? ¿La única salida es prohibir? Manizales, especialmente, ha construido una identidad y el respetable cada vez comprende más el arte y se comporta a la altura de lo que significa este rito. Otros nos visitan y admiran y envidian la tradición que se celebra cada inicio de enero. Prohibir las corridas, destruirá una tradición local de tres cuartos de siglo que se ha fortalecido últimamente. ¿Se han preguntado los prohibicionistas si la gente asiste a la plaza por ver sufrir al toro o si más bien lo hacen por vivir un arte, un oficio casi milenario y sentirse parte de un rito, asunto importante en cualquier sociedad?
Un caso diferente, pero ilustrativo: desde hace rato asisten al estadio Palogrande miles de jóvenes a la barra Holocausto. Estoy seguro que ninguno está de acuerdo con el genocidio de 11 millones de judíos por causa de los nazis. Sin embargo, el resto de la sociedad no ha pretendido prohibirlos ni desterrarlos por hacer alarde del sinónimo de una de las más grandes vilezas de la humanidad. Más bien, o hemos sido indiferentes (mala concepción de la tolerancia), o esperamos pacientemente a que sus líderes comprendan la contradicción moral de su nombre.
El bien pensar no siempre lleva al buen obrar. Todo extremo es dañino y, nada raro tendría que la tendencia a proteger otras especies acabe creando reglas sobre como jugar con tu perro o incluso, no comer ni vegetales, porque también sufren. ¿Si en vez de prohibir piensan más bien en morigerar y negociar? El prohibicionismo es el nuevo conservatismo.

Cordialmente, Ricardo Gómez Giraldo.

Sección
Fecha Publicación - Hora