Foto | Virgilio | LA PATRIA
De las entrañas verdes brotan manantiales.
ISABEL VALLEJO Y VIRGILIO LÓPEZ
LA PATRIA | FLORENCIA (SAMANÁ)
A lo lejos, la espesura y el empinado terreno de la Selva de Florencia prometen asfixia y dificultades. Sin embargo, cuando uno de los tres guías nos explicó con mapa en mano, que la ruta era bordeando la jungla y por un viejo camino de arriería, respiramos tranquilos. Se trataba de la antigua vía a Pensilvania, que aún es zona restringida por la probable existencia de minas antipersonal.
Con botas de caucho y gorra, protector solar en rostro y manos, agenda de campo, lapicero, cámara, morral a la espalda y agua en botella emprendimos la ruta hacia la penumbra del bosque, declarado Parque Nacional Natural hace ocho años por su riqueza hídrica proveniente de las cuencas de los ríos La Miel y Samaná Sur, y por su oferta de flora y fauna. Allí se presenta la mayor concentración de ranas del país. El 71% de estos son endémicos.
Razón por la que pensamos sería fácil encontrar anfibios como las ranas flecha y cristal, al igual que mamíferos típicos del sector como nutrias neotropicales, guaguas, marimondas, monos de noche, tití gris, tigrillos o armadillos. Seguro que lo que sí vimos fue a una que otra gurria, cardenal, tángara y cacique volando entre ramas.
Cruzamos un bosque de niebla que cada vez se puso más húmedo. La lluvia, por fortuna, no nos acompañó en la aventura sobre los 850 metros sobre el nivel del mar. Temperatura: 17°C, aunque pudo alcanzar los 22. De ahí que el clima sea templado.
Habíamos viajado desde Manizales hasta el corregimiento de Florencia (Samaná), pasando por municipios como La Dorada y Norcasia. Ese día madrugamos, pues toma cerca de ocho horas llegar a la salida de la expedición con ruta hacia el Parque, el pulmón más grande de Caldas. Es el último fragmento de selva andina localizado sobre la vertiente oriental de la cordillera central, entre Samaná y Pensilvania. Extensión: 10 mil 19 hectáreas, de los cuales aún se conservan vírgenes 8 mil 296 (bosque primario).
El estado trabaja en la reestructuración, recuperación y conservación total del bosque basado en la compra de predios, pues la Selva alberga en su interior a familias campesinas distribuidas en 13 veredas de las 24 que la conforman (ver en www.lapatria.com el artículo Buscando a San Lucas en la selva, publicado el pasado 5 de mayo).
Recorrido de 5 horas
7:00 de la mañana. Gloria Teresita Serna Alzate, jefe del área protegida; Weimar Hincapié, técnico administrativo, y Jorge Iván Cardona, asistencial, fueron los encargados de dirigir el recorrido, que tardó unas cinco horas ida y vuelta.
Dos montañas que parecían un óleo, conocidas como Pelahuevos y Pelahuevitos, nos indicaron el inicio del sendero. A pocos pasos, sobre una trocha se dividió el camino: vereda San Lucas y Bocatomas. Tomamos el segundo. Son las dos únicas rutas autorizadas para recorridos educativos, pues el Parque todavía no tiene vocación ecoturística, aunque actualmente explora otras rutas de prevención, vigilancia y control.
Una cerca nos dio la bienvenida, mientras poco a poco se adueñaban del cielo helechos arbóreos, siete cueros (arbusto típico de la zona), orquídeas, bromelias, musgos, alma negra, laureles, palma macana, hojas de variadas florescencias, nigüitos, robles, yarumos, cedros negros, rascaderas, platanillas, higuerones, entre otros. Plantas dinamizadoras, epifitas (vegetal que crece sobre otro usándolo como soporte) y parásitas que cercan imaginariamente el camino.
Hay árboles que pueden superar los 40 metros de altura, como el cabuyo; la raíz de uno sirvió para hacer nuestra primera estación de descanso, respirar profundamente e hidratarnos. Antes de esto hallamos evidencia de una feroz pelea entre un tigrillo y un oso perezoso: la piel y los huesos fracturados de este último llevaban varios días al borde del camino, y en su cráneo había huellas de colmillos, analizaron los guías.
De troncos, ramas y barrancos brotaron nidos de aves como el singular barranquillo. Los sonidos de animales ambientaron el viaje, es la música de la selva. Culebras y sapos corrieron para evitar las fotografías. En el suelo también se reveló vida: frutos enteros o mordidos nos encontramos por todo el camino.
Poco a poco
Llegamos a la Bocatoma uno, tras una hora de caminata y la medición minuciosa de cada paso. Una breve brisa amenazó el trayecto, que por partes nos presentó pruebas difíciles. Recargamos baterías, llenamos cantimploras del líquido puro y tomamos un refrigerio. Fue la segunda estación.
Este es el punto principal del acueducto del corregimiento, abastecido por los nacimientos de los ríos Claro y Samaná Sur. En la selva también nace el río La Miel, en el que se desarrolló el proyecto hidroeléctrico Miel I.
Y de nuevo a la carga. Luego de una hora y media más de recorrido ascendimos hasta la Bocatoma dos. Es más alta y forma una cascada. Sobre una piedra almorzamos y hasta reposamos al son de las cascadas del nacimiento del río Claro, del vuelo de mariposas, insectos y pájaros.
Volver a Florencia era la nueva meta. El morral se volvía más pesado y el regreso estuvo marcado por la ansiedad de llegar a casa. Una vez más fuimos uno tras otro, sin perdernos de vista. Del bosque primario, pasamos al intermedio (intervenido por el hombre) y en menos de lo que esperábamos, unos corrales con ganado y chivos nos indicaron que todo había terminado. Confirmamos que los ecosistemas más sobresalientes en la zona son el bosque subandino y andino.
Ahora lo difícil sería volver a Manizales, por lo tortuoso del camino y por no querer abandonar tan rápido ese hermoso santuario de fauna y flora, una selva espesa que garantiza el líquido vital a nuestros hijos. Comprobamos que allí "el verde se vuelve agua", tal como reza el eslogan de este Parque.
Sobre la Selva
* El Parque es un fragmento boscoso aislado de la cadena principal de los andes centrales. Pertenece a la provincia biogeográfica de Chocó - Magdalena y conserva vestigios de las comunidades vegetales de la cordillera central.
* La importancia del Parque Natural no solo radica en la regulación hídrica y el control de sedimentos de su área de influencia, sino también en la enorme riqueza en especies de fauna y flora, que a su vez lo cataloga como el único relicto de biodiversidad del oriente de Caldas.
* En su interior nacen ríos y quebradas que alimentan a los ríos Samaná Sur y La Miel. En este último se desarrolló el proyecto hidroeléctrico Miel I. Los afluentes más importantes son:
- Sector Florencia: ríos Manso, Hondo, San Antonio y quebradas como Las Mercedes, San Lucas, Chupadero, Riachuelo o Malpaso, La Bretaña y Positos.
- Sector Samaná: río Moro y quebradas como El Quindío, El Diamante, San Rafael, Manizalito, La Amoladora o Santa Isabel, La Bocana, La Moravia y San Miguel.
- Sector Pensilvania: río Tenerife y quebradas como Negra, Combia, Las Mercedes, Rica, Honda, El Rosario, Cajamarca, San Francisco y La Sonadora.
* Entre los 850 metros y 2400 m.s.n.m se encuentra la Selva.
* En el corregimiento de Florencia (Samaná) está la sede administrativa del Parque. En Pensilvania, la operativa.
* Actualmente en el Parque hay prioridad por las actividades relacionadas con investigación científica, protección de especies y recuperación de ecosistemas.
En cifras
10.019 hectáreas tiene la Selva.
8.296 son bosque primario (sin intervención).
1.723 de bosque secundario y áreas intervenidas.
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