La precaria participación femenina
Señor director:
Sin duda las mujeres colombianas han avanzado en el ejercicio de sus derechos, pero en el campo de la participación política deja mucho qué desear. Como votantes representan la mitad del electorado, pero como elegidas siguen siendo una minoría. Este es un fenómeno recurrente en todas las democracias del mundo, excepto en aquellas que han adoptado instrumentos de acciones afirmativas, llamadas normas de cuotas o de cupos, con el fin de corregir este desequilibrio, tanto al interior de un partido como por ley aplicable a todas las colectividades y movimientos políticos.
Si filosóficamente el liberalismo busca la democracia y la justicia social, mal puede pretenderlo ignorando los intereses de más de la mitad de la población que son las mujeres y que son quienes participan con más entusiasmo y esperanza en los procesos electorales para mejorar sus condiciones económicas, sociales y políticas, pese a que la lección histórica ha sido que cuando a la económica le va bien, las mujeres son las últimas en ganar y cuando a la economía le va mal son las primeras en perder. Es una discriminación que quedó explícitamente prohibida en la Constitución Nacional de 1991 y que ha obligado a los gobiernos a diseñar políticas correctivas a esta situación.
No obstante las ganancias simbólicas de equidad en los últimos años, los indicadores de la participación equitativa de las mujeres en lo económico, social y político deja mucho qué desear, con mayor razón en la medida en que el modelo neoliberal incrementa la concentración de la riqueza y recorta la inversión social en un proceso de globalización. Esta beneficia a algunos pero excluye a la mayoría e impone a los países reglas que conducen a hacer que las instituciones sean equitativas para gobernar. En este contexto a las mujeres no solo les queda difícil actuar en los sistemas electorales enmarcados por la mala fe de los bribones que inducen a la violencia y a la corrupción, sino que el sistema no permite que los gobiernos sean responsables políticamente por los derechos de las mujeres. La globalización simboliza un todo, un mundo sin divisiones, diferencias o conflictos. Pero esto equivale a simplificar y reducir las fronteras a la lectura económica sin tener en cuenta lo relativo a las ideas religiosas, raciales, sociales y políticas.
Los analistas de fenómenos sociales y políticos de diferentes sectores del mundo coinciden en la apreciación de que la revolución pacífica más efectiva de las últimas décadas, ha sido y es de las mujeres. Gran parte de las ideas de las luchas femeninas por la equidad se originan en pensadoras liberales europeas, norteamericanas y latinoamericanas. En Colombia, líderes como Esmeralda Arboleda, Ofelia Uribe de Acosta, María Helena de Crovo, Piedad Córdoba, Cecilia López Montaño y Vivian Morales, entre otras, se han destacado por sus ideales liberales de justicia social y libertad individual y por irrumpir decididamente con actividades dentro del partido y en la sociedad, para que la población femenina adquiera la plenitud de sus derechos ciudadanos.
Finalmente invito a los hombres de Colombia a que cerremos filas en defensa de la igualdad de las mujeres frente a los varones y por la participación equitativa de ellas en las posiciones de mando e influencia de la administración pública y de la política. A cumplir señores gobernantes con las normas existentes, a partir del nuevo día Internacional de la Mujer.
Mario Amariles Ruiz
Asustados con la velocidad
El 21 de marzo íbamos para Jardines de La Esperanza en las busetas que van por la Panamericana, pero lo hacen como si fuera una autopista, quedamos asustados de la velocidad.
Un lector
Revocatorias dañinas
No puede ser que los resultados de la democracia en las elecciones para elegir a las primeras autoridades del municipio, entidad fundamental de la división político administrativa, se sigan viendo enfrentadas a una especie de “espada de Damocles”, trayendo ello grave confusión y engaño a los ciudadanos que votaron por el candidato ganador. La democracia no la podemos seguir exponiendo a semejantes expedientes, que son utilizados por los perdedores. Ello se infiere de lo que se dice en comentarios y tertulias de café. El Consejo Nacional Electoral debe estar más atento a los dimes y diretes que se mueven en revocatorias de alcaldes. No puede hacer mutis por el foro. Es muy grave para Villamaría que su alcalde, que fue elegido por el 40% de los ciudadanos que se acercaron a las urnas, lo quieran remover. La democracia, reitero, no puede ni debe estar sujeta a semejantes dificultades y oscuridades. El Concejo, así como el consejo de gobierno, deben defender los resultados de las jornadas electorales. Aquí es necesario reiterar que lo que sucede en Bogotá va por ese mismo camino y atmósfera. Ello es muy grave para Bogotá.
Rogelio Vallejo Obando
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