Fotos | Virgilio López | LA PATRIA
Jhon Jairo Ospina es conocido en Liborio como La Garra. Le gusta la milicia y vive en la calle.
Virgilio López Arce
LA PATRIA | Manizales
Antes eran recicladores, ahora son recuperadores. Se busca con este cambio de nombre que los manizaleños los vean como personas que cumplen una labor digna e importante en la ciudad. Son esas personas que viven del reciclaje. Anhelan que algún día en las casas y las empresas les entreguen separados los deshechos en dos partes: en una parte lo que no se pudre y en la otra lo que se pudre. Trabajan en el relleno sanitario, en la Planta de Reciclaje otros son recuperadores callejeros que no siempre viven de este oficio.
Hay tres clases de recuperadores
1. Los recuperadores callejeros son habitantes de la calle que hacen de las basuras y el vicio su modo de vida. Están en el rebusque, duermen en la calle, trabajan cuando quieren, sin disciplina y sin horario. Piden comida y se las ingenian para conseguir algún dinero que generalmente gastan en alucinógenos.
2. Los recuperadores del planchón. Tienen un punto fijo de trabajo en el relleno sanitario. Allí los camiones compactadores y camionetas depositan transitoriamente las basuras para que ellos separen los materiales que finalmente son vendidos para su comercialización. Trabajan en un ambiente deplorable e insalubre. A la intemperie. Los malos olores y las infecciones son sus compañeros permanentes.
3. Los recuperadores asociados. En Manizales el programa PGIR (Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos), promovido por la alcaldía y apoyado por Emas busca que estas personas trabajen dignamente en un ambiente de trabajo más humano y en un futuro proveerles prestaciones sociales. El lugar de trabajo de este recuperador del PGIR es bajo techo, cerca del planchón pero en mejores condiciones de higiene y seguridad. Allí no los moja la lluvia, ni los atormenta el sol. No se están disputando las basuras con perros y gallinazos. Tampoco hay malos olores.
Los manizaleños debemos aprender a mirar a los recuperadores con otros ojos. Es una obligación moral y medioambiental facilitarles su dura labor, separándoles las basuras en dos bolsas. Ellos se encargan de que no todo se convierta en basura. Hay que sacarles las tres horas antes de que pasen los carros. Por anticipado recogen y separan lo que les sirve y lo demás se lo lleva el carro compactador.
El planchón es un lugar en el relleno sanitario donde algunos camiones compactadores depositan la basura. Ahí encontramos a Walter en compañía de otros 16 hombres y tres mujeres separando los materiales que la industria puede volver a utilizar.
Casi toda su vida ha estado ligada al reciclaje. Ama su oficio, lleva ahí 14 años de los 33 que tiene. Tres hermanos suyos trabajan en lo mismo.
Desea que sus dos hijos Camilo y Jésica vayan a la universidad para estudiar Administración de Empresas. Duda cuando se le pregunta si le gustaría que heredaran el oficio del reciclaje.
En un futuro se ve asociado con otros recuperadores, reconocidos por la sociedad. Desea que vean en él a un hombre que le ayuda al medio ambiente.
Le gusta el fútbol y se divierte saliendo a pasear con su familia.
Se gana un promedio de $ 130.000 a la semana. El objeto de más valor que se encontró fue una pulsera de mujer. Con los 650 mil pesos que le dieron por ella se fue para La Rochela y le compró ropa a sus familia.
Está afiliado al Sisbén pero dice tener una salud de hierro. Nunca ha ido a una clínica. "Uno es cuidadoso", dice.
Afirma ser un hombre feliz, porque no le debe nada a nadie. Y si volviera a nacer volvería a desempeñar el mismo oficio. "Uno ama lo que hace y si no fuera así yo no sería nada".
"Me gustaría que en la Alcaldía hubiera más compromiso para seguir desempeñado este oficio. Me da miedo ingresar al PGIR porque si ese programa desaparece los que laboramos en el planchón quedaríamos sin trabajo, todo depende de la Alcaldía y Emas. Si me garantizan que voy conservar mi trabajo me formalizo, de lo contrario no lo hago".
LA PATRIA lo encontró almorzando al lado de un andén, literalmente en la calle. En una empinada falda de acceso al parque Liborio. Al principio no quería conversar con nosotros, pero después tomó confianza y accedió a darnos una entrevista. Es un hombre inteligente, de palabra fácil y buenas expresiones. Mira seguro a los ojos mientras responde las preguntas.
¿Cual es su nombre?
Jhon Jairo Ospina
¿Seguro?
De verdad, pa' Dios
¿Le gusta lo que hace?
Sí
¿Sabe leer y escribir?
Sí
¿Cuantos hijos tiene?
Dos: Joan David de 9 años y Julián Andrés de 7.
¿Dónde vive?
Huuuy parce. Qué pregunta. Pues en la calle.
¿En qué parte de la ciudad?
En el parque Liborio. Por acá no molestan por tener prendido el fogoncito. Tampoco la gente dice nada si uno consume.
¿Que consume?
Crak, es decir basuco.
¿Usted trabaja?
Sí, soy reciclador. Estoy en el rebusque. Sé de plomería y arreglo cosas.
¿Cuántas horas trabaja al día?
24 y luego descanso 12.
¿Cómo se ve usted dentro de diez años?
Quiero ser todo un señor. Responder por mis hijos. Tengo que parar y buscarlos cuando tengan uso de razón y contarles muchas cosas.
¿Dónde se divierte?
En la calle. Me divierto buscando objetos, lo que hago es recuperarlos. Si me encuentro un par de zapatos los arreglo y los vendo, lo mismo hago con una correa, le saco brillo, por ejemplo.
¿Cuántos años lleva en la calle?
Siete.
¿Cuánto gana?
Tengo días de $ 3.000, de $ 50.000, de $ 200.000. No se sabe.
¿Cuál es el objeto de más valor que se ha encontrado?
Una vez me encontré unas botas de mujer en Chipre y cuando metí la mano en una de ellas encontré 550.000 pesos. Ese día estrené ropa y tomé trago.
¿Cuándo se enferma a donde va?
Al Centro Piloto. Hace como tres años me dio una neumonía.
¿Es feliz?
Pues sí. Qué voy a decir. Tengo muchísima suerte. Dios me dio inteligencia.
¿Le gustaría que sus hijos fueran como usted?
No. Me gustaría que fueran grandes personas. Que tuvieran oficio normal.
¿Qué otro oficio le gustaría desempeñar?
Suboficial del ejército. Me gusta la milicia, la disciplina, el uniforme.
¿Qué edad tiene?
31 años. Soy de Fresno, Tolima. Nací en 1982.
¿Tiene algún apodo?
Me dicen La Garra, pero no me molesta
¿Qué piensa de su oficio?
Que es muy importante, que a pesar de todo puedo ser útil a la sociedad.
¿Qué le hace falta a su vida?
Afecto. Una persona que de verdad me valore. Porque sufrí de mucha soledad cuando era niño. Todavía estoy solo.
¿Qué es lo más valioso que usted tiene?
La sencillez, la humildad y esto... (muestra entre sus dedos ennegrecidos una imagen del Milagroso de Buga que cuelga de su pecho).
Juan Carlos es un líder nato, es algo así como el jefe natural del clan de los Piedrahíta. Son unas 22 personas de la misma familia que a su vez forman parte de los 90 recuperadores asociados del PGIR. Milán es su zona de recolección. Allí en medio del fuerte sol del sábado a las 3 de la tarde nos habló de su trabajo, sus sueños y su vida.
Habla con vehemencia de su oficio. Se conoce al dedillo los pormenores del reciclaje. Es consciente de que con su labor aporta un granito de arena en el cuidado del planeta.
Le gusta lo que hace porque es un trabajo independiente que tiene futuro en la microempresa y la industria.
Es el papá de Lady Viviana de 23 años y de Érika Paola de 19. Trabaja duro, sin descanso, desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche en la zona que abarca desde Colseguros hasta San Jorge.
En unos años se ve como un hombre maduro, con mayor conocimiento sobre su trabajo, administrando una bodega de material reciclable con visión empresarial, generando empleo y bienestar para el gremio de los recuperadores.
Cada tres meses se reúne con todo el combo de los Pidrahíta y arman un paseo. Casi siempre se van al Kilómetro 41. Juegan fútbol, pescan y aplacan la sed con cerveza. Otras veces van hasta el puente de Irra.
Admira al periodista Yesid López y le parece que Javier Hernández Bonet "tiene una voz muy bacana".
De sus 44 años lleva 35 en el oficio, empezó de la mano de su padre Juan Agustín.
Dice que ha tenido semanas donde se ha ganado solo $ 10.000, a veces se gana $50.000 y otras donde se ha sacado hasta $ 300.000.
Si se enferma va al puesto de salud de San Cayetano.
Lo hace feliz la familia. "Con la gran familia de recuperadores nos contamos historias, anécdotas de lo que nos pasa en el día. Surgen historias muy bonitas como cuando logramos que una muchacha de San Jorge no regalara un niño recién nacido. Esa vez recogimos pañales, ropa, juguetes, leche y le regalamos un coche. Entre todos los recuperadores, la convencimos de que criara a la niña de la cual somos padrinos. Claro que también hay historias tristes como cuando encontramos un niño sin vida en un basurero". Dice con un dejo de tristeza.
No le gustaría que sus hijas heredaran su oficio. Mejor que estudiaran Informática o Trabajo Social.
Se siente orgulloso de ser recuperador ambiental y si volviera a nacer trabajaría en lo mismo.
Dice que el reciclaje está monopolizado por un grupo de mayoristas que se aprovechan de la labor de los recuperadores pobres, pagan precios malos y exigen calidad. Agrega que "las entidades del Estado no han cumplido cosas que han prometido como una compactadora, peletera, trituradora, lavadora, y maquinaria en general, trabajamos con las uñas. Si tuviéramos esos equipos podríamos competir en igualdad de condiciones con los mayoristas. También necesitamos que mantengan el programa en el tiempo y que no nos dejen sin trabajo".
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