Asesinado por eso, por ser periodista
Señor director
Quiero referirme a un escrito del señor Óscar Campuzano, publicado en un grupo de WhatsApp, en el cual habla del premio de Periodismo, organizado por la Alcaldía de Manizales, cuyo nombre es un homenaje a Orlando Sierra Hernández. Objeta el mencionado señor por la demora en la entrega de éste, y de contera, pide que le cambien el nombre al premio, pues según él, Orlando Sierra no era periodista sino filósofo, e insinúa que LA PATRIA le hizo una especie de favor, al abrirle las puertas del periódico.
Está en todo su derecho el señor Campuzano, en manifestar su desacuerdo con el nombre del premio, sin embargo yo quisiera hacerle algunas precisiones, acerca de sus argumentos. Primero: Efectivamente Orlando Sierra, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Caldas, pero desde antes de recibir su grado, empezó a colaborar con LA PATRIA, escribiendo glosas y artículos, sobre el acontecer cultural de su Universidad y la ciudad. Segundo: Quiero recordar acá, que al retirarse de su cargo como director de Extensión Cultural de la Universidad de Caldas, y ya con su corto, pero reconocido bagaje, entró de planta a dicha Casa Editorial, para dedicarse en primera instancia a las páginas culturales, seguidamente pasó a ser editor de Papel Salmón, posteriormente fue editor de locales, más adelante ejerció la jefatura de la redacción del periódico y al momento de ser vilmente asesinado, se desempeñaba como subdirector del periódico. Tercero: Contrario a lo que afirma este señor Campuzano, Orlando cursó con la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la profesionalización, que le dio el título de Comunicador Social y Periodista. Y cuarto, que no por estar de último, es menos importante: Orlando Sierra Hernández, fue baleado frente a las instalaciones del periódico y delante de su hija, no por una bala perdida, no por atracarlo, no por cobrarle una deuda de dinero o de drogas, fue asesinado precisamente por eso, por ejercer limpia, responsable y éticamente, el periodismo, pues su única arma, fue su pluma, con la que efectivamente no cosechó amigos, pues él en vez de congraciarse y poner al servicio de la politiquería, su profesión, se enfocó en la denuncia por los malos manejos del erario público, el nepotismo, la corrupción, el derroche, las componendas, el amiguismo, los contubernios, de esa clase política, que por encima de todo y todos, ha manejado y pretende seguir manejando los destinos de este pobre departamento, saqueado tantas veces, al igual que sus instituciones. Por eso, reitero, fue infamemente asesinado, por ejercer el periodismo, con seriedad, con responsabilidad, con ética y con valentía, aún a sabiendas de que desde su columna pisaba muchos callos.
Alba Nelfy Bernal O.
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