La guerra y la paz
Señor director:
Las guerras se asemejan mucho a los volcanes que empiezan con leves tremores y ligeras emisiones de ceniza, para de pronto terminar explotando (volcán Arenas en 1985). Este país ha sido violento a través de casi toda su historia. Si pudiera hablarse de alguna época de relativa paz habría que remontarnos a la que siguió a la guerra de los Mil Días, comprendida entre 1902 y el 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado el doctor Jorge Eliécer Gaitán, aunque no dejaron de presentarse episodios lamentables como la masacre de las bananeras en diciembre de 1928, cuando, obedeciendo órdenes superiores, el general Carlos Cortés Vargas ordenó a los 300 soldados bajo su mando disparar contra los miles de trabajadores de la United Fruit Compay que estaban concentrados en Ciénaga (Magdalena) reclamando sus legítimos derechos laborales, y ocasionando innumerables víctimas; la de octubre de 1936 en Pensilvania, oportunidad en la cual la fuerza pública disparó contra la multitud que trasladaba los restos del general Flórez al nuevo cementerio. Y la de Gachetá en enero de 1939, como las más conocidas en esos largos años.
De ese período de concordia solo disfruté unos pocos años de mi infancia, porque a partir del 5 de mayo de 1946, cuando Ospina Pérez ganó la Presidencia, sus opositores le impidieron gobernar sosegadamente, hasta que estalló el incendio del 9 de abril que solo vino a apagar parcialmente Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953, pese a lo cual una disidencia de las fuerzas del general Gerardo Loaiza, en Rioblanco (Tolima), bajo el mando de Pedro Antonio Marín( Tirofijo), acompañado de Isauro Yosa (Líster) y Jacobo Prías Álape (Charro Negro), desertó para internarse en las montañas de Gaitania y Planadas bajo el mote de “los comunes”, formando la guerrilla de las Farc, cuya inicial creación ocurrió a mediados de 1955, dato que conocí de primera mano como que me correspondió recoger su primer manifiesto escrito en mimeógrafo y cuidadosamente empacado y lacrado que dejaron colgado de un bejuco en un desfiladero en el "Alto del Indio”, cuando ordenadamente se replegaban para eludir una confrontación con el Ejército Nacional, institución en la cual yo oficiaba como soldado regular. La historia contemporánea ubica el nacimiento de las Farc en 1964, pero yo estimo que en esa fecha fue su ratificación y no propiamente su origen. O sea, que la guerra entre el gobierno y las Farc se extendió por más de sesenta años.
Por estas razones, pienso que la paz lograda entre el gobierno y la antigua guerrilla, a pesar de todas las dificultades y contradicciones, se constituye en un bien inestimable que hay que defender a toda costa. Los señores del partido Farc deben llenarse de paciencia y cumplir con sus compromisos contribuyendo así para que el proceso salga avante. Y el gobierno actual debe llenar los vacíos dejados por el anterior y darle estricto cumplimiento a los acuerdos de La Habana, desde luego que haciendo algunas correcciones que seguramente son necesarias. Sería muy triste que se echara por la borda tanto esfuerzo de parte y parte y que se privara a las nuevas generaciones del disfrute de una paz que Colombia necesita hoy más que nunca para poder avizorar un futuro de prosperidad.
Atentamente,
Manuel Galindo A.
Contra la corrupción, todos con toda...
Señor director
El próximo alcalde de Manizales debe enarbolar, con el mayor compromiso, la bandera de la lucha contra la corrupción, pero para que pueda hacerlo necesita la autoridad moral que le confiera ser una persona impecable y con una hoja de servicio a la comunidad sin tacha. Ese alcalde debe liderar un proceso que materialice una verdadera política pública en virtud de la cual, siguiendo los mandatos de la reciente consulta nacional, se convoque tanto a los funcionarios municipales como a toda la sociedad manizaleña a combatir la corrupción con convicción y coraje.
Ese proceso debe tener estrategias claras, completas y coherentes que empiecen por consolidar una conciencia colectiva acerca del daño que al Estado y a la sociedad entera le producen este flagelo, y convencernos de la necesidad de superar la incertidumbre, la tolerancia, la indiferencia y hasta la resignación que el fenómeno de la corrupción, muy a nuestro pesar, ha generado. Esas estrategias deben enfatizar en que la lucha contra la corrupción comporta el compromiso, ineludible, de defender valores humanos tales como la honestidad, la rectitud, el decoro, la legalidad, la solidaridad, la moralidad, la defensa de lo público, la primacía del interés general y otros que el azote de la corrupción ha menoscabado seriamente.
El mundo también se ha percatado de que la corrupción socava esos cimientos. Cuando los cimientos se socavan, lo que probablemente sobrevendrá es un colapso: colapso del Estado de Derecho, colapso de los sistemas económicos y políticos, colapso del desarrollo social, colapso de la seguridad, y... la pérdida de los pilares éticos de nuestra vida". En el preámbulo de la Convención Penal sobre la Corrupción del Consejo de Europa, que aquel libro trae, se lee: "la corrupción amenaza el Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos, socava la buena gobernanza, la imparcialidad y la justicia social, distorsiona la competitividad, obstaculiza el desarrollo económico, y pone en peligro la estabilidad de las instituciones democráticas y la base moral de la sociedad. Del profesor Michael Hersman, miembro del Grupo Internacional de Expertos en Anticorrupción, ese libro también reproduce este texto que se refiere al vínculo entre el terrorismo y la corrupción: "La bomba que mató a más de cien personas en el teatro de Moscú fue transportada en un bus de Grozxy. Fue detenido cincuenta veces en barricadas, y en cada ocasión, se pagó un soborno y dejó de efectuarse una inspección". Que Dios nos ilumine y ayude para que todo lo anterior lo tengamos en cuenta cuando vayamos a elegir a los próximos alcaldes de Manizales.
Diego María Arias A.
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