Grecia: Demonología
Señor director:
Los griegos no concebían a los dioses como creadores, sino como parte del Cosmos. Habían surgido de la naturaleza, como unos sobrehumanos e inmortales, pero que no diferían en otros aspectos de los seres humanos. Los primeros dioses eran poco más que fuerzas naturales personificadas, Gea, la Tierra y Urano, el Cielo, surgidas de un Caos primordial, antes de configurarse el Cosmos. Los dioses eran poderosos e inmortales, pero en ningún caso omnipotentes y eternos. Cada generación había disputado la soberanía a la generación anterior.
Urano fue derrotado y castrado por su hijo Crono, que a su vez fue derrotado por Zeus y este evitó su derrocamiento como dios supremo engullendo a su amante, la diosa Métis (que significa “prudencia” o en el mal sentido “perfidia”) embarazada de Atenea, pues le había sido revelado que después del nacimiento de esta hija, nacería una niña y luego tendría un varón que lo destronaría. Para evitarlo, Zeus engulló a Metis, con la hija que esperaba. De esta manera, los últimos dioses olímpicos, con Zeus al frente, quedaron como los amos del universo, no sin antes tener que enfrentarse a los dioses de la generación anterior, los Titanes (Titanomaquia) y a los Gigantes (Gigantomaquia)
Los dioses griegos no eran tan poderosos, ni omniscientes, ni eran un dechado de virtudes. El Olimpo, (sede de los dioses, situado entre Tesalia y Macedonia, en Grecia) se concebía como una monarquía arcaica, con su rey y una asamblea aristocrática, formada por los dioses principales. Pero ni esa asamblea, ni Zeus eran los que decidían los acontecimientos del mundo, pues ellos estaban sometidos al “destino”, ante el que eran completamente impotentes.
Los dioses no lo sabían todo, ni siquiera Zeus, que había precisado de revelaciones sobre acontecimientos futuros para mantenerse como amo del Cosmos. También podían sufrir, a veces eran cargados con cadenas por otros dioses y ser arrojados al Tártaro y ser atormentados.
Los dioses mismos podían ser crueles, sin que otros dioses los pudieran castigar. Los seres demoníacos, enemigos de los olímpicos, no eran hostiles a los seres humanos. El fin de la felicidad del género humano coincidió con el ascenso al poder de los dioses olímpicos. Zeus los convirtió en subordinado, siervos o súbditos y tratados con desprecio y prepotencia, por lo que les envió el diluvio para aniquilarlos, solo los consejos de Prometeo salvaron a Deucalión y su esposa Pirra.
La figura más satánica de la mitología griega, a la par que la más heroica y simpática, es el Titán Prometeo, enemigo de los dioses y de Zeus, el gran benefactor de los humanos, que se atrevió a robar el fuego a los dioses para dárselo a los humanos.
Prometeo desafió a los dioses olímpicos, no para disputarles el poder, sino para poner coto a su despotismo y ayudar a unas criaturas inferiores, los humanos, oprimidos por la prepotencia de los dioses olímpicos. Prometeo, el bienhechor de la humanidad, es hijo del Titán Jápeto y de la Oceánide Climene.
Fernando García Cuartas
César Montoya Ocampo
Señor director:
Uno de nuestros letrados del Departamento que dejó huella. Sus estudios secundarios fueron en Medellín y Salamina con los grandes educadores de La Salle donde nos conocimos. Su formación profesional fue en Bogotá y Manizales donde gozó de fama local y nacional.
Su oratoria embelesaba al público y entusiasmaba a las masas; de allí su inclinación en la política, donde sus jefes lo valoraban y confiaban en su lealtad. Estas amistades le dieron oportunidad para desempeñar puestos importantes. Buen número de años estuvo al lado del doctor Otto Morales Benítez con quien compartió en Bogotá; fue la época del ejercicio profesional en Derecho de gran éxito. ¿Error no haber seguido? así lo consideramos muchos.
¡Cuánto no se ha escrito sobre el doctor César! Qué bonito dejar fama en acción política y profesional. Su amistad fue de gran enseñanza en su profesión. Más de uno, pensamos, que si hubiera hecho una carrera más larga en el Congreso de la República como analista de leyes y en el Derecho penal como defensor, hubiera brillado más, hubiera servido mejor. Su talante era para haber sido de mayor renombre nacionalmente y de mejor servicio como escritor.
¡Cuántas leyes y cuántos libros hubiera producido para bien del país y del intelecto! A veces las copas, siendo de gran placer y distracción, llevan a malograr grandes inteligencias. Paz en su tumba.
Ernesto Quintero Gil
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