Tenemos que alzar la voz
Señor director:
En días pasados hice un breve comentario al comunicado pastoral de nuestros señores obispos sobre la defensa de los principios y valores cristianos relacionados con la vida y la familia. En ese comunicado, hay un párrafo al que no me referí, y que quiero comentar ahora. Dice así: “Reclamamos de las instituciones del Estado que aseguren a los ciudadanos el derecho a la objeción de conciencia y de la manifestación pública de sus convicciones religiosas, como está consagrado en la Constitución Nacional: “nadie será obligado a actuar contra su conciencia”.
Avanza, en los mentideros del Congreso, el propósito de presentar un proyecto de ley acorde con la perversa orientación dejada por el siniestro fiscal anterior, doctor Montealegre, y que legalizaría la práctica del aborto sin limitaciones, con la sola manifestación de la mujer gestante, y en cualquier momento del embarazo. Si no se ha puesto sobre la mesa ese proyecto criminal, es solamente por sibilinos cálculos de las consecuencias de orden electoral que ello traería, en esta época previa a elecciones…Y con seguridad que con la hipocresía y la capacidad de mentir que lo caracteriza, el gobierno negaría en este momento que eso se esté pensando; diría que es un bulo malicioso de la oposición…Y, por otra parte, crece la presión, desde las Cortes y desde el mismo parlamento, para que se desconozca a los ciudadanos, especialmente a los profesionales de la salud, el derecho a la objeción de conciencia, y se les fuerce a actuar en contra de sus convicciones.
Resulta evidente, a la luz de esta doctrina, que cualquier intento de desconocer el derecho a la objeción de conciencia es un atropello inadmisible. Se está cometiéndolo cuando, para hablar de caso concreto, se pretende obligar a un médico o a una enfermera católica a que participe de la práctica criminal del aborto, o de la eutanasia. Es éste, -el de obrar según el dictamen de la propia conciencia- un derecho y también una obligación con fundamentos doctrinales y legales muy claros, pero que quizá muchos desconocemos. Vale la pena, por tanto, refrescarlos.
Bien es verdad que, en el rumbo que lleva Colombia actualmente, casi no hay derechos y principios, especialmente si tienen alguna relación con la verdad y la ética cristianas, que no sean arrollados y pisoteados. Pero nunca me cansaré de decir que, frente a un gobierno y a unas instituciones legislativas y judiciales que llevan el país hacia la sima de su disolución, ¡tenemos que alzar la voz, no nos podemos callar!
Mario García Isaza
Inconforme con servicio
Es lamentable y triste que la empresa telefónica de Manizales haya sido vendida a Epm de Medellín. Nos coloca a los manizaleños con el servicio de soporte técnico muy mal, porque llevamos cuatro días llamando a decir que no tenemos internet, y todos los días nos dicen que ya viene el técnico, nos tenemos que quedar encerradas esperando el técnico, y siempre contestan de Medellín porque no hay un centro de soporte en Manizales. ¿Cómo es posible que esta empresa haya colonizado a los manizaleños con una pésima decisión del alcalde de turno? No sé cuál alcalde sería pero qué bueno sería que empresarios manizaleños la volvieran a comprar, es que nos dejan sin servicio pero para cobrar sí están listos y las facturas están al día.
Una lectora
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