Todas las canciones parecen hechas por el sastre de las desgracias emocionales. Creemos que Francis Cabrel pensó en nosotros cuando interpretó tan lacónicamente La quiero a morir o que podemos cantar todo el cancionero de Los Bukis. La comida pierde por un par de días su sabor, y la sonrisa sale espantada por un estado de ánimo desagradecido y pesimista.
La tusa. El despecho. El mal de amores. El desamor. Póngale como quiera. Quienes han amado de verdad y han visto ese sentimiento marchitarse con el tiempo o por acciones saben lo que es tener que retraer las fuerzas para dosificarse en sentimientos y con ello evitar un desastre depresivo o compulsivo. O habría que ver a quienes pasan todos sus despechos con licor, como si las penas se curaran en la borrachera y no se agudizaran en el guayabo.
Cada despecho es diferente y es incomprensible a su manera. Los consejos siempre son bienvenidos, pero, en muchos casos no se necesitan comentarios de apoyo, sino un hombro para llorar, libre de prejuicios.
Las abuelas, siempre sabias ellas, dicen que nadie se muere de amor, pero un despecho es lo más cercano a un duelo de muerte, cuando es bien hecho, porque hay despechos con vocación al regreso que no fraguan el ideal de superación personal que este supone a la postre.
Pasemos por algunos literales que quizás le han sucedido a usted o a un conocido.
A. El neodespecho. Una cosa fueron los despechos de las generaciones anteriores, pero ellos no saben lo que es una tusa millenial. El celular sabe cómo torturar con recuerdos, números, chats, conversaciones, en fin. Mil recuerdos virtuales, pero que nunca se van, porque quedan ahí. Eliminar de a poco todas esas memorias es un mecanismo que funciona, pero que tiene altos índices de dolor.
B. ¡Pero qué hice mal! Uno de los errores más comunes está en querer controlar las reacciones de la contraparte. Una obsesión por el control puede derivar en problemas de celos, desconfianza y demás. Saber entender la velocidad natural de la relación es un punto fundamental para continuar.
C. Llore sin pena. Hay personas que ocultan hasta el último momento que van cojas por dentro. Intentan reprimir el dolor, pero se destruyen en el interior, hasta que no pueden cargar con todo. Eso sí, no hay que exteriorizar el dolor: solo hay que buscar un genuino paño de lágrimas. Recuerde que lo que no sale por los ojos o por la boca, sale por cualquier lado, dijo una vez mi profesor de psicología. Así que evítese una enfermedad.
D. Las indirectas. Le pregunto: ¿Si usted amó a alguien por qué quiere que se sienta mal después del fin de las cosas? ¿Para qué enviar comentarios ofensivos por redes sociales? ¿Por qué mejor no dice todo para evadir momentos incómodos que después le harán pensar lo torpe que fue? No use comentarios indirectos para hacer sentir mal a los demás y que las otras personas sientan piedad por su inmadurez.
E. Los demás no tienen la culpa. Sí, hay personas que se desquitan con el mundo tratándoles mal por la ruptura amorosa o amistosa. Esa no es la forma. Hay que lograr un punto de aceptación del evento para buscar ayuda y no espantarla.
F. Procure o haga su máximo intento porque primen los mejores recuerdos, por encima de los dolorosos. Es fácil decirlo y complejo hacerlo, pero así todo se hace mucho más llevadero. De hecho, eso ayuda a cambiar esquemas mentales y permite vivir con menos peso del necesario.
G. Tener un/una ex no es tener una enemistad. Soy partidario de que uno no es enemigo de quien antes fue su mejor amigo. No se puede caer en el sofisma de una absoluta incompatibilidad después de una ruptura. Es excesivamente inmaduro ir cazando peleas por una situación que encontró su final tarde que temprano.
H. Después de abandonarse, vuelva a encontrarse con su ser. Luego de pasar por ese duelo, recupérese. Vístase como le ha gustado siempre, arréglese como para una primera cita, dedíquese tiempo y bríndese amor. Para dar amor, primero hay que tenerlo. Así que después del caos debe venir la reparación. Eso sí, no fuerce las cosas.
I. Nunca hable mal de su expareja. Qué clase de cretino puede hacer algo así. Recuerde que lo que Luis dice de Felipe, dice más de Luis que de Felipe. La honra del pasado es una responsabilidad de cada quién.
J. No se hunda voluntariamente en el fango del desamor. Claramente el proceso triste y melancólico de la tusa debe vivirse, pero procure por no morar allí. Hay un sufrimiento que es opcional. Baste por cerrar el ciclo y abrir uno nuevo en cuanto pueda.
Bien lo dijo Nietzsche: "Esto es lo más difícil de todo: cerrar la mano abierta por amor, y mantenerse modesto como un dador". A veces por creer estar haciendo un bien, hacemos un mal y así nos tiramos las fiestas. Pero como dice una filósofa de la vida… Maluco también es bueno. La tusa es otra parte del amor, pero amor a la larga y también hay que vivirlo.
Apostilla: Peor que La quiero a morir, por Francis Cabrel, está la letra de Si algún día la ves, también cantada por el mismo Cabrel.
Caray, qué tusa la de ese man.
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