Última llamada a Armero
Señor director:
Puede estar en uno de sus libros - comentó mi nieto. Le había contado que se me perdió un comprobante de llamadas telefónicas donde constaba una realizada a Armero por mi esposa Nelly, a las 10:35 pm del 13 de noviembre de 1985, instando a mi suegra Nelly y familiares para que salieran de la casa por las noticias que se oían acá en la radio de Manizales. Ese comprobante lo mostraba siempre que contaba los momentos que vivió mi familia política esa noche de la avalancha.
La familia Barrera Castro, en Armero, luego de la llamada telefónica se puso a empacar los elementos más necesarios para salir. En esas se fue la luz, lo que indicaba la proximidad de la avalancha. Salieron de la casa a la calle oscura; el suegro, Julio, se devolvió a cerrar bien la puerta y en ese momento él perdió el contacto con los demás; corrió unas cuadras hacia el cementerio a donde llegó sin que el lodo lo tocara. Esta ruta hacia los muertos era una vía de salvación y de vida. Los demás se dirigieron hacia la calle central de Armero, salida hacia Bogotá.
Mi suegra, en la oscuridad, vio que un poste de luz caía y por instinto de protección levantó sus brazos y su nietecita Nelly Marcela de 2 años que cargaba cayó en el lodo y se fue; éste arrastró a ella y a mis dos cuñadas, Myriam y Lucero, unas 3 cuadras. Allí, quietas y semihundidas, pasaron la noche. Una pared de una casa cayó sobre la pierna de Lucero y la hirió gravemente. Ella fue llevada vía área al día siguiente hacia un hospital de Ibagué donde lograron salvarle la pierna.
Al día siguiente, mi esposa y yo nos dirigimos en el Renault 4 hacia el Tolima, pero las autoridades no dejaban pasar. Cogimos vuelo hacia Bogotá y en el trayecto el piloto nos informó que iba a sobrevolar sobre Armero. Por la ventanilla pudimos observar, con lágrimas de angustia, el desierto de lodo que había abajo. En Bogotá, donde un familiar, nos saludamos primero con Julio y en horas de la noche llegaron Nelly y Myriam, vestidas de piyamas.
Otro hecho de esa noche lo vivió Leonilde, tía de mi señora. Cuando se fue la luz, su esposo Manuel, ella, sus hijas Mónica y Katherine y su madre Lucía corrieron a subirse al Renault 4 para salir de Armero. Así lo hicieron. Y cuando iban a toda velocidad por las calles del pueblo, la avalancha llegó hasta el carro, lo zarandeó varias veces como en montaña rusa, hasta que quedó quieto, ladeado, con unas ventanas hacia el lodo y las otras hacia el cielo oscuro. Ante el silencio de Manuel, trataron de hacerlo reaccionar, pero estaba muerto, posiblemente de un infarto.
A la mañana siguiente fueron rescatadas y por un lazo elevadizo llevadas hasta la azotea del hospital. El cadáver de Manuel se perdió. Conservo 3 libros: Avalancha sobre Armero, de Javier Darío Restrepo; Los últimos días de Armero, de Carlos Orlando Pardo; No íbamos para Armero, de Víctor Hernán Cubillos Quintero (U. de Caldas). Armero despierta una nostalgia sempiterna en quienes respiramos sus aires, percibimos su blancura, oímos su alegría, sentimos su calor humano.
Alirio De Los Ríos Flórez
El derecho a la vida
Señor director:
Frente a la macabras actitudes (todas con tendencias criminales abusivas) contra los niños, que dibuja de cuerpo entero la deshumanización de la sociedad de nuestro tiempo; refleja de alguna manera la ausencia de los más elementales principios morales y virtudes que tienen que identificar el trasegar de la vida. Frente a la desmesurada “institucionalización del aborto” mediante la promulgación de disposiciones políticas, jurídicas y médicas, que colocan a las mujeres como protagonistas de un novelón social sin tener en cuenta al papa Francisco quien le dice al mundo que: “abortar es como pagar a un sicario para acabar con un problema”. Y aquí fue Troya…
Es preciso recordar que en 1948 los países que dieron origen a las Naciones Unidas, enumera 18 derechos humanos universales que conciernen a todos los seres humanos, nadie, absolutamente nadie excluido. Los otros derechos humanos que son sectoriales, no pueden ir en contra de los 18 fundamentales uno de los cuales es el Derecho a la Vida. Este es inalienable. No está sujeto a apreciaciones exteriores, asistidas por lo regular por intereses egoístas, que no se detienen a valorar, cualificar la presencia y gestación de un ser humano inocente, justamente en el seno de una madre. Señala el documento que el derecho de una parte debe ser reconocido, pero sin entrar en conflicto con el todo.
El derecho de las mujeres a decidir si dar a luz, o no, a su hijo, debe pasar por el Derecho a la Vida que desde luego es un derecho universal de todos. Cuando se cierra este derecho se cierra la vida. Cuando se desprecia la dignidad y el valor y la vida, se desprecia a cada persona. Nos unimos desde aquí a todos los movimientos cristianos y comunidades a su convocatoria de marchas y manifestaciones públicas, encaminadas a defender el Derecho a la Vida.
Gonzalo Quiñones V.
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