Un nuevo gobierno está por comenzar
Señor director:
Un nuevo gobierno está por comenzar y alguien se encargará de la realidad del país, que está sumido en una de las crisis institucionales más profundas en la historia, estremecido por la polarización, con patente para delinquir y políticas sociales y económicas que saquean el bolsillo de los contribuyentes. El flagelo de la corrupción y las retorcidas acciones de soborno a través de una oleada de carteles como el de la toga, el de la hemofilia, el del sida, el del Programa de Alimentación Escolar, entre muchos otros, han provocado el desmantelamiento de las arcas del Estado y el enriquecimiento ilícito de congresistas, gobernadores, alcaldes y magistrados de las altas Cortes, que desgraciadamente archivan procesos en contra de los funcionarios públicos por delitos relacionados con su investidura a cambio de maletines repletos de dinero.
En otro escenario, la paz que se vive con las Farc tiene un sabor a derrota, porque los grupos disidentes el Eln y las Bacrim se pelean el dominio de los territorios dejados por la guerrilla, y esto hace que se reactiven los cultivos ilícitos, los desplazamientos forzados, las masacres, los asesinatos a líderes sociales, la minería ilegal y el narcotráfico, dejando a su paso caos, destrucción y miseria, y generando, inevitablemente, grandes fracturas en el tejido social.
La persecución implacable de los organismos de control a los ladrones de cuello blanco hace que se viva un ambiente tenso en el interior de los directorios políticos. Pareciera ser que aquellos candidatos que otrora se peleaban la elección, ya no les jueguen más a estos compromisos bajo las actuales circunstancias y ésta es la razón por la que, a falta de líderes pulcros e intachables, han tenido que recurrir a las coaliciones donde los representantes de cada movimiento se idean todo tipo de estrategias para ganarse la representatividad y lograr la mayoría en el congreso.
En medio de esta cruda realidad que produce rabia y risa a la vez, los sufragantes somos convocados a las urnas para cumplir una cita más con la democracia en los meses de marzo, mayo y probablemente junio, con la esperanza de que a partir de este año los nuevos funcionarios elegidos para regir los destinos de nuestro país sean los líderes que enfrenten este terrible panorama y permitan, con la ayuda del control político y el periodismo de denuncia, pasar esta amarga página escrita con tinta de sangre y cuyo texto se centra en la pérdida de la ética de nuestros gobernantes. Aspiramos a disfrutar de unas limpias fiestas democráticas, con votos transparentes y candidatos elegidos que cumplan sus promesas. En la larga lista de aspirantes se encuentran nombres de personas con una hoja de vida impecable como servidores públicos, que conocen el territorio nacional, sus debilidades y fortalezas, y gozan de autoridad moral para asumir la capitanía de este barco nacional que está naufragando. Saber elegir implica votar a conciencia y pensar, como ciudadanos, en el futuro de Colombia. Esta es nuestra inaplazable responsabilidad.
Orlando Salgado Ramírez
Garrafal
Señor director:
En mi columna del martes pasado cometí un error garrafal: escribí que 'peor' es el grado comparativo de 'bueno'. ¡Imperdonable!
Atentamente,
Efraim Osorio López
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