Colprensa | LA PATRIA | Bogotá
Después de todo un vaivén de dificultades que por momentos parecían insuperables, por fin el Gobierno Nacional y el Eln anunciaron con fechas definidas el inicio de la mesa de negociación para los diálogos de paz en Ecuador.
Ahora, la pregunta que se hacen los expertos es qué tan unificado llega el Eln a este proceso de paz que, para muchos, es un a oportunidad única e histórica.
Tanto el Gobierno Nacional como la guerrilla admitieron que se esforzarán por alcanzar acuerdos parciales de desescalamiento del conflicto armado, una vez se instale formalmente la mesa pública de negociación el próximo 7 de febrero.
Un temas espinoso de cara al inicio de las conversaciones es el secuestro, flagelo que ha truncado en repetidas ocasiones el inicio formal de las negociaciones.
El jefe negociador de la delegación del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, dejó claro que no cederá en la condición de la liberación de Odín Sánchez Montes de Oca, político chocoano quien está secuestrado desde abril pasado cuando se canjeó por su hermano Patrocinio.
Tras el fracaso, el pasado 27 de octubre, cuando se pretendía iniciar la fase pública, el Eln señaló que la liberación de Sánchez antes de ese momento no estaba contemplada.
Tres meses después, las partes acordaron liberar al dirigente chocoano el próximo 2 de febrero, el mismo día en que el Gobierno hará efectivos los indultos a dos integrantes del Eln que se convertirán en gestores de paz.
Sin embargo hay escepticismo sobre la real intención de paz del Eln, primero porque según reconoció su propio jefe negociador, alias Pablo Beltrán, “en este tipo de retenciones siempre se hace una exigencia económica, la familia pagó efectivamente una parte".
Además, familiares del político, quienes pidieron no ser identificados, afirmaron a diferentes medios de comunicación que se habrían pagado 3 mil millones de pesos por su liberación.
Dudas
El segundo aspecto que pone en duda la voluntad del Eln son los constantes ataques a la infraestructura económica del país y a la Fuerza Pública, además de hostigamientos que ponen en riesgo a la sociedad civil, como el ataque a dos helicópteros del Ejército en zona rural de El Tarra (Norte de Santander), el asesinato de un soldado profesional en Arauca y el atentado con explosivos en el que murió un patrullero de la Policía Nacional al norte de Bogotá.
Estas acciones hacen pensar en una posible división dentro de la guerrilla empezando por los miembros del Comando Central.
Para Fernando Hernández Valencia, director ejecutivo de la Corporación y Centro de Estudios Nuevo Arcoiris, el Eln es más agresiva que otros grupos armados ilegales, debido a la autonomía que tiene cada uno de sus frentes, pero eso no quiere decir que haya divisiones internas o que alguien dentro del Comando Central (Coce) se oponga al proceso.
"El Eln tiene autonomías regionales, por lo que los ataques recientes obedecen a la manera como algunos frentes y sus cabecillas buscan llegar a un eventual proceso de paz", indicó Hernández, y precisó que están mostrando poderío militar para llegar a las mesas de negociación con mayor capacidad de exigencia.
Pese a ello, Hernández Valencia consideró que el Coce juega un papel de coordinación más que de dirección en todo este episodio, y lo que se evidencia de manera diáfana es la existencia de una puja interna acerca de cómo se llegarán a la negociación.
La piedra de la discordia
El surgimiento del Frente Domingo Laín, aún no como miembro del Eln, se dio en 1978 debido al abandono estatal en Arauca, lo que según historiadores motivó a que algunos colonizadores tomaran las armas tras protestas colectivas por la falta de vías, escuelas y puestos de salud, sin que ninguna hubiera tenido eco en los gobiernos local y nacional.
Sin embargo, la existencia de ese reducto solo se conoció el 14 de septiembre de 1980, con la toma del corregimiento de Betoyes en Tame (Arauca), donde atacaron la estación de Policía y asesinaron a cuatro uniformados.
Según el investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri), Mario Aguilera, el Domingo Laín aparece como reducto del Eln en los años ochenta cuando emprendió una guerra de extorsiones a las compañías petroleras asentadas en la región. Con esos ingresos crecieron numéricamente y apoyaron la creación de nuevos frentes y adquirir armamento.
Hoy, el frente Domingo Laín cuenta con un poco más de 100 combatientes, y su importancia es medida por los expertos desde dos aspectos: I) Es el grupo más numeroso y sólido de una estructura regional amplia que se mueve en algunas zonas de Arauca, Boyacá y Casanare y que es conocida como el frente de Guerra Oriental, el mismo del que también hacen los frentes Héroes y Mártires, José David Suárez, Adonay Suárez y el Efraín Pabón Pabón.
Los cálculos de Inteligencia Militar afirman que todo el frente de Guerra Oriental podría estar conformado por unos 500 hombres y mujeres en armas, aunque el número podría subir en alguna proporción si se cuentan las milicias.
Otro aspecto que claramente ha fortalecido al Domingo Laín son los lazos que ha creado a nivel nacional con otras estructuras.
"Este frente tiene estrechos vínculos con los reductos de ese grupo en el Chocó, a lo que se suma la creación en diversos lugares de redes urbanas propias”, señala Aguilera quien hace especial énfasis en que estas son las razones por la que se considera que “sumados el frente de Guerra Oriental y el Domingo Laín pueden tener control de cerca de 50% del Eln”, lo cual en hombres significaría alrededor de 750, pues se considera que en la actualidad en las filas elenas existen unos 1.500 guerrilleros.
Es por esto que el comandante del frente Domingo Laín, Carlos Mario Guarín alias Pablito, toma un protagonismo especial en el proceso que apenas arranca.
Carlos Marín Guarín alias Pablito
Es señalado de impedir que se agilicen las negociaciones de paz entre el Gobierno y el Eln, debido a su poder militar dentro de la guerrilla.
Se le tribuyen crímenes como el homicidio del monseñor Jesús Emilio Jaramillo en 1989 y el asalto, en 1995, a una base en Carabobo (Venezuela) para robar armamento.
Entre los delitos recientes que se le atribuyen está el homicidio de 12 miembros de la Fuerza Pública, y el secuestro de dos más en Güicán (Boyacá) en octubre del 2015.
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