El País | LA PATRIA | Cali
Ni la montaña, ni el calor o sus pies hinchados pueden detenerla. Con paso lento y apoyada en un bastón llega fatigada a La Escombrera sabiendo que pisa sobre toneladas de tierra, piedra y desechos donde yacen sepultadas cientos de víctimas, como el hijo que jura sería capaz de desenterrar con sus propias manos.
Rubiela Tejada madrugó para cruzar Medellín porque quiere terminar con 14 años del dolor prolongado por la ausencia de John Alexánder, su hijo de 17 años desaparecido desde el 29 de agosto del 2001. Ese día varios encapuchados de las milicias guerrilleras irrumpieron en su casa del barrio Las Independencias y se llevaron al muchacho a la fuerza y bajo amenazas. Nunca apareció.
“Si hemos luchado 14 años para llegar a este día podemos esperar cinco meses para desenterrar la verdad de nuestros desaparecidos”, dice Rubiela a menos de 50 metros del primer sitio donde los fiscales, técnicos y antropólogos forenses comienzan la remoción de tierra para ir tras los restos óseos de esos seres queridos.
El lunes pasado, a la ceremonia que marca el inicio de las excavaciones asisten familiares de un centenar de personas desaparecidas entre 1998 y 2004. Primero por milicias del Eln y las Farc y luego por grupos de autodefensas. Hombres, mujeres y menores de edad que fueron asesinados y sus cuerpos arrojados en ese botadero de materiales que se convirtió en montaña día tras día durante más de una década, según las denuncias de sus familiares corroboradas por confesiones de desmovilizados de las guerrillas y el Bloque Cacique Nutibara. El objetivo no solo fue desaparecerlas, sino borrar cualquier rastro. Y así enterrar la verdad.
Sobre el suelo arenoso hay huellas hechas en papel en homenaje a los desaparecidos y pancartas con sus fotos. El terreno está rodeado de siluetas negras con los nombres y frases que recuerdan a esos seres queridos ausentes y también antorchas encendidas que simbolizan la esperanza viva.
Una labor monumental
La tarea parece una utopía desde toda perspectiva. No en vano los estudios concluyen que La Escombrera puede considerarse la fosa común a cielo abierto más grande del mundo.
“Lo que sigue es una labor monumental, literalmente mover una montaña, algo más de 100 mil metros cúbicos en un área de cerca de 10 mil metros cuadrados”, afirma la directora de la Unidad Nacional para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, Paula Gaviria al destacar el inicio del plan de excavación y búsqueda. Pero concluye que “es un esfuerzo pequeño en relación con el dolor y los 13 años de sufrimiento que han vivido las víctimas de La Escombrera”.
Los familiares coinciden en que desde 1998 los barrios de la Comuna 13, al noroccidente de Medellín, se convirtieron en una zona de disputa entre estructuras urbanas de las guerrillas y grupos de autodefensa.
Cuentan que “bastaba ser considerado colaborador de las milicias o los paramilitares o incluso llegar como un extraño para ser asesinado o desaparecido. Los encapuchados se llevaban a las personas amarradas con cables o cabuya para esas escombreras, unos regresaban, algunos aporreados, pero otros no volvieron a aparecer”.
No hay certeza de cuántas personas murieron y fueron desaparecidas en ese sector, que se convirtió en un caso emblemático de la desaparición forzada durante el conflicto en Colombia. Organizaciones de víctimas indican que serán más de 200, mientras que la Fiscalía tiene registrados 100 casos.
Ahora Rubiela Tejada siente alivio y se prepara para cruzar la ciudad cada semana durante los próximos cinco meses desde su casa en el barrio Santo Domingo. Ella es una de las mujeres que estará presente en la zona de búsqueda. Dice que “ahora que las víctimas somos reconocidas y después de tantos años de lucha tenemos que estar allá presentes para desenterrar a nuestros desaparecidos y la verdad que está también sepultada”.
Zona de búsqueda
La primera etapa de la búsqueda de restos en La Escombrera se efectúa durante los próximos cinco meses en un área denominada polígono 1. Son 3.700 metros cuadrados donde se calcula deberán extraerse con maquinaria pesada y luego de forma manual 24.000 metros cúbicos de tierra y escombros. La tarea se realiza bajo la supervisión del equipo de criminalística del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía.
Es una de cuatro zonas identificadas por exparamilitares, quienes revelaron los sitios usados para arrojar los cuerpos como reparación y verdad en sus procesos penales de la Ley de Justicia y Paz.
La Operación Orión
• Los días 16 y 17 de octubre del 2002 se llevó a cabo la llamada Operación Orión, con la cual las Fuerzas Armadas pretendían dar captura y desterrar a los integrantes de las milicias de las Farc y el Eln, que actuaban en la Comuna 13.
• En medio del fuego cruzado quedaron los civiles, que cayeron por decenas o centenares en las calles. Testimonios confirmaron que la toma fue apoyada por el Bloque Cacique Nutibara de las AUC. El saldo oficial de la operación dio cuenta de las muertes de 4 militares, 6 civiles y seis milicianos y de más de 200 detenidos.
• Pero organizaciones de víctimas y los mismos testimonios de paramilitares denunciaron que muchas víctimas fueron enterradas en La Escombrera.
*Unidad de Víctimas
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