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LA PATRIA | MANIZALES
La guadua llevó a Simón Vélez Jaramillo a ser reconocido en Colombia y el mundo, tanto, que sus diseños y aportes le merecieron convertirse en el Caldense del Año 2013.
Fue seleccionado entre 21 inscritos a este galardón que entrega LA PATRIA. La postulación que hizo Harry Van den Enden convenció a la periodista Mariela Márquez, al sacerdote Horacio Gómez, y al gerente de la Fundación Lúker, Pablo Jaramillo, jurados.
Van Den Enden destaca el trabajo ingenioso y práctico a través de desarrollos logrados con la guadua, llamada por el nuevo Caldense, el acero vegetal.
Marcelo Vélez Jaramillo, zootecnista y hermano
"El éxito de Simón se debe a nuestro abuelo Roberto Vélez, constructor y fundador de los barrios Versalles y Vélez, y a nuestro padre Roberto Vélez Sáenz, arquitecto, que lo orientó muy bien".
La infancia de estos hermanos, junto a la única hermana mujer, transcurrió en fincas en La Dorada (Caldas), Valle del Cauca y la costa norte.
En cuarto de bachillerato, en el Colegio San Luis, lo echaron por su rebeldía. "Pasó al Gemelli, pero su estancia fue tormentosa porque denunció a unos curas por libertinos. Con la ayuda del arzobispo logró que lo volvieran a recibir en el San Luis para terminar el bachillerato".
Se fue a estudiar a la Universidad de los Andes, fue el mejor en diseño, gran dibujante; pero la institución no lo quería graduar porque no quiso cursar dos materias que consideraba irrelevantes.
Años después la Universidad lo llamó para que se graduara. "Simón es intuitivo, buen calculista con la cabeza no con un computador".
De su vida personal se cuentan cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, de tres señoras distintas. Doña Gloria Jaramillo, su mamá, quien vive en Manizales en una casa quinta construida por su esposo hace 63 años, ha llevado con fortaleza las "locuras" de su hijo Simón, que sus familiares definen como padre disperso, pero magnífico abuelo.
Hace siete años, en su inmensa propiedad del barrio La Candelaria, construyó casas para que sus hijos se fueran a vivir a estos predios. Este céntrico barrio bogotano ha sido la preferencia de Simón por el ambiente colonial, no por lo bohemio, pues es parco para tomar licor.
Visita Manizales cada dos o tres meses para revisar negocios y saludar a su mamá, "siempre con la pinta desgualetada. Podría estar entre los más mal vestidos; no le rinde pleitesía a nada ni a nadie".
Genaro Mejía, pintor manizaleño y amigo inseparable
Desde hace unos 45 años se conocen desde el colegio. "Los fines de semana íbamos a dibujar al campo mientras escuchábamos música de Bach".
Genaro también se fue a estudiar arquitectura a la Universidad de los Andes, y desde 1970 comparten casa en La Candelaria. "Ha sido un personaje especial y controvertido. Mucha gente lo admiraba por ser buen mozo".
El temperamento de su amigo le recuerda cuando se opuso a una huelga comunista en la Universidad. Simón se subió al techo de la institución a lanzarles voladores. "Creíamos que nos estaba apoyando, pero cuando se dio cuenta que tenía el efecto equivocado lanzó la pólvora hacia nosotros, mucha gente subió a pegarle, y al rector le tocó suplicarle para que se bajara".
También lo describe como arquitecto sui géneris, que no tiene una oficina grande llena de asistentes, su estudio es bastante pequeño; siempre dibuja a mano en el mismo cuaderno, y hospeda a estudiantes europeos que quieren aprender de él.
"Se queja y dice que le da pereza viajar, dar conferencias y trabajar con la guadua, pero la ama y ama construir. No se va a escapar de ser el rey de la guadua".
Fátima Vélez Giraldo, escritora e hija
Es la mayor de sus cuatro hijos, y sin tapujos señala que su papá es neurótico, explosivo, impulsivo, terco y, a veces, imprudente, pero es lo que lo hace especial. "No es muy comunicativo. La mayoría de su inteligencia la tiene en el trabajo, emocionalmente no tiene mucha".
No pasó mucho tiempo con ellos cuando eran niños, pero ahora viven como una familia. "Siempre quiso crear una especie de reino. Quería tenernos reunidos, pero en nuestro propio espacio. Ha logrado que seamos mejores hermanas, más cercanas y solidarias".
El rol de papá distante lo revindica con sus cinco nietos, cuenta Fátima. "Es un superabuelo, se entiende muy bien con los niños. Le gusta tenerlos a su alrededor, los cuida y lleva a todas partes".
Admira el trabajo de su papá porque no la deja de sorprender, cada vez hace cosas más grandes y no se detiene por las críticas. "Busca su inspiración en las casas cafeteras y en el trabajo del abuelo Rober, que fue su maestro".
Eugenio Vélez, miembro principal por Caldas en la Federación Nacional de Cafeteros y primo
A Simón Vélez no le gustan los ingenieros, "dice que no se necesitan". Asegura que sus diseños son lo suficientemente sólidos, y nunca utiliza un computador para elaborarlos; en estos equipos solo guarda fotos.
Eugenio recuerda que cuando Simón diseñó el prototipo del Pabellón Zeri en Manizales alguien le preguntó si la estructura era sismorresistente, y la respuesta fue: "no, es sismoindiferente".
"Cuando va a construir no le gusta que le pongan restricciones económicas. En una ocasión le solicité que me hiciera unos diseños para un establo. Para reducir costos, le cambié un poco el diseño y se puso furioso. No le importa lo que cuestan las cosas. Por eso hace unos años en la Costa construyó un proyecto llamado casas de campo para ricos".
A pesar del gusto por los buenos diseños, esto no lo refleja en su estilo para vestir. El sombrero aguadeño lo acompaña casi siempre, pero debe ser usado, preferiblemente roto. "Simón es como todos los artistas, descomplicado y tranquilo".
Marcelo Villegas, empresario, amigo y socio
Aunque desde hace unos 40 años han realizado varios proyectos juntos, como el Pabellón Zeri, hace tres y medio se asociaron para crear una planta de tableros de esterilla de guadua, cerca a Chinchiná.
"Simón es obsesivo con su trabajo, le dedica las 24 horas a la arquitectura, la siente y la vive".
Resalta sus proyectos, sobre todo en el que están asociados, porque están ligados a la madera y creen que es un producto exitoso, innovador y que cumple con las normas ambientales para conservar el planeta.
Alfonso Ángel Uribe, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Caldas y amigo
La creatividad es su característica más destacable, que lo hacen excepcional, un innovador que elevó el concepto del uso de la guadua a un nivel muy alto.
Desde temprana edad se salió de los estándares tradicionales. Llevado de su parecer y empecinado.
Esa terquedad del Caldense del Año 2013 la conoció de cerca Ángel Uribe, cuando Vélez diseñó en el Recinto del Pensamiento en Manizales un prototipo del Pabellón Zeri, en Hannover (Alemania) para la exposición Hannover 2000. "Las cosas se hacen como él diga o como él diga, pero siempre la gente se acopla y las cosas salen muy bien".
Liliana Villegas, diseñadora y editora de libros, primera esposa de Vélez
De este matrimonio no hubo hijos, Liliana asegura que Vélez no nació para vivir amarrado. Recién casados, en 1972, se fueron al barrio La Candelaria a una pequeña casa de 26 metros cuadrados. "El primero, y creo que único trabajo como empleado fue con el Inderena. Recuerdo que se trajo para la casa una boa que habían decomisado en el aeropuerto, y con ella vivimos como un año. Los amigos que lo visitaban le llevaban pollitos a la boa para que almorzara".
Los primeros diseños, también rememora Liliana, fueron en parques nacionales como Tayrona, Orinoco y hasta en El Ruiz. Trabajos en madera que permitían que desde la casa del guarda se pudiera custodiar todo el parque. Las ubicaciones estratégicas y el buen manejo de espacios son el fuerte de los diseños del Caldense del Año.
Los logros, asegura Liliana, son producto de una combinación de exigencia extrema con el uso de los materiales, de un genio terrible y de ser un buen jefe, que paga bien a sus obreros y los cualifica.
Datos
Simón Vélez Jaramillo ha diseñado construcciones en guadua en Alemania, Francia, Estados Unidos, Brasil, México, China,
Jamaica, Colombia, Panamá, Ecuador e India. En el año 2006, recibió un Premio Honorario de Análisis y Planeación de la Sociedad Americana de Arquitectos del Paisaje, y en Holanda obtuvo el Gran Premio Príncipe Claus 2009, por su innovadora y estética forma de construir con bambú.
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