Mapiripán 15 años después
David Ávila
COLPRENSA | LA PATRIA | Mapiripán
Más o menos mil 500 habitantes tiene Mapiripán, contando perros y gatos, dicen sus habitantes a modo de broma, pero también con sentimiento de dolor. En sus recuerdos aún está la época de cultivos ilícitos, violencia y masacres que entre mediados y finales de los 90 fueron borrando de a poco la vida en esta población del suroriente del Meta.
Pero la vida ha retornado en los últimos años a las calles, al campo, a la flora y la fauna de la región y ese es el motivo para bromear en medio de los dolorosos recuerdos y reconstruir una nueva vida.
Gracias a proyectos como los cultivos de palma africana, las huertas caseras y la producción de energía eléctrica para el pueblo con aceite de palma, los mapiripenses han ido regresando del éxodo de la miseria y la violencia para convertirse hoy en el engranaje de esos proyectos productivos y mediambientales que le han dado una nueva cara a su municipio.
Cerca de 200 pobladores de la zona, 50 indígenas de la región y 50 profesionales de otros departamentos del país trabajan en labores de coordinación, supervisión, siembra, cosecha, y fertilización, entre otras, con la multinacional italiana Poligrow. Una empresa que desde hace cuatro años hace presencia en el municipio con dichos proyectos y que cuenta con el apoyo de importantes agremiaciones como la Asociación Empresarial para el Desarrollo de la Orinoquía (Asorinoquia).
Es así como esta región de bonanzas cocaleras de antaño hoy basa su economía en la explotación del campo, actividad que además ha contribuido con el cuidado y preservación del medio ambiente pues a la par se han desarrollado labores de recuperación de la flora y fauna.
“Lo que me ha impactado mucho en estos cuatro años es el cambio en la cultura de las personas. Cuando nosotros llegamos aquí, ellos no creían en un sistema de vida diferente al que estaban acostumbrados y poco a poco se fueron creando otros tipos de ambiente donde el trabajo formal es posible y no es necesario esconderse para vivir”, señala Carlo Vigna, director general de Poligrow en Colombia.
A la sombra de la palma
Aceite que se emplea tanto en la fabricación de productos alimenticios como en la generación de biocombustibles, ese es el producto de las 5 mil 700 hectáreas de palma africana que hoy conforman el paisaje mapiripense. Un proyecto que según Carlo Vigna espera abarcar las 15 mil hectáreas en 2016, gracias a las alianzas que Poligrow viene haciendo con los agricultores de la zona.
“Colombia es muy atractiva para la inversión extranjera. Aquí vimos las ganas de trabajar de la gente y de desarrollar cosas buenas y por eso consideramos invertir en este país. Aquí además hay una historia de más de 70 años con el cultivo de palma africana y las condiciones climáticas y los suelos son muy óptimos para este cultivo”, precisa Vigna.
De acuerdo con el empresario italiano, el aceite de las palmas africanas que se cultivan en Mapiripán es empleado en un 80 % para la industria alimenticia nacional y el 20% restante es transformado en biocombustible que también se distribuye en todo el territorio nacional.
“El aceite pasa por un proceso que lo transforma en biodiesel y luego se mezcla con ACPM para ser distribuido a todo el país”, explica.
Además, la palma africana también produce, en una cantidad menor, un aceite de palmaste, cuya calidad permite su uso en la fabricación de cosméticos, así como unos residuos que pueden ser utilizados como abono orgánico.
Agrega Carlo, que a la par con la expansión de dichos cultivos, se han tomado todas las precauciones para el cuidado de los ecosistemas presentes en la zona.
“Tomamos algunas medidas para cuidar el medio ambiente y reducir el impacto de un monocultivo como la palma, conservamos los cursos de agua e intentamos potenciarlos, creamos barreras arbóreas de especies autóctonas y creamos áreas de reserva y conservación para la vegetación de la zona”, manifiesta.
Recuerda el directivo que cuando su compañía llegó a Mapiripán en el año 2008 fue necesario acabar con algunos de los cultivos ilícitos que aún existían en la zona, y que aunque algunas personas decidieron abandonar la región, otras decidieron quedarse a trabajar con Poligrow en su proyecto pionero de palma africana.
Acceite y energía
Mapiripán fue un pueblo a oscuras hasta cuando el aceite comenzó a producir energía. La Jatropha, otro tipo de palma que se viene sembrando en la región, es la generadora de esta sustancia mágica gracias a la cual la población llanera pasó de tener 10 horas de luz eléctrica diaria (septiembre de 2011) a contar hoy con apenas siete horas de penumbra.
Desde las 11:00 de la noche hasta la 6:00 de la mañana del día siguiente, el pueblo se alumbra a vela, pero se espera que gracias a algunos acuerdos que se están gestionando con el Ministerio de Minas y Energía, Mapiripán pueda tener por fin el servicio de electricidad durante 24 horas diarias.
Para tal fin se creó en 2011 la Asociación de Pequeños Productores, Asoagromapiri, que está sembrando y cosechando extensos cultivos de Jatropha para suplir la necesidad energética. De acuerdo con lo pactado, la electrificadora del municipio (Electromapiri) comprará toda la producción de semilla de dicha palma, de la cual extraerá el aceite para la planta de energía que hoy abastece a todo el casco urbano.
Vale la pena resaltar que así mismo existe un grupo de jóvenes agricultores de la región quienes cultivan la Jatropha en los terrenos de su colegio. Estos estudiantes de primaria y bachillerato del Colegio Jorge Eliécer Gaitán cuentan con un lote de 5,1 hectáreas en los cuales aprenden sobre esta palma a la vez que trabajan en su siembra y cosecha, que luego será vendida para la producción de biocombustible.
Laboratorio de flora y fauna
Un claro ejemplo de la protección ambiental en torno a todos los proyectos que se desarrollan en Mapiripán es el epifitario, una especie de reserva ambiental en donde algunas plantas de la zona son recuperadas en un espacio que años atrás era dedicado al cultivo y procesamiento de hoja de coca.
El terreno en el cual funciona este laboratorio a campo abierto consta de media hectárea de árboles nativos a los cuales son atadas las plantas epífitas que se recolectan en la zona para su rescate y preservación. El lote, también administrado por Poligrow, consta además de otras 4,5 hectáreas de reserva, cuidado, preservación y recuperación, pues el territorio está deteriorado por la presencia del cultivo de coca, años atrás.
“Nuestra idea es recuperarlo como bosque, no intervenirlo con siembra de plantas que no sean autóctonas. Hemos sembrado plantas nativas y dejamos también que la naturaleza siga su curso”, afirma Carlo Vigni.
Dicho predio cuenta en la actualidad con cerca de 300 tipos de las llamadas epífitas que atraen insectos polinizadores. Éstos generan mayor variedad de plantas en la zona y contribuyen con la productividad de las palmas sembradas en los alrededores.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015