No más controversia
Señor director:
Es preciso aclarar comentarios del escenario político local porque al parecer nunca van a tener fin.
Hace dos semanas la Fiscalía y un Juez Penal me absolvieron de un proceso en el que estuvo involucrado directamente el diputado José Antonio Corrales, pero con este señor pareciera no existir saciedad a pesar de que siempre lo derroto en ley y de que además tengo todos los elementos para probar que es un rufián.
Hace unos meses formulé denuncias de este diputado Corrales ante el Centro Democrático y las mismas fueron traspapeladas o rechazadas, lo cual evidenció un escenario desigual y de complicidad en el que los argumentos muchas veces fueron “esto no le conviene al Partido deje eso así”, y como al señor nunca lo pararon, pues se ha ganado confianza para seguir molestando. No es posible jugar donde se derrota al adversario pero el árbitro está de su parte.
Ante todo esto he sido paciente y respetuoso, he enviado oficios que nunca son contestados, he abordado congresistas y directivos, y nadie ha hecho nada, recibo las denuncias del diputado Corrales las cuales contesto sin temor porque en todas encuentro un sartal de mentiras y así avanza la cosa, pero como en todo existe un límite, el 22 de mayo, días antes de la primera vuelta presidencial, el diputado Corrales acudió a la oficina de Control Interno de la Gobernación de Caldas y amedrentó a una funcionaria, la cual particularmente yo tenía citada como testigo de un proceso penal donde existía la participación del diputado Corrales, con palabras agresivas como “usted es una tonta” y “usted sabe bien quién soy yo” el diputado Corrales arremetió contra esta mujer. Ante el hecho, inmediatamente llamé a las directivas del Centro Democrático y la respuesta fue la misma, “no le ponga cuidado a ese señor”, hasta ahí aguanté.
Emití un comunicado en el que me aparté de la campaña presidencial, dejando claro que la inconformidad no correspondía al candidato y que la comunicación la adjudicaba las directivas del Partido las cuales habían restado importancia ante la evidencia de tener un rufián dentro de la colectividad, lo planteé como una objeción de conciencia que es un derecho constitucional y además es un artículo en los estatutos del Centro Democrático.
Toda acción tiene un efecto, y creo que luego de haberle probado en todas las instancias a las directivas del Centro Democrático la realidad de la situación con el diputado Corrales debieron de haber actuado, lo hice como mi derecho y al ver este vulnerado tomé una decisión personal, quería que fuera privada, porque por el Centro Democrático siempre existirá algún afecto, pero en vista de que insisten en mantener prendida una chispa en la que se pueden estar quemando varias personas de allá, yo hago pública mi decisión y nos evitamos dar vueltas.
Ceñido a los estatutos del Centro Democrático y a la solicitud de militante que realicé ante el Partido, presenté mi desafiliación al Centro Democrático. Me desapego de la conveniencia de pertenecer al Partido que ganó las elecciones presidenciales por las razones antes expuestas. Dejaré el Partido con la frente en alto luego de haber aportado mucho a su consolidación y con la tranquilidad de haber dejado mi nombre limpio ante los ataques.
A un político no lo hace el letrero de una colectividad, la identidad va en cada persona y son estas las que engrandecen o destruyen un proyecto político, el no acompañar más al Centro Democrático no me cambia como persona, ni cambia mi intención de hacer una política sana y efectiva. Deseo buenos aires al Centro Democrático y ojalá este hecho los lleve a entender que la colectividad debe afrontar sus situaciones internas con determinación y con equidad. Todas las colectividades en Colombia tienen dirigentes buenos, malos y regulares, no hay excepción, y es en la diversidad de los pensamientos e ideologías donde debemos coincidir en que el país y su bienestar son la prioridad y que el radicalismo y el afán de poder solo llevan a entorpecer el desarrollo que Colombia siempre ha merecido. Patria, principios y partidos es el orden que necesita nuestra política.
Acá queda expuesta la verdad de un drama que ha durado meses, y del que no quiero saber más, no vendo mis principios ni silencio lo que sé, luego el Centro Democrático sabrá qué personas conserva en sus huestes, haciendo referencia a quienes he tratado de denunciar. Hago un llamado para que los directivos del Centro Democrático Caldas paren las infundadas solicitudes y nos remitamos a la Constitución, a la ley y a los estatutos de la colectividad. Si el afán era quedarse con el nombre del Partido, ahí les queda.
Nicolás Aguilar González
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