Se acabó el recreo
Señor director:
La fruición de la feria empieza a descorrer el telón de la historia para guardar los recuerdos en los anaqueles de los hechos ya consumados. Después del goce, que despierta tantos espectáculos, el tiempo va agotando etapas y nos coloca frente a frente con una realidad que inexorablemente debemos afrontar. Los agoreros y adivinos de turno, esquilman la ingenuidad de muchos colombianos que en medio de sus dificultades, aún siguen soñando que “la esperanza es lo último que se pierde”, y en esa actitud de anhelos y de sueños, recurren a personajes de reconocida picardía para que les llene su camino de optimismo con el convencimiento que todo tiempo que viene será mejor y esa parte débil, la aprovechan los zahoríes.
Enterrado el 2017, le damos la bienvenida al 2018 con las luces del optimismo, tratando de adivinar cuáles serán los hechos que alegrarán nuestro discurrir por la vía imaginaria del tiempo como anhelo de una vida mejor que siempre ambicionamos.
Cierto que el optimismo es mejor que el pesimismo, según nuestro filósofo de cabecera Pambelé, los nubarrones en el horizonte presagian que las lluvias serán inevitables.
El salario mínimo, humillante, denigrante, injusto e inequitativo, está muy lejano de lo que devengan nuestros dignísimos padres de la patria, empresarios, gobernantes y muchos otros que siendo también colombianos pertenecen a los privilegiados y son punto aparte, porque no pertenecen a la clase trabajadora que es la que produce riqueza para otros y pobreza para ellos. Merecen capítulo aparte los dirigentes de las centrales obreras que ni suenan, ni truenan por su ineficiencia y falta de liderazgo, cuando se convierten en convidados de piedra en la mesa de negociación del ignominioso salario mínimo.
El año electoral nos plantea interrogantes, muchos de los cuales llevan a concluir que los cambios serán mínimos, ya que los empresarios de la política son monopolios de poder, con el fin de asegurar el continuismo, origen de la corrupción, cerrando los espacios democráticos para que otros no lleguen a renovar las viejas estructuras con nuevos idearios de justicia y reconciliación nacional.
La educación, que es el camino más expedito para el mejoramiento integral, sigue en espera de una renovación profunda, se hacen maquillajes superficiales, como reconocer salarios profesionales a los docentes, capacitaciones “express” para obtener puntajes aceptables en pruebas como Saber, Pisa y otras, se cacaraquea sobre la calidad educativa, pero todos sabemos que se requieren cirugías profundas que renueven desde el interior la consciencia del ser humano.
La salud, está enferma y no por culpa total de las EPS, es que el Estado se encuentra en cuidados intensivos. El Eln no prorrogó el cese del fuego y parece convencido que el ejemplo de las Farc no convence. Los combustibles se siguen reajustando, no obstante que el precio internacional del petróleo no es significativo. En fin, que los buenos vientos nos acompañen. Feliz viaje para el pueblo colombiano, y que el optimismo sea nuestro compañero de viaje.
Cordialmente,
Elceario de J. Arias Aristizábal
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