Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Ellos son dos jóvenes manizaleños, apenas están en el colegio. Germán Esteven Arenas y Paula Andrea Giraldo ya vieron de frente al presidente Santos, a Timochenko, a Humberto de La Calle, a Iván Márquez, al general Flórez, a Pablo Catatumbo, a los ministros... Es decir, ya han estado cara a cara con el hecho histórico más importante del país en lo que va del siglo XXI.
Primero eran 3. Luego 7. Y ya son 26. Son los Jóvenes Forjadores de Cambio, grupo que poco a poco gana espacio en Manizales como representación estudiantil. Su tarea por estos días: pedagogía del Acuerdo Gobierno-Farc, firmado en La Habana.
Germán, alumno de la Institución Educativa Bosques del Norte, estuvo en la Décima Coferencia de las Farc en los Llanos del Yarí, zona rural de San Vicente del Caguán (Caquetá). Paula, del Gimnasio Campestre La Consolata, asistió al encuentro presidencial con generales en la Casa de Nariño.
En el Caguán
LA PATRIA acompañó parte del recorrido que el estudiante Germán Esteven Arenas hizo en un campamento de las Farc, en los Llanos del Yarí, en San Vicente del Caguán.
Antes de hablar con Margoth Sánchez, guerrillera de 35 años, el joven pasó por la rancha (cocina) donde le brindaron una bebida a base de agua, polvo royal y panela para mitigar los 35 grados de calor.
Justo al frente de un cambuche o caleta, donde duermen los combatientes, comentó: “Vine hasta acá con el deseo de conocer la realidad sobre las Farc, siento que en las ciudades hay mucha desinformación. Es necesario abrir la mente sobre cómo ha sido esta guerra y cómo vamos hacia la reconciliación”.
Luego se sentó al frente de la combatiente. Ella le contó que lleva 17 años en el grupo insurgente, motivada por los incumplimientos del Estado con los campesinos, la pobreza y el desempleo.
Germán, de 16 años, aprovechó sus conocimientos periodísticos del programa Prensa Escuela. Le preguntó y le preguntó a una mujer algo esquiva, en un comienzo.
El diálogo fluyó, poco a poco, mientras guerrilleros iban y venían por este campamento, ubicado en un bosque de la sabana, cerca de la vereda El Diamante, a mil kilómetros de Bogotá.
Las preguntas van y vienen. “¿Margoth, de dónde es usted?”, “De una vereda de San Vicente”, “¿Hasta qué grado estudió?”, “Hasta tercero de primaria”, “¿Tiene hijos?”, “Sí” “¿A qué edad los dejó para venirse a las Farc?”, “Uno de 3 años y otro de 8 meses”, “¿Sabe algo de sus padres?”, “Sí, a mi padre lo mató un rayo, me contaron unos compañeros. No pude ir al entierro. Mi mamá no sé dónde está, quisiera verla con mis hijos para hablar de todo esto”.
El estudiante manizaleño recogió un millón 500 mil pesos para viajar al Yarí. En la mañana del sábado 17 de septiembre llegó a las 7:00 a recibir clase. A las 5:00 de la tarde empezó su viaje en la terminal de Transporte de Manizales con rumbo a Florencia. “Allí tomé una chiva (bus escalera) hasta el Yarí. Llegué el lunes por la noche, fue un viaje muy duro, la chiva se iba a los huecos”.
“¿Me va a preguntar más?”, le dice Margoth, encargada del mercado para los guerrilleros. Y el muchacho sigue: “¿Conoce la ciudad?”, “No, quisiera ir a Bogotá”, “¿Qué le gustaría hacer cuando salga de aquí?”, “Trabajar el campo, sembrar sobre todo plátano y yuca, mi comida preferida”, “¿Los guerrilleros comen serpientes, chuchas?”, “Mentira, comemos lo mismo que los campesinos, arroz, pastas, plátano”.
Comandantes
En la Conferencia guerrillera Germán pudo estar cerca de Timochenko, Iván Márquez, Carlos Antonio Lozada, Pablo Catatumbo y todos los comandantes subversivos. “Vi en ellos la decisión de dejar las armas y entrar a la vida política. En ese momento sentí alegría de saber que esta guerra va a terminar, habrá reconciliación nacional”.
La guerrillera le volvió a interrogar. “¿Faltan muchas preguntas?”, “Ya vamos a acabar. ¿Es verdad que ustedes tienen mucha plata?”, “No, los comandantes tienen solo para comprar lo que necesitamos. Uniformes y comida”.
“Bueno”, ahora sí la última pregunta”, le dijo Germán. “¿Cómo le parece este proceso?”, “Muy bueno para que no haya más desastres, no más derramamientos de sangre de colombianos, que se acabe esto”, “Gracias, Margoth, y que le vaya muy bien en su regreso a la vida civil”, “Con gusto”.
Con los generales
La experiencia de Paula Giraldo, alumna de La Consolata, fue con los generales. Y su inspiración principal: el general Javier Flórez, líder de la Subcomisión Técnica para el Fin del Conflicto. “Es mi tío y lo admiro, 40 años combatiendo a la guerrilla y hoy es un ejemplo de perdón”.
Paula y compañeros del grupo Jóvenes Forjando Cambio estuvieron en la Casa de Nariño, al lado del presidente Santos, de ministros y de los generales Flórez, y Alberto Mejía, comandante del Ejército.
Ella, de 17 años, dice que su esfuerzo es para que los compañeros y los estudiantes conozcan lo que ocurre. “Es más: en clase doy mis discursos”.
Sus argumentos incluyen que en ciudades capitales como Manizales, por ejemplo, donde se vive de manera relativamente cómoda, no llegó la violencia. “No nos tocó la guerra, por eso hago pedagogía por la paz”.
Paula está en el grupo de fundadores del grupo juvenil. “Lo que sigue para nosotros es ayudar en el posconflicto, en el perdón y crear nueva historia”.
Y cierra con la reflexión de su tío: “Él dice que la guerra era más fácil en la selva. Acá es más difícil llegar a un acuerdo, perdonar, lograr un consenso. Quedé impactada con eso, pues ellos han visto matar y mutilar a sus soldados”.
Foto | Cortesía para LA PATRIA
Paula Giraldo, del Gimnasio La Consolata, con los generales Alberto Mejía y Javier Flórez.
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